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ОглавлениеDios pregunta - 4 de enero
¿En qué dormirá?
“Si tomares en prenda el vestido de tu prójimo, a la puesta del sol se lo devolverás. Porque sólo eso es su cubierta, es su vestido para cubrir su cuerpo. ¿En qué dormirá? Y cuando él clamare a mí, yo le oiré, porque soy misericordioso” (Éxo. 22:26, 27).
¿Cuánta ropa habrá llevado el pueblo de Israel en su larga travesía por el desierto? Dios cuidó sus vestimentas y calzados para que no se estropeasen. En un momento dictó sus leyes de amor y cuidado para el prójimo e hizo esta pregunta: “¿En qué dormirá?”
Había instrucciones claras acerca del jubileo, de las ciudades de refugio, de la responsabilidad social y de muchas cosas más. (¡Con razón Balaam quedó impresionado al mirar el campamento y ver tanto orden, disciplina y prosperidad!) Pero en ese momento, ¡Dios se preocupó por cómo iban a dormir!
Recuerdo vívidamente dos imágenes. En primer lugar, recuerdo las pesadas puertas de hierro de una cárcel que visité en mi adolescencia como parte de una actividad comunitaria del Club de Conquistadores. Lo que menos esperaba era encontrarme con algunos compañeros de clase que habían sido detenidos sin que nos enteráramos. No puedo olvidar sus miradas de vergüenza, impotencia y dolor al reconocerme.
En segundo lugar, recuerdo el llanto desesperado de un niño que se había quedado sin su autito porque otro niño acababa de quitárselo. No era un llanto caprichoso. Vivía solo en la calle, tenía poca ropa y ese autito roto era su único juguete y propiedad.
Lamentablemente, el mundo está lleno de situaciones como estas, y otras muchísimo más desgarradoras. Y por alguna razón en mis oídos resuena esta pregunta: ¿En qué dormirá?
Muchas veces olvidamos la importancia de la preocupación por el prójimo y la correcta administración de nuestros bienes.
“Si los hombres cumplieran con su deber como mayordomos fieles de los bienes del Señor, no habría el clamor por pan, ni el sufrimiento por la miseria, ni la desnudez y la necesidad. La infidelidad de los hombres trae el estado de sufrimiento en el que la humanidad está hundida” (El ministerio de la bondad, p. 18).
Al ser misericordiosos, nos parecemos más a Jesús y podemos revelar mejor ante este mundo el carácter divino.
¿Recuerdas el caso de alguna persona que esté “sin vestido”?
Quizás esa ley dada en el Éxodo hace tantos años puede ser nuestra norma hoy.