Читать книгу Flores de Bach - Eduardo H. Grecco - Страница 18

HISTORIA CLÍNICA

Оглавление

Otra herramienta de trabajo es la historia clínica, que desde su mismo nombre alude al hecho de construir un registro sistemático de los padeceres del paciente a lo largo del tiempo. Puede ser definida como un conjunto de informaciones ordenadas que siguen un sistema lógico de indagación, a partir de cuyos resultados se puede intentar establecer un diagnóstico.

De parte del terapeuta consiste en una labor que combina técnicas distintas –encuesta, pesquisa, averiguación, examen, sondeo y exploración– en un mismo procedimiento de investigación. Del lado del paciente promueve revelaciones, declaraciones, testimonios, manifestaciones, confidencias, aclaraciones, explicaciones, negaciones y afirmaciones, a veces realizadas con una gran dinámica participativa. El paciente ante la pegunta concreta puede genera todo un espacio de recuerdo, reflexión y comentarios que antes habían quedado olvidados.

Es bastante útil luego de la etapa de entrevistas abiertas realizar esta tarea. Este ejercicio da un buen panorama de aspectos que no se han investigado o que el paciente no ha relatado por alguna razón que habrá que descubrir.

Este instrumento no tiene en la Terapia Floral la misma cualidad que en la medicina por muchas razones, comenzando por las visiones diferentes de estas prácticas del arte de curar. Sin embargo, no hay que descalificar las herramientas por el uso que se les haya dado en otros campos, y sí rescatar su pertinencia a la hora de la tarea clínica. La relativa objetividad de una historia clínica puede conciliarse con la subjetividad de una entrevista, y los dos tipos de registros converger hacia un mayor entendimiento del paciente.

Tener una buena historia clínica del consultante es uno de los pasos más significativos en el proceso de decidir tomar un paciente en tratamiento. Sin embargo, la experiencia indica que es el punto de mayor fragilidad, el acto donde más errores se cometen. A veces por apuro, otras por impericia, las más porque no se tiene en claro la importancia de tal operación clínica.

La historia clínica remite al pasado con la finalidad de poder abordar inteligentemente el presente. No solo interesan los síntomas actuales sino los procesos y caminos que llevaron a su cimentación como tales.

No hay que olvidar que los síntomas actuales son afloramientos de cursos previos, latentes o no, profundamente arraigados, exacerbaciones de cronicidades o actualización de tendencias y predisposiciones que existen en todas las personas.

Esta consideración implica que toda indagación de la historia clínica debe incluir un listado, lo más completo posible, de los padeceres del paciente, con su cronología desde la infancia a la actualidad, así como las circunstancias de aparición, duración, consecuencias, etc. Lo mismo puede decirse de accidentes, shock, pérdidas y cualquier otra experiencia intensa que la persona haya vivido.

Estructura de la historia clínica

La historia clínica consta de dos segmentos básicos que convergen en un mismo acto clínico de diagnóstico. Por una parte, la anamnesis, que consiste en un interrogatorio dirigido que posee una estructura, un protocolo y un objetivo establecido; por la otra, el examen semiológico, que apunta a efectuar una evaluación de las diferentes áreas de conducta y el examen global de los sistemas y funciones psicofísicas del paciente. Algunas de las informaciones de esta encuesta tienen un carácter médico o psicológico y el terapeuta floral puede estar alejado de la posibilidad concreta de dar estas referencias sobre ellas. Sin embargo, los pacientes suelen tener conocimientos, por informaciones previas recibidas en consultas con otros profesionales en estas materias, y es positivo incluir tales datos con las reservas correspondientes. De todos modos, aunque lo que se pretende en la tarea floral es algo muy distinto a la del médico o el psicólogo, la responsabilidad sobre el paciente debe llevar al terapeuta a lograr obtener las evoluciones que sean pertinentes para poder brindarle una mejor ayuda.

1. La anamnesis

Este proceso incluye tanto la indagación de lo próximo como la crónica de lo remoto en la historia del paciente.

1.1 La anamnesis próxima

La anamnesis próxima o cercana es la parte de la historia clínica relacionada con los síntomas actuales y colindantes a la situación presente. Aquí también se busca información en relación con lo que el paciente sabe de su enfermedad. Hay siete preguntas básicas para ser formuladas:

• ¿Cuál es el motivo de consulta?

Se refiere a las quejas o dolores que llevan al paciente a la consulta. También es importante indagar los motivos inconscientes que lo mueven a pedir ayuda, el grado de conciencia de enfermedad que posee, si viene por opción o porque lo mandan, etc. Aquí hay que diferenciar los motivos manifiestos y los latentes, los dichos y los ocultos.

En una de sus conferencias Raúl Pérez relata lo siguiente:

Una pregunta importante, con frecuencia la primera que suelo hacer, es cómo llegó a consultar. A veces este dato lo tenemos en el primer contacto telefónico que establece el paciente para pedir asistencia; pero en otros casos debemos develar la incógnita durante la entrevista. Este no es un tema menor, ya que muchas personas, suelen venir por recomendación (o incluso por imposición) de familiares o amigos, pero ellos personalmente casi no tienen interés por realizar un proceso terapéutico. Otros concurren pero dicen que “no creen en las flores”.

Hay oportunidades en que la solicitud de entrevista la hace otra persona y no el propio interesado. Esto es normal en el caso de niños o adolescentes, pero no se justifica en personas adultas.

Cuando este es el caso, suelo decirle a quien llama que le dé mi número al paciente para que él proceda a llamarme, ya que debe “hacerse cargo” de su responsabilidad para comenzar un tratamiento. Muchísimas veces el paciente jamás realiza el llamado para concretar su entrevista. Otras, si se le otorgó un turno por medio de otra persona, el interesado no concurre.

El máximo ejemplo práctico que puedo ofrecer en relación con esto es el caso de una paciente que se hallaba en tratamiento conmigo y deseaba “ayudar” a una amiga que tenía varios padecimientos, recomendándole terapia floral. Como esa persona atravesaba en ese momento importantes problemas económicos, mi paciente no solo le reservó un horario para consulta, sino que dejó pagado el valor de la misma para su amiga, a pesar de mis recomendaciones en contrario, y mucho menos que abonara la consulta.

Lo concreto es que su amiga, con todas las dificultades allanadas, jamás concurrió a consultar. Es más, ni siquiera llamó para cancelar la entrevista.

• ¿Cuándo se iniciaron los síntomas?

Es importante ayudar al paciente a deslindar el inicio de las molestias actuales del origen de la enfermedad. Averiguar si se trata de un episodio evolutivo, de una recidiva, de la reiteración de una crisis, del agravamiento de un proceso preexistente, etc. Pero también es importante que el paciente describa bien las causas del dolor actual.

• ¿Cuándo comenzó la enfermedad?

Tratar de rastrear en la historia del paciente los primeros síntomas de la enfermedad y sus formas de inicio, así como la secuencia de síntomas que se fueron dando en el tiempo.

• ¿Cómo evolucionaron los síntomas?

¿Hubo etapas de remisión? ¿La evolución fue progresiva o insidiosa? ¿Hubo crisis? ¿Estas evoluciones están relacionadas con algo en particular?

• ¿Qué tratamientos le proporcionaron?

Qué tratamientos realizó para obtener cura y cuáles los resultados obtenidos. ¿Durante cuánto tiempo llevó a cabo cada uno? ¿Los hizo de un modo responsable?

• ¿Cuales son las molestias actuales?

Esta pregunta se cruza con la primera y gira en torno de cómo están los síntomas que el paciente tiene en el momento de la consulta. En este tema es valiosa la vivencia subjetiva del paciente en torno de sus padeceres, la descripción en imágenes vívidas y coloridas, que permitan al terapeuta tener un panorama de lo que sucede en cuanto a actitud y resonancia de la enfermedad en la conciencia psíquica. Del mismo modo es significativa la respuesta de la familia y de los amigos con relación a sus molestias. Esto es particularmente importante “sobre todo en enfermedades graves, donde además de todo lo que se pueda instrumentar como recursos terapéuticos, debemos considerar qué infraestructura social y humana rodea al paciente. En muchos casos, será necesario mantener entrevistas con miembros del grupo familiar, o amigos del paciente para asesorar o efectuar recomendaciones terapéuticas. En esas entrevistas además, se pueden obtener por medio de estas personas otros datos diagnósticos importantes” (Raúl Pérez).

• ¿Qué impedimentos provocan estos síntomas?

Es decir qué consecuencias conlleva para el paciente los síntomas que tiene, en términos de lo que le impide hacer y le hace hacer en su vida, qué beneficios le proporciona, qué límites le impone y qué reacciones emocionales le provoca.

1.2 La anamnesis remota

La anamnesis remota es la parte de la historia clínica en la cual se hace una crónica y registro de los antecedentes pasados del paciente. Incluye:

I. Los antecedentes personales

a) generales: lugar de nacimiento, lugares donde ha vivido, profesión y/o tarea laboral actual y anteriores, dónde y cómo vive, alimentación, hábitos, pasatiempos e intereses, un día de la vida y un fin de semana;

b) psicosociales: núcleo familiar, relaciones laborales, amistades, núcleos a los cuales pertenece, etcétera;

c) patológicos: enfermedades que haya padecido, operaciones, accidentes y antecedentes patológicos familiares.

II. El estado general del paciente

Peso, talla, tipo constitucional, tipo somático, estado de alimentación, sueño, dinamismo, expresión (ansiosa, melancólica, etc.), estado de conciencia, temperatura, pulso, tensión arterial.

III. Historia emocional del paciente

La reconstrucción de la historia emocional del paciente es una tarea decisiva en el terreno de la terapia floral y habla de los diferentes lugares en donde este se encuentra detenido y atrapado, y señala qué defectos debe corregir, ya que las emociones que no se pueden enfrentar indican el carácter de la falla a trasmutar. Es natural que una vía para trabajar sobre el desapego sean las pérdidas, en toda su extensión, y la emoción con la cual se responde ante estas circunstancias sea la tristeza. Que una persona no pueda convivir con la pena, la aflicción, etc., y reprima estos afectos en lugar de sentirlos, o se quede fijado o indigestado en una depresión, muestra la dificultad que tiene para dejar atrás los apegos. Así se puede seguir el rastro de esta emoción a lo largo de una vida, estudiando todo tipo de oportunidades que puedan ser incluidas en el rubro de pérdidas, tales como separaciones, extravíos, muertes, penas de amor, frustraciones, fracasos, quebrantos, caídas…

Pero además las emociones se despiertan y/o se aprenden en el seno de experiencias vinculares, y constituyen lo que de ellas no se ha podido elaborar, lo que de ellas se ha dejado pendiente. En cierta medida, su insistencia en retornar una y otra vez en la vida de alguien implica la necesidad de terminar de vivir algo que quedó incompleto. De manera que emociones y relaciones se espejan mutuamente y una da cuenta de la otra y viceversa.

Claro está que la vida cordial de una persona abarca mucho más que el campo de las emociones. Existen sentimientos, pasiones, temples anímicos, instintos, tendencias, pulsiones, necesidades y otras expresiones que configuran el espacio dinámico de la personalidad y son otras tantas variables afectivas a considerar.

Teniendo esto en cuenta, siguen algunas recomendaciones prácticas a la hora de construir la historia afectiva del paciente:

a) no guiarse solo por lo que el paciente dice sobre sus afectos, dado que cada quien menciona las cosas a su saber y entender, y lo que cita con un nombre puede aludir, en realidad, a una cosa diferente. Por lo tanto hay que interrogar al paciente en profundidad por los afectos preguntando lo más posible para aclarar sus dichos;

b) impulsar al paciente a que personifique lo más posible sus afectos en su cuerpo (¿En qué parte del cuerpo siente esa angustia, o ese miedo o esa ira?);

c) recordar que la mayoría de los afectos se expresan de un modo encubierto, con máscaras, y muchas veces están solo dramatizados en el cuerpo; es necesario intentar descubrir que hay detrás de lo aparente y manifiesto;

d) poner mucha atención a las diferencias y a los matices en la expresión de los afectos, ya que allí puede estar la clave;

e) tratar de relacionar sucesos de la vida del paciente con modos de respuesta afectiva, a fin de intentar establecer pautas de reacción emocional propias y particulares;

f) los afectos, en cualquiera de sus manifestaciones, raramente aparecen en estado puro, por lo cual es obligado realizar una descripción muy puntual de los mismos para poder aclarar su verdadero origen y naturaleza.

2. Examen semiológico

Se trata de investigar con criterio clínico el estado de los diversos sistemas psicofísicos del sujeto, y averiguar si presentan alteraciones anómalas de alguna naturaleza. La presencia de variaciones significativas en alguno de ellos, que se presumen perturbaciones del equilibrio natural, y un entendimiento emocional de lo que estas implican, facilita realizar ciertos acercamientos diagnósticos más precisos y globales sobre el malestar que aqueja a la persona que consulta.

El terapeuta floral no es médico, y aunque lo fuera enfoca su mirada sobre el cuerpo desde una perspectiva diferente a como lo hace este profesional de la salud. Los sistemas físicos, por ejemplo, son considerados sistemas emocionales; cada órgano, glándula o víscera es una organización afectiva, y dado que se piensa el soma como trabajando analógicamente con la emoción y viceversa, la información que pueda recolectarse sobre el cuerpo resulta una buena herramienta para complementar otras fuentes de datos del paciente.

En este territorio, el trabajo de la bioenergética, la psicosomática dinámica y la lectura emocional del cuerpo (fonología corporal) proveen de conceptos e instrumentos adecuados para la labor floral, ya que sus edificios teóricos están sustentados en formas de comprensión de la relación emoción-cuerpo cercanas a la teoría de las signaturas. Por eso no hay que excluir de la historia clínica floral la lectura del cuerpo sino transformarla en corporalidad, es decir, mirar al organismo biológico como parte de la personalidad, como algo vivo, subjetivo, cargado de afectos y biografía y como una estructura de lenguaje que habla por medio de sus formas, funciones y síntomas, a punto que es posible decir que la arquitectura y fisiología del cuerpo poseen una verdadera intencionalidad afectiva.

Flores de Bach

Подняться наверх