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Guarde silencio, pero no mucho


El silencio puede ser un gran aliado en muchas ocasiones. Pero, en este tramo, es posible que sólo esté alimentando el miedo y la angustia.

La angustia a mí me puede poner muy silenciosa. Y mire que eso ya es difícil. Sin embargo, permanecía en silencio mirando al infinito, anticipando lo peor, elaborando fantasías catastróficas en las que nada, absolutamente nada, salía bien.

El silencio que alimenta angustia y miedo no sirve. No ayuda. Y en estos momentos necesitamos deshacernos de lo que no sirve y necesitamos todo lo que nos ayude.

Mi aprendizaje es que a las fantasías catastróficas hay que ahuyentarlas como se ahuyenta una mosca molestosa (y si es preciso use un matamoscas mental).

No obstante, si suele meditar o siente la necesidad de hacerlo, este es el momento. El silencio puede ser muy sanador.

Yo no solía hacerlo. Pero aprendí que sólo permanecer sentada, cómodamente (sin una pose en particular), con los ojos cerrados, concentrada en mi respiración, ayuda a calmar el tobogán de emociones y pensamientos que se precipitan.

Si decide meditar (y no tiene experiencia), la Clave es cambiar de actividad si las moscas catastróficas insisten en revolotear por la cabeza.




Cuando la tormenta comienza:


• Respire

• Muévase, pero no demasiado

• Guarde silencio, pero no mucho

Claves para atravesar la tormenta

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