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EL CONCEPTO DE PROFUNDIDAD
ОглавлениеEn psicología con el término “profundo” se alude a lo inconsciente y que puede llegar incluso, en los planteos de Jung, a referirse a un ámbito arquetípico, colectivo y transpersonal. Algo profundo evoca algo muy medular, muy sustancioso, muy arcaico o muy escondido, en este caso con cierto sabor a secreto. Todos estos significados son posibles y enfrentan al terapeuta a la profundidad como un abismo del paciente en el cual debe sumergirse y bucear sin naufragar. ¿Cómo puede plantearse esta cuestión de una manera operativa en la clínica?
En primer lugar, se puede decir que el concepto de profundidad alude a un espacio opuesto y escindido de la conciencia. Lo que luego se predica de este ámbito es otra cuestión, que no es necesario indagar ahora. Entre ella y lo que no le pertenece, lo inconsciente, existe una relación de antagonismo complementario, en donde un término existe por la razón de la existencia del otro. El ser humano está integrado por capas y el alma es su profundidad más insondable y la personalidad su campo más superficial, pero dentro de esta última estructura existen niveles que van de la mayor conciencia hasta la máxima lejanía de ella. La conciencia no es unitaria sino un dispositivo de gradientes.
En segundo lugar, profundo puede implicar aquello que es nuclear y por lo tanto se diferencia y opone a la envoltura o apariencia de algo, idea que lleva a la relación que Jung planteara entre máscara y sombra, o en otros contextos: lo superficial y lo esencial, lo interno y lo externo. La labor que se desarrolla en el sendero terapéutico conlleva una cierta dirección orientada a mantener un compromiso con lo esencial de la persona y de su evolución, tema de insistencia en Bach.
En tercer lugar, la idea de profundidad conduce a todo aquello que es latente y que anida fuera de la conciencia, tanto del orden del pasado olvidado como de los talentos dormidos.
Lógicamente estos conceptos pueden articularse entre sí, pero su delimitación teórica es útil en la clínica. Sin embargo, todos ellos convergen en un punto que podemos denominar mismidad, que es el punto de la fidelidad al mandato del Alma que obliga a la persona a buscar armonizar estos opuestos y a ser ella misma.
Las esencias florales ayudan a la inmersión en la profundidad que cada paciente debe hacer, guiado por el terapeuta, en busca de su mismidad (borrando las disociaciones que fragmentan su energía), caminando con el objetivo de despejar las máscaras inauténticas (limpiando así los obstáculos que no le dejan tomar contacto con el núcleo de su verdadero ser) y enfrentando la tarea de actualizar sus potencialidades y desplegar sus dones (disolviendo los apegos emocionales).
2 La técnica de reconstruir partes de la historia del paciente con fotografías que lo muestran a través de distintas etapas de su vida es un recurso sencillo y práctico para “armar” ese material patobiográfico. Hay oportunidades en que resulta sorprendente apreciar la expresión que el paciente tenía en el rostro en determinados momentos de su vida, y ver cómo se ha modificado a través del tiempo, hasta la actualidad. Inversamente, en otros casos podemos ver que ese aspecto de miedo, tristeza, apatía, exaltación, etc., se ha mantenido a lo largo de su vida.
3 “Hay que considerar aquí que Chiozza hace un abordaje con su metodología de los enfermos ‘orgánicos’, o sea aquellos que presentan manifestaciones predominantes en el cuerpo físico. Si bien consideramos que toda enfermedad tiene un enfoque psicosomático e integral y puede ser comprendida en el contexto de la historia del paciente, en el caso de los ‘síntomas orgánicos’ las emociones están ‘sepultadas’ en lo profundo de la materia corporal, por ello no queda más alternativa que se expresen en este tipo de síntomas ‘puramente físicos’, como gustan decir quienes desarrollan un enfoque organicista de la medicina. En todo caso, reservan a las manifestaciones emocionales o mentales para utilizarlas como explicación en trastornos donde son claramente perceptibles, pero nunca serían capaces de detectar las emociones ocultas en un síntoma orgánico. Por este motivo, es interesante el aporte que Chiozza realiza para reconocer los afectos ocultos, que siempre están presentes, independientemente de la capacidad del observador para reconocerlos o no. El paciente ‘orgánico’ experimenta una especie de ‘anestesia emocional’, que le impide conectar sus síntomas tan ‘físicos’ con su trama emocional. A esa incapacidad de ‘sentir’, la moderna psiquiatría la denomina alexitimia” (Raúl Pérez).