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SOBREVALORAMOS LAS RECOMPENSAS INMEDIATAS DE LA MENTALIDAD DE SOLDADO
ОглавлениеUno de los aspectos más frustrantes de los seres humanos es nuestra facilidad para desestimar nuestras metas. Pagamos la membresía del gimnasio y casi no vamos. Nos ponemos a dieta y dejamos de seguirla. Cuando tenemos que escribir un artículo, procrastinamos hasta la noche anterior a la fecha límite, y terminamos maldiciéndonos por ponernos en esa situación.
La fuente de este autosabotaje es un sesgo presente, un rasgo de nuestra toma de decisiones intuitiva, según la cual nos preocupamos de más por las consecuencias a corto plazo y muy poco por las consecuencias a largo plazo. En otras palabras, somos impacientes, y cuando las posibles recompensas están más cerca, lo somos más.2
Cuando quieres adquirir la membresía para un gimnasio, en teoría, vale la pena. Pasas un par de horas a la semana haciendo ejercicio y, a cambio, te vas a ver bien y sentirte mucho mejor. ¿¡En dónde firmo?! Pero una mañana cualquiera, apagar la alarma y seguir durmiendo plácidamente o ir al gimnasio para dar un paso “imperceptible” en tus objetivos de salud, es mucho más difícil. La recompensa de dormir es inmediata, la recompensa de hacer ejercicio es difusa y tardada. Además, ¿qué diferencia hará una sesión de ejercicio en nuestros objetivos de bienestar a largo plazo?
Es bien sabido que el sesgo presente determina cómo decidimos comportarnos. Lo que no es tan sabido es que también determina cómo decidimos pensar. Al igual que quedarnos dormidos, no seguir la dieta o procrastinar en vez de trabajar, cosechamos los beneficios de pensar como soldados de inmediato, pero los costos son posteriores. Si te preocupa un error que hayas cometido y te convences de que no fue tu culpa, la recompensa es el alivio emocional instantáneo. El costo es que desperdicias la oportunidad de aprender de tus errores, y es menos probable que los prevengas en un futuro. Pero no te afectará hasta un punto incierto en el futuro.
Al principio de una relación (romántica, profesional, etcétera) es más efectivo sobreestimar los rasgos positivos de la otra persona. Cuando alguien te conoce, tiene muy poca información sobre tus cualidades como empleado o amigo, así que debe confiar en cuán seguro pareces de tus propias cualidades. Pero cuanto más tiempo conviven, mayor información recibe de tus debilidades y fortalezas y menos necesita recurrir a tu seguridad para determinarlas.
Ser demasiado optimista sobre tus posibilidades de éxito te motiva de inmediato. Pero esos beneficios disminuyen con el tiempo o incluso resultan contraproducentes cuando el éxito tarda en llegar más de lo que esperabas. En palabras de Francis Bacon: “La esperanza es buena en el desayuno, pero mala en la cena”.