Читать книгу Recado confidencial a los chilenos (2a. Edición) - Elicura Chihuailaf - Страница 24

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En la posibilidad que –como oralitor– me otorga mi conocimiento del «documento oral» y del «documento escrito», le pregunto: ¿Cuánto cree saber usted acerca de la historia de la nación mapuche? ¿Cuánto cree usted saber acerca de la historia de la nación chilena?

En algunos de los párrafos de un «Manifiesto» publicado a comienzos de 1999 *, un grupo de historiadores chilenos dice lo siguiente:

«De un tiempo a esta parte hemos percibido un recrudecimiento notorio de la tendencia de algunos sectores de la sociedad nacional a manipular y acomodar la verdad pública sobre el último medio siglo de la historia de Chile, a objeto de justificar determinados hechos, magnificar ciertos resultados y acallar otros; casi siempre con el afán de legitimar algo que difícilmente es legitimable y tornar verdadero un objetivo que no lo es, o es solo la autoimagen de algunos grupos.

«La profusa difusión de verdades históricas manipuladas respecto a temas que inciden estratégicamente en la articulación de la memoria histórica de la nación y por ende en el desarrollo de la soberanía civil, nos mueve a hacer valer el peso de nuestro parecer profesional y la soberanía de nuestra opinión ciudadana sobre el abuso que la difusión de esas supuestas verdades implica».

Más adelante, dicen: «…en Historia se asigna la expresión «gesta, hazaña o epopeya nacional» solo a las acciones decididas y realizadas mancomunadamente por todo un pueblo, nación o comunidad nacional, actuando en ejercicio de su soberanía. Tal como durante siglos el pueblo mapuche luchó contra los invasores, o como se movilizó el pueblo chileno después de 1879, en la Guerra del Pacífico».

En la medida que la manipulación de la historia oficial chilena denota la intencionalidad de quienes manejaron la «idea» de Chile, ¿será necesario que transcriba aquí algunas líneas de ella?: «El nombre de Chile con que los aborígenes designaban a nuestro territorio…», dice. Y en el llamado período de la Colonia, a las victorias de nuestro pueblo, por ejemplo en Kuralava en 1598 y Boroa en 1606, las denominan «desastres». Claro, no es para nada sorprendente, dirá seguramente usted –y con razón–, no se trata de un texto de historia mapuche.

Hoy el Estado reclama el respeto para sus autoridades, lo que nos parece natural, me dicen; pero nada ha hecho hasta ahora para reparar, por ejemplo, la ofensa que la historia oficial ha inferido a una de sus similares en el mundo mapuche: la machi, la que –en una divulgada Historia de Chile de Walterio Millar, por ejemplo– es descrita como sigue: «Eran las médicas o curanderas. Hacían vida solitaria y se dejaban crecer el pelo y las uñas. Hoy se les conoce con el nombre de brujas».

En tanto ¿la participación del «pueblo» chileno se reduce, en esencia, a la página dedicada al Roto?: «Se erigió en la plaza Yungay de nuestra capital una estatua al roto chileno, el típico personaje representativo de nuestro pueblo, de sus hazañas y de sus glorias», dice.

* «Manifiesto de historiadores». Publicado en el diario El Siglo en febrero de 1999. Recogido por LOM ediciones, junto con otros textos, en septiembre de 1999, en la colección Libros del Ciudadano, serie Historia.

Recado confidencial a los chilenos (2a. Edición)

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