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“Yo lo miraba asombrado”

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Francisco H. Westphal llegó al puerto de Diamante, Entre Ríos, Argentina, en agosto de 1894.31 Nadie lo esperaba. La carta donde avisaba de su arribo no había llegado. Solo y sin conocer el idioma local, dio los primeros pasos de un fructífero ministerio de casi treinta años en los comienzos de la obra adventista en Sudamérica. “Fue un privilegio –escribió después– ser el primer ministro ordenado de los Adventistas del Séptimo Día para trabajar en Sudamérica”.32

Los primeros misioneros de la iglesia en estas tierras fueron algunos residentes ruso-alemanes que habían conocido el mensaje mientras vivían en el estado de Kansas, Estados Unidos y habían retornado a la Argentina para compartir su nueva fe. El hermano Jorge H. Riffel había escrito a la Asociación General solicitando un misionero que hablara el alemán.

Misioneros en Sudamérica

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