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Trastornos producidos por el sistema neuroendocrino-péptido

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Existe un medio más para transferir los trastornos mente-cuerpo desde la mente hasta el cuerpo. Se trata del sistema neuroendocrino-péptido que gobierna la distribución hormonal del cuerpo. Los trastornos asociados a él constituyen un pequeño pero específico grupo de trastornos que parece hallarse entre la esfera física y la psicológica en sus manifestaciones:

– La bulimia.

– La anorexia nerviosa.

– La neurastenia (hoy conocida como fatiga crónica).

Tanto el deseo de ingerir alimentos en exceso como la incapacidad de comer parecen apuntar hacia algún poderoso factor emocional, aunque no sería de extrañar que en el ambiente médico que reina hoy en día apareciese alguien con una explicación puramente física para ambos trastornos. La bulimia y la anorexia nerviosa son generalmente tratadas psiquiátricamente.

Con respecto a la neurastenia, un grupo de médicos que representaba a tres de los colegios reales de Gran Bretaña, estudió el problema y presentó un informe en 1996 que indicaba que los factores psicológicos eran los más importantes en este trastorno y que el tratamiento más eficaz consistía en actividad física y psicoterapia. Existen evidencias anecdóticas (basadas en las numerosas cartas que he recibido) de que la lectura de mi libro Libérese del dolor de espalda ha curado a mucha gente con neurastenia. Esto es lógico, dado que la psicología subyacente es la misma en este trastorno que en el SMT.

Un estudio publicado en el New England Journal of Medicine en 1993 titulado «Interacciones neuroendocrino-inmunes» concluyó con esta afirmación: «La influencia del sistema nervioso central sobre el sistema inmunológico está bien documentada y proporciona un mecanismo mediante el cual los estados emocionales pueden influenciar el curso de dolencias relacionadas con la función inmune. El hecho de que los factores emocionales puedan afectar al desarrollo de enfermedades autoinmunes, del cáncer y de las infecciones en los humanos es un tema que está siendo intensamente investigado y que hasta la fecha no ha sido resuelto satisfactoriamente».

Este estudio abordaba la influencia de la red neuroendocrina sobre el sistema inmunológico y por lo tanto es relevante para los procesos alérgicos e infecciosos mencionados antes, así como para el amplio campo de las enfermedades autoinmunes y el cáncer. Lo menciono porque es probable que la red neuroendocrina también sea responsable de la bulimia, la anorexia nerviosa y la neurastenia. Una vez más, la red péptida proporciona el mecanismo mediante el cual los estados emocionales pueden producir estados físicos.

La bulimia, la anorexia nerviosa y la neurastenia son los equivalentes casi físicos del SMT. La experiencia indica que la ansiedad, la depresión y el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), todos trastornos puramente emocionales, también son equivalentes del SMT.

Volviendo al imperativo del síntoma mencionado antes, he observado que algunos pacientes, después de haberse librado del dolor gracias a alguna terapia química o a un placebo, se ponían ansiosos o se deprimen en lugar de desarrollar otro síntoma físico. Pero cuando estos síntomas emocionales mejoraban gracias a un tratamiento con antidepresivos o tranquilizantes, ¡el dolor regresaba! Otros pacientes que mostraban los síntomas del SMT y del TOC simultáneamente se libraban de ambos al participar en el programa terapéutico del SMT.

La conclusión es inevitable: la psicología que se encuentra detrás de los trastornos tanto afectivos como físicos es la misma, y la gente cuyo dolor es sustituido por ansiedad o depresión también está experimentando el imperativo del síntoma. Ésta es una afirmación atrevida porque supone expresar una opinión sobre el origen de la ansiedad y la depresión, trastornos que pertenecen al ámbito de la psicología y la psiquiatría. Sin embargo, se está sugiriendo que los estados afectivos, al igual que los síntomas psicosomáticos, también son reacciones ante poderosas emociones que residen en el inconsciente y que amenazan con acceder a la conciencia; por consiguiente, la buena medicina requiere que estas emociones inconscientes sean reconocidas y encaradas. Tratar la ansiedad o la depresión con medicamentos y sin recurrir a una psicoterapia profunda es simplemente mala medicina, y puede ser incluso peligroso si el imperativo del síntoma lleva a un trastorno grave, como una de las muchas enfermedades autoinmunes o el cáncer. Éstas no son conclusiones caprichosas basadas en conjeturas, sino que provienen de una experiencia clínica irrefutable.

Una palabra acerca de la red péptida: el científico que más ha contribuido a la comprensión de este sistema crucialmente importante y que de hecho ha escrito sobre «la bioquímica de las emociones» es la doctora Candace Pert. Ella ha descrito su trabajo en el libro Molecules of Emotions (Moléculas de las Emociones), una obra que debería ser leída por todos los profesionales interesados en cómo las emociones producen síntomas físicos. La red péptida explica la parte física del proceso psicosomático, pero también el efecto placebo, es decir, cómo la fe ciega puede llevar a una mejoría de los síntomas. Ya he señalado que el efecto placebo puede ser peligroso debido al imperativo del síntoma, pero tratar éste en lugar de la causa es en todo caso mala medicina porque casi siempre es algo transitorio, lleve o no a un síntoma sustituto. Los placebos pueden tomar muchas formas: la cirugía, una variedad de tratamientos físicos o los fármacos. Si el arquitecto celestial aboliese de repente el efecto placebo en los humanos, habría un caos económico, sobre todo en los Estados Unidos, porque una buena parte del tratamiento médico actual le debe su éxito al fenómeno placebo.

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