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Capítulo i Arribo

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Su Ann, amiga desde la infancia de Peggy acababa de arribar a Ezeiza después de un largo viaje para volver a recorrer los paisajes argentinos, ya que hacía años que no volvía a su país de origen y sobre todo a la anteriormente Capital Ferderal –ahora Ciudad Autónoma de Buenos Aires– que la vio nacer y crecer.

Peggy la reconoció enseguida y le hizo señas que su amiga no vio. Tampoco observó que Su Ann la estuviese buscando pues se dirigió directamente a tomar un Autobús de Tienda de León.

Pensó Peggy, que entre el cansancio del viaje, la cantidad de gente que había, el calor y lo atropellada que Su Ann siempre fue, lo hizo de confundida y apurada. Aunque raro pareció porque se iba a hospedar en la nueva casa de Peggy y si tomaba el autobús dónde iría, ya que todavía no sabía cuál era su dirección.

En un instante Su Ann se perdió de vista y Peggy salió corriendo del Aeropuerto en busca del Autobús de Tienda de León. Tarde llegó, sí, la vio a través de la ventanilla pero el transporte justo cerró la puerta y arrancó.

Ya no entendía nada. Sólo atinó a percibir un sentimiento raro acerca de su amiga y una sensación de falta de respeto hacia ella. Tal vez estaba muy sensible y emocionada por la vuelta de su querida amiga, ilusionada por cómo había organizado todo para la estadía de la visita y por otro lado habían pasado tantos años que tal vez Su Ann había modificado demasiado su manera de ser por circunstancias vividas. De todos modos se presentaba un panorama un poco turbio, pareciendo un vidrio empañado.

Peggy fue en busca de su coche sin haber podido todavía comprender el motivo del desencuentro, regresando así, a su casa.

Tenía una cena de agasajo para Su Ann organizada para el siguiente día. Peggy no recibió ningún llamado telefónico y era imposible comunicarse con Su Ann. Tomó unos mates para tranquilizarse un poco mientras pensaba qué hacer.

A la media hora más o menos tocó el timbre Julián, su pareja. Él se encontraba extraño y sudoroso. Peggy le preguntó qué le pasó, a lo que él le contestó, sólo mucho tránsito y calor. Mientras Peggy le preparaba algo fresco, Julián preguntaba por su amiga Su Ann que había llegado de viaje. En ese momento su pareja contestó: –aquí no está. Agregando que tampoco sabía nada de ella, pero que llegar había llegado porque la había visto con sus propios ojos. Julián percibió que su amor se sentía engañada por su amiga de tantos años.

Cenaron ellos dos, conversaron, bailaron y Julián se despidió hasta el día siguiente.

¿Y Su Ann? ¿Dónde estaría? ¿Por qué tanto misterio? Se habían puesto de acuerdo telefónicamente y su amiga expresó estar feliz de hospedarse en su casa y recordar viejos tiempos, sobre todo los de adolescencia.

Peggy sabía que se dedicaba a la industria del perfume y solía viajar mucho para encontrar nuevos aromas, ya que no pertenecía a una familia perfumista tradicional, lo que había logrado era porque se había ido a buscar la vida y los perfumes la atrajeron y prosperó en esa área laboral.

Toda la noche dio vueltas en la cama, despertándose a cada rato, había algo que no le cerraba.

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