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Una investigación emblemática
ОглавлениеLo escabroso e impactante de este homicidio motivó la creación de la Brigada de Homicidios de Valparaíso a mediados de la década del sesenta, constituyendo la segunda unidad especializada más antigua del país luego de la Brigada de Homicidios Metropolitana, que cumple funciones en esta área desde 1949.
El caso de los tarros lecheros es uno de los hechos policiales más impactantes de la historia policial porteña. Este sello del caso motivó a ser recreado por el Poder Judicial de esa región en el marco del Día del Patrimonio 2018, el último domingo de mayo de ese año (Riquelme & Küpfer, 2018: 8). Simulando un juicio oral enmarcado en el nuevo procedimiento penal, el Poder Judicial se sumó a las actividades propias de este evento, basándose en este alevoso crimen. El 2017 recrearon el caso de Emile Dubois, experiencia que los instó a superar expectativas y asumir el difícil desafío de recrear el macabro crimen del profesor Arancibia.
En esta simulación se modificaron algunos nombres y lugares reales, en razón a que en mayo de 2018 aún se encontraban con vida algunos protagonistas de este cruel asesinato. A saber, el propio homicida y parricida Nicolás Arancibia se mantenía con vida y 86 años a cuestas para la fecha de la recreación. Como si el destino quisiera cobrar en la tierra lo que aquí se ha cometido, quien hace más de 50 años atrás bloqueó las vías respiratorias de su hijo y su esposa falleció de cáncer pulmonar tras muchos años de sufrimiento.
Por su parte, el oficial policial Hernán Cárdenas Zúñiga se caracterizó por ser un investigador ágil “al que todas las pesquisas que realizó pudieron llegar a buen término” (Erlandsen, 2006). Falleció el lunes 11 de diciembre del 2006, a la edad de 81 años. Al sepelio, en el cementerio de Santa Inés, asistió gran cantidad de personas, destacando la presencia de altas autoridades policiales porteñas, quienes le rindieron los respectivos y merecidos honores al exfuncionario, que no solo cumplió su sueño de ver inaugurada la Brigada de Homicidios en Valparaíso, sino que fue su fundador y primer jefe.
Juan Seoane Miranda también escribió una página importante en la historia de la policía civil en Chile. En 1973 cumplía funciones como jefe de la escolta de Investigaciones de la Sección Presidencial, en La Moneda. El 11 de septiembre estaba en el palacio en espera de aquel inminente desenlace. Si bien la instrucción fue que todo el personal debía abandonar la casa de gobierno, esa unidad, al mando de Seoane, se mantuvo hasta los últimos minutos con el presidente Salvador Allende y solo se retiraron cuando él, en forma directa, les ordenó que resguardaran sus vidas. A pesar de contradecir al presidente respondiendo que no se retiraría y que su compromiso era protegerlo (Seoane, 2008: 85), Allende reiteró que él se quedaba, pues “los viejos robles mueren de pie”. Esta declaración es el título del libro homónimo de Juan Seoane, que da cuenta de este histórico suceso nacional, donde le correspondió un papel destacado.
Vaya además un reconocimiento a los investigadores policiales Óscar Ortiz Veloz, Dunny Casanova Zúñiga, Ociel Castro Labarca (que cumplió el papel de víctima en la reconstitución de escena), Leonel La-trille Gallardo, Hernán Olivares Lebuy (que cumplió labores de fotógrafo en el sitio del suceso y en la reconstitución de escena), Jaime Herrera Villegas, Franklin Quijada Torres (que culminó su brillante carrera asumiendo la subdirección de la policía civil) y Alberto Labbé Pérez.
Un plausible esfuerzo por mantener en la memoria este caso policial fue rescatar sus antecedentes para la compilación de los cien casos emblemáticos de la Brigada de Homicidios. Tras releer el tomo, se observa un detalle en la reconstitución de escena, momento en que el homicida modificó su declaración inicial y reveló una impactante confidencia. Cuando llegó a su casa esa noche con el tarro lechero, se sinceró con su conviviente, confesándole sus reales intenciones: “ahí tienes tu ataúd…”6. Ella no respondió. Varias veces se lo había reafirmado. Estarían juntos siempre, hasta que la muerte los separe.