Читать книгу Recado confidencial a los chilenos (2a. Edición) - Elicura Chihuailaf - Страница 6
ОглавлениеDurante los dos meses que la versión final del presente libro, muchas veces recordé mis andanzas junto a mi hermano Carlitos en los bosques milenarios de la tierra de mis abuelos, en mi comunidad. Sabíamos adónde íbamos, adónde teníamos que llegar, pero las hojas del otoño o la nieve del invierno y, sobre todo, la enmarañada vegetación de la primavera solían ocultar las débiles huellas que nosotros mismos habíamos dejado. Así, muchas veces tuvimos que volver al punto de partida y rehacer el trayecto.
En cada uno de esos nuevos intentos, del aparente «error», aprendimos algo distinto. De lo efímero: las flores, las mariposas, los hongos, los insectos. Y de lo permanente (?): la lluvia, los árboles, los animales, las aves, el aroma, el sonido de los esteros, el viento y los sueños.
Preguntándome cuál será el modo, la vía mejor, para iniciar y ojalá consolidar una verdadera conversación con el pueblo chileno, con el ciudadano común, con usted, me instalé en mi escritorio a escribir lo que pensaba sería una «Carta confidencial a los chilenos». Varias decenas de páginas se fueron acumulando sobre él. En mi jornada de trabajo me detenía a ratos para observar el movimiento de las ramas del Foye / canelo –nuestro árbol principal– y de las ramas del hualle que desde hace años crecen en el patio de mi casa; o para vagar en el cielo azul, nuboso, o estrellado. Mas el ruido del tráfago de la ciudad era el recordatorio de que debía persistir en la tarea.
Confiando en la validez que tiene el expresar una opinión personal respecto de lo que sucede con la cultura, con el pueblo al que uno pertenece y, por lo tanto, con uno mismo en la diversidad que se es en su historia, seguí entonces adelante. Pero mi condición, mi convencimiento de ser un «oralitor», es decir, de que nuestra escritura la ejercemos al lado de nuestra fuente, la oralidad de nuestros mayores, me llevó a viajar hasta las zonas en que nuestras comunidades están sufriendo –ahora– más fuertemente la violencia generada por el Estado chileno. Llegué entonces a las comunidades de Lumaco, Traiguén y Alto Bío Bío. Y a Quinquén, en la zona de Lonquimay.
De regreso a Temuco, otra vez a orillas del bosque de la escritura, resolví rehacer el trayecto.
Me digo, ¿cuánto conoce usted de nosotros? ¿Cuánto reconoce en usted de nosotros? ¿Cuánto sabe de los orígenes, las causas de los conflictos de nuestro pueblo frente el Estado nacional? ¿Qué ha escuchado del pensamiento de nuestra gente y de su gente que –en la búsqueda, antes que todo, de otras visiones de mundo que siempre enriquecen la propia– se ha comprometido con el entendimiento de nuestra cultura y nuestra situación?
¡Nos conocemos tan poco! Aunque recientemente, ¿como sueños?, hemos efectuado también ocasionales Encuentros * que se han convertido solo en un mirarnos desde más cerca y que
–disculpándonos mutuamente esta especie de conformidad– al menos han evidenciado la enorme distancia en la que nos encontramos mapuche y chilenos, aun en la misma geografía –campos y ciudades– que sí «compartimos», hecho, este último, que incluso en la negación nos ha influenciado (en ambas direcciones, claro). ¿Cómo intentar comprender todo eso?
Es la razón por la que le entrego este Recado, lleno de cifras y de datos jurídicos necesarios –por lo mismo, inevitables– para establecer puntos comunes de conversación, en la dualidad del acuerdo y del disentimiento.
Es la razón por la que le entrego este Recado confidencial lleno de voces que quizás me «avalen» ante la suspicacia que el peso de la cultura dominante ha puesto sobre nosotros.
Recado porque es un mensaje verbal (que se hace de palabra). Confidencial, que se dice en confianza. La paradoja implícita en la coexistencia de nuestras culturas, de nuestros pueblos.
* Zugutrawvn: Reunión en la Palabra. Primer Encuentro entre oralitores (as) mapuche y escritores (as) chilenos (as), Temuco, 1994. Por ejemplo.