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3 La depresión como segunda marca
ОглавлениеClase del 23 de abril de 2020 a cargo de Lisandro Isasa
Bruno Masino
Tenemos por delante una reunión donde haremos dos movimientos. Primero, Lisandro Isasa expondrá un detallado trabajo sobre la depresión y la particular lectura que hacemos de ella en este seminario. A continuación, Jorge Faraoni agregará dos eslabones a nuestras referencias en lo que respecta a la elucidación de la época, la cultura y sus particularidades: las de Ernesto De Martino y Günther Anders. Como verán en ambas presentaciones se trata de desarrollos detallados que marcan en perspectiva y en prospectiva temas fundamentales dentro de nuestra investigación. Me refiero al malestar, el mal, el hombre máquina, así como también ese aspecto de la depresión cuyo rasgo particular vamos a intentar despejar hoy.
Emilio Vaschetto
¿Qué significa la depresión como segunda marca? Hemos conversado en la clase anterior sobre la promoción de esta categoría clínica a la luz de la situación actual. Comienzan a proliferar nuevos estudios sobre lo que se ha dado en llamar la depresión por aislamiento. El manual de clasificación norteamericano (DSM) en su quinta versión, ha demostrado ser un absoluto fracaso pues, entre otras cosas, la comorbilidad (presencia de dos enfermedades al mismo tiempo) hizo sucumbir las mismas categorías que se pretendía hacer consistir. Sin embargo, el revival del término depresión vuelve al estrellato bajo una forma de generalización asombrosa. La coronalengua ha difundido el sueño generalizado que —como en el cuento de Bradbury desarrollado en la clase anterior— no es otra cosa que la infección del pensamiento. Esa modalidad que Lacan afirmaba como el «discurso-oso» o el «discurso de uso corriente». ¿Qué nos salva? La urgencia de la angustia, la soledad de su causa. Paradójicamente, en el aislamiento nos salva un signo real de nuestra humanidad viviente. Lo único que podemos obtener de ahí son las respuestas singulares fundadas en un deseo.
Lisandro Isasa
Partimos de la interrogación acerca de lo actual en la clínica, tomando como hilo de lectura la ubicuidad del término depresión como aquello que derrama del campo de la psicopatología hacia el ámbito de la medicina general, e incluso habita el sentido común de la época. Aprovecho esta oportunidad para poder hacer un recorrido parcial, una lectura del malestar en la cultura, entendiendo que «malestar y clínica son fenómenos circulares que impiden ser pensados uno sin el otro»1.
En el contexto actual de aislamiento inducido por la pandemia del Covid-19, vemos un resurgir del término en distintos foros, como un intento por dar cuenta de los posibles efectos de dicho aislamiento. Proliferan las notas periodísticas que presagian una supuesta pandemia depresiva, consejos para evitar la depresión, aplicaciones de teléfonos inteligentes para combatirla.
En la época en que, al decir de Germán García, «el inconsciente se incorpora al lenguaje cotidiano como falta de intención»2, la depresión es un sentido a mano del público general para nombrar al mal que aqueja en una época «signada por la palabra ‘felicidad’ y acosada por los ‘accidentes’ externos, y la posibilidad de falta de rendimiento sexual y social»3.
Asimismo, como bien señalan José María Álvarez y José R. Eiras4, no carga con el lastre de marginación o peligrosidad implícitos en otros diagnósticos psiquiátricos para el lego, llegando a erigirse en sinónimo de perturbación psíquica.