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Sin salida
ОглавлениеSolo estuvo dos meses en Illapel, lugar donde además de los serios problemas económicos tuvo divergencias con la directora Armelinda Soto, una profesional estricta que lo reprendió por su habitual afición a las bebidas alcohólicas y por su aspecto desaseado. Así, en mayo volvió a Val-paraíso, junto a Aurora y su pequeño hijo de cinco meses, argumentando un aparente error en el documento de traslado y apelando al apoyo de su madre para salir adelante. Sus padres, con evidente reticencia a su relación con la joven Aurora, no los recibieron en la misma casa, sino que les ofrecieron ocupar la pieza del fondo, junto a las otras piezas arrendadas, para, aparentemente, otorgarles mayor autonomía.
Sin empleo fijo, Nicolás asumió trabajos esporádicos en el puerto, cumpliendo diversas tareas y oficios, entre las que destaca fabricar juguetes. Tras gestionar una nueva destinación en la Dirección Escolar, y tras la negativa de la directora Soto de volver a recibirlo en Illapel, consiguió su orden momentánea de traslado al puerto, para cumplir funciones en la Escuela N° 34 de avenida O’Higgins. Pese a ello, sus necesidades eran demasiadas y su situación económica era cada vez peor.
En octubre se normalizó la documentación relativa a su traslado a Illapel, pero ante la pobre situación económica no pudo materializar su viaje al norte del país. Le envió una carta a su exesposa pidiéndole la nulidad del matrimonio, pues manifestó estar “enamorado de una niña”. Ante la negativa de Adriana, pidió dos meses sin goce de sueldo, privándola así de las mensualidades que religiosamente recibía. Durante ese tiempo mantuvo a Aurora y Percy con trabajos particulares, entre ellos la fabricación de juguetes. Estos los confeccionaba con apoyo del Garaje Uruguay, en calle Uruguay 367, donde obtenía moldes didácticos y luego remataba los diseños con ayuda de un alicate y apresto de piroxilina.
Su hermana menor Leontina sintió la misma vocación por la pedagogía y cursó la misma profesión que su hermano. En junio del año 1962, Leontina vivía junto a sus padres en la modesta casa del puerto donde recuerda cuando vio regresar a Nicolás pidiendo ayuda. Las carencias económicas y afectivas de Nicolás y Aurora detonaban frecuentes peleas, evidentemente notorias desde el otro lado del patio, donde se escuchaban los gritos y los golpes. A juicio de Leontina “las peleas menudiaron y en algunas oportunidades hubimos de intervenir (sic), ya que estas habían llegado a terreno peligroso” (PDI, 2009: 5). Se hizo evidente la falta de unión en la pareja. Nicolás manifestaba que Aurora demostraba poco interés para las labores de casa, y él, en tanto, sin ocupación ni estabilidad laboral, y frecuentemente bebido, no aportaba ingresos al hogar.
En enero de 1963 dejaron de remitirle la mensualidad a Adriana. Con un segundo fracaso de convivencia a cuestas, Nicolás buscaba una nueva salida. Proyectó viajar a fin de año a Illapel, libre de presiones externas, ya que “pensaba deshacerme de Aurora y del niño, cuya presencia se me estaba haciendo insoportable (…) en varias oportunidades traté de separarme de ellos, pero Aurora me lo impedía con ruegos y exigencias de las que finalmente me sentí hastiado” (PDI, 2009: 5). En esta determinación “influyó también, y en gran forma, la precaria situación económica por la que atravesaba y de la que no podía sobreponerme, por sentirme prácticamente atado por Aurora y su hijo (…) en forma preponderante influyó en esta actitud mía, mi propia madre que no soportaba a Aurora en su casa y le hacía la vida imposible” (PDI, 2009: 5).
Considerando la lentitud de los procedimientos administrativos a mediados del siglo pasado, tras autorizar los dos meses sin goce de sueldo, sus remuneraciones no se vieron afectadas a fines de 1962, pero en la escuela de Illapel se recibió la orden de descontárselo de su sueldo en enero y febrero. De esta manera, marzo lo recibió sin dinero y con dos bocas desamparadas. Ello reafirmó su decisión de deshacerse de Aurora y del pequeño Percy.
Optó por trasladarse a Illapel junto a su mujer y su hijo, lugar donde sería más fácil librarse de ellos y ejercer su cargo como docente libre de apuros económicos. Pocas veces se le vio regresar, salvo en pequeñas ocasiones donde iba en busca de algunas pertenencias en compañía de Aurora. Nadie sabía lo que hacía al interior de la pieza y al retirarse siempre tenía la precaución de dejarla con llave.
Aurora, de amor limpio e incondicional, siempre acompañaba a Nicolás, a todos lados. Él trataba de darle su espacio para así también tomar el propio, pero ella siempre lo seguía. En repetidas ocasiones Aurora le manifestó que no se separaría jamás de él y eso lo ahogaba.