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Un misionero incansable

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Es imposible reconstruir la nómina de aquellos que fueron inicialmente llevados a la fe por el trabajo de Jorge Riffel. Ni siquiera se cuenta con la lista de los miembros de la primera iglesia. Se sabe que él bautizó a los primeros adventistas de la Argentina. Otros ancianos como Reinhardt Hetze, y probablemente Daniel Weiss y Gottlieb Feder también realizaron bautismos en los arroyos de la zona. Entre las primeras familias que aceptaron el mensaje se encontraban las de Reinhardt Hetze, Ernesto Roscher, Jorge Lust, Conrad Keip, José Weiss, Daniel Weiss, Godofredo Schmidt, Godofredo Schneider, Jorge E. Bernhardt, Gottlieb Feder, Godofredo Block y Godofredo Dalinger. Muchos, si no todos los que integraron la primera iglesia, ya habían sido bautizados antes de la llegada del pastor Westphal.

Jorge Riffel estuvo íntimamente ligado a la iglesia, su organización y sus instituciones. Fue miembro de la junta directiva de la Asociación Unión Sudamericana, organizada en 1906. Un congreso reunido en 1907 reconoció su servicio y le otorgó una licencia ministerial.19 Un año más tarde Riffel formó parte de la comisión encargada de proyectar la creación del Sanatorio Adventista del Plata, e integró posteriormente su junta directiva.

El recuerdo de Jorge Riffel permaneció a lo largo del tiempo entre aquellos que se beneficiaron con su ministerio. Juan Riffel, uno de sus parientes que permanecía en Rusia, recibió de Jorge el dinero suficiente para costear el viaje a la Argentina. Jorge permitió que el dinero le fuera devuelto con trabajo y en muchas ocasiones conversó con Juan acerca de la verdad. Un día Juan se cansó y le dijo: “¿Por qué no me deja tranquilo?”. Por toda respuesta, Jorge citó Santiago 4:17: “y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado”. Juan pensó en estas palabras y aceptó el mensaje, agradecido por lo que Jorge Riffel había hecho por él. Cuando el hermano Jorge Kimmel, de la Iglesia de Colonia Centenario, Entre Ríos, le preguntó por qué había dejado las fértiles tierras de Kansas para volver a Sudamérica, Jorge contestó: “Vine porque sabía que usted necesitaba conocer la verdad”. Agregó Kimmel: “En gran parte me hice adventista por él y fue él quien me bautizó junto con mi esposa”. En su concepto, Riffel había sido un gran hombre, “pues amaba las almas y hacía lo mejor para que aceptasen a Cristo”. Santiago, el mayor de los nietos de Jorge Riffel, podía destacar tres grandes cosas de su abuelo: Primero, su espíritu de oración. Santiago era joven y salía a caballo a visitar a sus amigos. A veces llegaba tarde en la noche y el abuelo, todavía levantado, lo estaba esperando para orar con él. Segundo, su espíritu misionero. Sus giras lo llevaron a recorrer la región hasta la ciudad de Concordia, en las costas del Río Uruguay. Hacía largos viajes en carro para tener reuniones y volvía tarde en las noches, sin dejar por ello de sembrar la tierra y de cuidar los rebaños. Tercero, su espíritu de generosidad. Riffel estuvo entre aquellos que enviaron dinero para la compra de una imprenta en Chile y colaboró de muchas formas con el avance de la obra.

Cuentan sus descendientes que Jorge Riffel era de baja estatura, entusiasta, inquieto, extrovertido y excelente predicador. Se lo veía siempre con un bastón en la mano. Pero su estatura espiritual puede medirse con los frutos abundantes de su labor evangelizadora. Como primer misionero laico merece una página en el recuerdo de los héroes del Señor en los primeros tiempos. Su historia, tantas veces contada, necesita repetirse en beneficio de aquellos que viven en los tiempos de la terminación de la obra.

Las palabras de E. H. Meyers parecen acertadas a la hora de rememorar el accionar de este notable misionero: “Verdad es que los comienzos en Sudamérica fueron humildes, así como los instrumentos usados y los métodos. Pero el mensaje ha penetrado en todo rincón de esta gran división de la superficie terrestre y de ella se está recogiendo una buena cosecha. La mayor parte del fruto parece proceder de los más sencillos y tal vez a menudo descuidados medios. Realmente, cuanto más estudiamos y repasamos los hechos que acompañaron el comienzo de nuestra obra en Sudamérica y seguimos las huellas de los progresos hechos hasta la hora presente, más nos convencemos de que Dios gobierna y vigila, y de que la divina Providencia dirige la preparación de esta parte de la gran viña para la vendimia del Gran Segador”.20

1 Desde América del Norte el mensaje adventista se difundió a los diferentes continentes en la última parte del siglo XIX. J. N. Andrews fue enviado a Europa en 1874; S. N. Haskell llegó a Australia en 1885; otros misioneros establecieron la obra en África en 1887; A. T. Stroup y Guillermo A. Lenker trabajaron en Asia desde 1894; Jorge H. Riffel comenzó su tarea en Sudamérica en 1890 y para 1894 la Asociación General había enviado al primer pastor, Francisco H. Westphal, cuando ya había varias decenas de creyentes.

2 Francisco H. Westphal, Pionero en Sudamérica, Trad. Silvia C. Scholtus de Roscher (Libertador San Martín, Entre Ríos: Centro de Investigación White, 1997), vii.

3 José W. Westphal, Review and Herald, 1924. E. H. Meyers, Reseña de los comienzos de la obra en Sudamérica (Buenos Aires: Casa Editora Sudamericana, 1940), 7.

4 Por 1885, Julio Dupertuis y su esposa Ida Arn leyeron Les Signes des Temps y comenzaron a guardar el sábado. Se les unieron las familias Rostán, Arn, Mathieu, Dobantón y Pidoux. Julio Dupertuis, Alberto Arn, Floris Mathieu, Arnoldo Pidoux y Dobantón fueron bautizados por el pastor Jean Vuilleumier en 1896.

5 Catalina II la Grande, nacida en Alemania y emperatriz de Rusia por 34 años (1762 a 1796), ofreció a los agricultores alemanes la posibilidad de trabajar la tierra en esa región sureña poco poblada. Además de otorgar facilidades para pagar su viaje, obtener tierras y viviendas, se les prometió libertad religiosa, excepción al servicio militar y respeto por su cultura. Muchos de estos llamados alemanes del Volga emigraron al continente americano un siglo después. Catalina se había casado con Pedro III, Zar de Rusia, y se había unido a la Iglesia Ortodoxa Rusa.

6 Otros 30.000 alemanes emigraron a Rusia entre 1764 y 1767 y se ubicaron al oeste del río Volga formando decenas de aldeas prósperas. En una generación hicieron de esa zona inhóspita del imperio, una región próspera y adelantada. Constituyeron también una barrera de protección contra los intentos invasores de los cosacos.

7 Georg Heinrich Riffel, tercer hijo de Petter Riffel y Susana Kraft, nació en Rusia en 1850 y falleció en Aldea Jacobi, Entre Ríos, el 19 de enero de 1917. Su esposa María L. Ziegler había nacido en 1852 y falleció el 5 de abril de 1910. Su hijo David Riffel (1873-1937), tenía en ese tiempo tres años y los acompañó en su largo peregrinaje hasta radicarse definitivamente en la Argentina.

8 Frederick Riffel (1845-1921), hermano mayor de Jorge se radicó en la zona de Kansas, en los Estados Unidos.

9 El presidente Avellaneda favoreció la inmigración y colonización, entregando tierras a los colonos europeos. A partir de 1878 comienzan a llegar alemanes del Volga a la provincia de Entre Ríos. En 1880, los Riffel deciden trasladarse a la zona de Crespo.

10 El evangelista alemán Louis Richard Conradi (1856-1939), de 29 años, ayudado por S. S. Shrock, celebró reuniones en Hillsboro y Lehigh donde se organizaron dos iglesias con un total de 252 miembros.

11 Aparentemente, Frederick y Christina habían comprado libros a un colportor alemán y ya los habían leído antes de la llegada de Conradi. Jacob, el hijo mayor de Federico, llegó a ser pastor adventista.

12 Osvaldo Frick (1853-1945), había nacido en Rusia y se unió a la Iglesia Adventista en Kansas, en 1886. Su esposa Eva L. de Frick (fallecida en 1942) lo acompañó a la Argentina. Anna Frick, hija de Osvaldo Frick, se casó con el pastor Godofredo Block. Augusto Yanke (1864-1943), también había nacido en Rusia. Emigró con sus padres a los Estados Unidos en 1883. Se convirtió al adventismo dos años después. Tenía 26 años al llegar a la Argentina. Augusto y su esposa Cristina (fallecida en 1950) habrían de radicarse en Crespo y luego en Ramírez hasta el final de sus días. Los Zimmermann permanecieron un tiempo y regresaron a los Estados Unidos, dejando dos hijas.

13 La Enciclopedia Adventista informa que la primera iglesia de Sudamérica fue organizada en Georgetown, Guyana Británica, en 1887.

14 Probablemente entre 1895 y 1906, cuando se levantó la capilla de ladrillos en otro lugar. No existe de la primera capilla ni siquiera un registro fotográfico.

15 Juliana María Weiss de Riffel (1880-1963) nació en el oeste de Polonia. De niña emigró al Brasil con sus padres, Valentín Weiss y Ana Carlota Hammer. De ese país volvieron a trasladarse a la Argentina. Se casaron el 22 de julio de 1896.

16 Santiago (1897-1972), David (1898-1972), Daniel (1901-1972), María Luisa (1903-1963), Samuel (1904-1975), Enrique (1905-1994), Juan (1907-1987), Jonatán (1908-1996), Jorge (1910-1994), José (1911-2006), Andrés Hipólito (1912-1997), Benjamín (1914-1998), Rosita Elisa (1918-1994), Ana (1920-2001). Dos hijos fallecieron en la niñez: Daniel, (en 1901) y Alejandro (en 1916).

17 La pieza de los Riffel era la primera del lado izquierdo, a la entrada de la residencia. David Riffel había donado mil pesos cuando se construía el hogar de varones.

18 Juan fue director de departamentos en la Unión Austral y en la División Sudamericana. Daniel llegó a ser Diputado Provincial. Jorge fue pastor en Ecuador, Perú y Argentina. José trabajó en Argentina, Chile, Perú y Uruguay. Andrés Hipólito fue ahijado del presidente de la república, Dr. Hipólito Irigoyen. Fue pastor, trabajó en instituciones educativas, en la dirección de departamentos y en la administración, tanto en la División Sudamericana como en la División Interamericana. Trabajó en Argentina, Chile, Uruguay, Cuba, Costa Rica, Puerto Rico, Colombia y los Estados Unidos. Benjamín fue director de publicaciones y de otros departamentos en la Unión Austral, en Perú y promotor de ventas de la Pacific Press, en California.

19 El presidente de la Asociación era N. Z. Town, el vicepresidente J. W. Westphal, secretario y tesorero Arturo Fulton.

20 E. H. Meyers dirigió la obra de publicaciones de la División Sudamericana entre 1923 y 1927 (Meyers, 30).

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