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Introducción

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¿Cuántas VIDAS? Cada una de ellas con una Mochila al hombro o con una Caja de Pandora, muy pocos con una Patineta de fácil deslizamiento.

Personas sin rostros, algunas con máscaras, otras invisibles, pero cada una de ellas tiene vida. ¿Cómo serán sus días?

Esta inquietud siempre la tuve, así como el preguntarme a qué lugar iremos cuando caduque nuestra vida en la Tierra, ¡siendo tantos en el mundo!

Realmente me siento un puntito en la inmensidad.

Las caminatas que nombro no corresponden a estos tiempos de Pandemia. Me sitúo en días, meses y años anteriores a tal calamidad. A pesar que sí hice una para sacar fotos, cuando se permitió.

Me refiero a VIDAS, pero no a las Vidas en Cuarentena.

Hay días en los que camino y veo gente por todas partes, cada vez más y a pesar de los roces, los choques involuntarios, todos o casi la mayoría va tan deprisa, que no observa nada de su alrededor, sólo camina y generalmente rápido, él o ella y sus necesidades. Caminan sin ver, sin sentir, sin oír, sin atrapar sonrisas, gestos, posturas, aromas… Se escucha cuando se quejan porque hay adelante una persona que camina lento por necesidad y si la lentitud se debe a que están paseando, lo que se oye no es tan adecuado para repetirlo.

Las vidas me intrigan. Por ejemplo la mía.

Antes de la Cuarentena, uno de los días que salí a caminar, escucho de repente el sonar del celular, atendí y era Ana María –una amiga–, que justamente estaba en la zona donde vivo por lo que me preguntaba si podíamos encontrarnos. En ese mismo momento quedamos en reunirnos en El Trébol, ubicado en la esquina de Avenida Santa Fe y Uriburu, la dirección exacta es Avenida Santa Fe 2.198. Pedimos un café y un capuchino. Como volqué el café tuve que pedir otro. Las dos estábamos muy contentas de habernos encontrado. Las dos hablamos de nuestro quehacer diario. Ana María contaba sobre el amor por sus nietos y de las clases de Danza Contemporánea que tomaba, mostrándome también las pinturas intervenidas que tenía guardadas en su celular. Luego le hablé de mis clases de Expresión Teatral y Escritura Teatral, mientras ella me escuchaba feliz.

Cuando nos fuimos, la acompañé unas cuadras caminando y hablamos de caminar mirando a lo lejos, me lo sugirió Ana María ya que le había contado que a veces me produce mareos al ver tanta gente.

Hacía bastante que no nos veíamos. Fue un momento muy grato. Nos conocimos en 1.997 cuando le hice una suplencia en el Jardín de Infantes de la Escuela Normal N° 1, ella pasó en ese momento al cargo de Vicedirectora, y a partir de entonces hasta mi jubilación estuve en dicho Jardín y Escuela, con algunos viajes familiares de por medio. Ella me conoce y mucho, sabe mis debilidades y fortalezas, no sólo en lo profesional sino en lo más importante que es en lo que respecta a la vida.

Al día siguiente, me envió un dibujo que ella había pintado con acuarelas, era y sigue siendo tan bonito por los colores elegidos. El dibujo lo había compartido conmigo, lo que hizo que en un instante se abrieran las puertas de la inspiración, en mi caso, de escribir una novela y colaborar con algunas pinturas, fotografías, imágenes y dibujos. Ella acompañando todos los días en forma online con sus pinturas y buen gusto en la elección de las imágenes y fotos. Incluso haciéndome algunas correcciones o sugerencias.

Así fuimos dándole vida a la novela, poco a poco y las dos juntas, “tan lejos pero tan cerca” producto de la Cuarentena. El gran valor que tiene para nosotras esta novela es que la fuimos deleitando con placer, fue una invitación a continuar, a no separarnos de los personajes, que ya son parte de nuestras vidas, y seguirán contándonos más.

Así fue cómo surgió este escrito, en cuyos capítulos se van intercalando vidas y los personajes elegidos, que representan a cualquier persona que hubiera podido tener esas experiencias u otras.

Los lugares nombrados son reales, de nuestra ciudad o de viajes que hicimos. Se fue seleccionando variedad de fotos, de imágenes del banco de las mismas ofrecidas por Google, así como textos de libros, de diversos artículos, ya que más allá de escribir la novela es tener la inquietud de buscar y conocer aquello que no lo sé y en ese momento surgen en mí las ansias de conocer y dejar plasmadas para cuando alguien la lea.

Sin darnos cuenta al hacer esta actividad compartimos nuestras vidas para que ustedes conozcan algo de nosotras. Parece una telaraña en donde siempre hay un punto de conexión.

–ELENA

Vidas

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