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Llegan nuevos obreros
ОглавлениеPara sumarse a los esfuerzos pioneros de Jorge Riffel, llegaron al país en 1891 los misioneros norteamericanos Elwin W. Snyder, Albert B. Stauffer y Clair A. Nowling. Su tarea principal consistía en la distribución de publicaciones adventistas como medio de evangelización. No hablaban español y no tenían libros en español, sólo en inglés, alemán y francés. Como fruto de su esfuerzo se convirtió en 1892 un joven inglés llamado Lionel L. Brooking, quien dejó su empleo en el ferrocarril para ser un misionero. En ese mismo año la Junta de las Misiones Extranjeras envió a L. C. Chadwick a la Argentina para visitar a los colportores. Visitó también a las familias alemanas de Entre Ríos en compañía de Stauffer, que hacía de traductor. Al volver a los Estados Unidos informó: “En sus pequeñas casas de barro, se realizaron las mejores reuniones que he tenido. Tan deseosos estaban por conocer más de la verdad que en la pieza donde estábamos había muchas personas sentadas en el suelo, mirando con ansiedad al orador”. En 1893 fue enviado el hermano Richard B. Craig como director de publicaciones; el mismo que habría de recibir en su casa de Buenos Aires al pastor Francisco H. Westphal, en agosto de 1894 y habría de crear junto a su esposa la primera escuela primaria adventista de Sudamérica para alumnos de habla inglesa.
Después de algunos días de viajes y peripecias llegó Westphal al hogar de Jorge Riffel, donde fue recibido con inmensa alegría. Escribió el pastor visitante: “La hermandad de Crespo me recibió bondadosamente, y nunca olvidaré la casita de barro del hermano Jorge Riffel, en la cual permanecí”. Bajo la dirección de Francisco H. Westphal, se organizó en 1894 la primera iglesia adventista en el territorio de la División Sudamericana, cerca de Crespo, provincia de Entre Ríos, con 36 miembros.13 La reunión organizadora se realizó en una humilde casa de adobe. Muchos no pudieron entrar y permanecieron fuera escuchando por la puerta abierta, a pesar del aire frío de fines del invierno. Jorge Riffel fue elegido anciano. Junto a Reinhardt Hetze fue por muchos años un pilar de la iglesia. La feligresía ascendió pronto a 60 miembros. Hetze donó tierras, otros fabricaron ladrillos de adobe y construyeron la capilla con techo de paja y piso de tierra que les sirvió por más de diez años hasta su demolición y traslado.14 Simples tablones sin respaldo servían de asientos. Los niños se reunían con los adultos, salvo en los días de calor cuando era posible sentarse bajo los árboles. No había púlpito, sólo una mesa y algunas sillas, ninguna de las cuales era igual a otra. Sólo tres años después, la iglesia tenía 116 miembros y comenzó a proyectarse en sus hijos. Escribió el pastor Westphal en la revista de la iglesia: “Esperamos que esta iglesia enviará muy pronto muchos obreros al vasto campo de cosecha”. Sus palabras se cumplieron, porque no menos de 80 misioneros, entre ellos unos quince pastores, han salido de Crespo Campo y decenas de descendientes de estas primeras familias llevaron el evangelio a distintos lugares de Sudamérica y del mundo.