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2. Definición

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Ya en la Antigüedad encontramos distintas definiciones de fábula 60 , y los mejores especialistas modernos también las han propuesto 61 , sin duda conscientes de que ése es el mejor modo de delimitar las características de un género tan escurridizo. F. R. Adrados resume y critica estas definiciones, desde una perspectiva que compartimos, al menos parcialmente. Es evidente, como él apunta, que la definición debe partir del examen de las fábulas que encontramos en las colecciones conservadas y no a la inversa; y es también muy cierto que las definiciones dadas hasta la fecha resultan demasiado estrechas, pues dejan fuera algunos de los rasgos típicos del género; sin embargo, en las colecciones modernas (La Fontaine, Samaniego, etc.) encontramos los mismos tipos de relatos que en las colecciones antiguas, de manera que la identificación entre fábula y relato animalístico no creemos que pueda proceder, como él apunta, de época moderna; en estas colecciones el género no aparece mejor definido que en las antiguas y la identificación a la que aludíamos parece derivar lógicamente del hecho de que una mayoría de relatos, tanto en las colecciones antiguas como en las modernas, está protagonizada por animales. Es interesante su visión de las llamadas fábulas anómalas 62 , al considerar que la determinación de qué es o no es fábula no debe partir de su origen (mito, anécdota, enigma, etc.), sino del grado de asimilación al esquema fabulístico. Efectivamente, pensamos que el carácter anómalo o marginal de una fábula depende de su adaptación a la estructura de la fábula y de la medida en que tenga los rasgos definitorios del género que vamos a ver a continuación. Desde este punto de vista, el número de fábulas marginales se acorta en gran medida.

Lo primero que hay en el origen de la fábula es el convencimiento del autor de que el mundo de los animales puede servir de ejemplo para ilustrar la conducta de los mortales, en principio sin intenciones morales tendentes a corregir esa conducta en un sentido o en otro, sino simplemente como un espejo. Por tanto, la primera característica de la fábula es que suele estar protagonizada por animales y suele tener una función alegórica que sirve para ilustrar la conducta humana 63 . Al ser un ejemplo, es algo que ocurrió una vez, en un momento determinado y que, por tanto, tiene un valor particular y concreto. Pero estas características, como las que vamos a ver a continuación, no son excluyentes: que una fábula no esté protagonizada por animales no quiere decir que no sea fábula, que una fábula no tenga valor ejemplar no quiere decir que no sea fábula, etc.; eso sí, habrá que explicar, cuando sea posible, qué razones inducen al autor de una colección a introducir allí un determinado relato que carezca de tales características.

Este exemplum , que, como es sabido, en su origen aparecía inserto en formas literarias mayores, tiene vocación de clarificar y es por lo general breve en extensión y de escasa complicación narrativa.

La representación animal de la conducta humana sigue básicamente, como hemos visto, dos esquemas de enfrentamiento: el de dos o más protagonistas entre sí —fábula agonal— o el de un único protagonista con situaciones difíciles o paradójicas —fábula de situación—.

El componente ilustrativo de la fábula parece tener una doble intención: entretener al lector, «provocando su risa» (risum movere) al menos en algunas ocasiones, y facilitar la comprensión de la situación que se pretende ilustrar.

La fábula es, por tanto, un género didáctico, pero las ilustraciones tienen también una función simbólica y entonces la fábula puede emplearse con finalidad crítica —mediante un animal se designa a un tipo humano— que puede permitir expresar lo que de otro modo no se podría decir 64 . Más adelante, cuando triunfan las escuelas éticas (a partir del siglo IV a. C.) la fábula empieza a adquirir, como muchos otros géneros, tintes moralizantes: no sólo muestra la conducta humana, sino que trata de modificarla en un sentido u otro. Es entonces cuando surgen lo que llamamos moralejas: el autor del relato intenta extraer de su contenido un principio de valor universal.

Avancemos en nuestra definición: un ejemplo de carácter alegórico, narrado con brevedad, como sucedido en una ocasión concreta y momentánea, protagonizado generalmente por animales que se enfrentan entre sí o a sus circunstancias, que, además de ilustrar una situación determinada, divierte por su comicidad, conlleva una evaluación moral universalizante y puede tener finalidad crítica.

En esta definición creemos haber dado los rasgos principales de la fábula. Muchas de las narraciones que encontramos en nuestras colecciones pueden carecer de algún o algunos de estos rasgos, pero si están en la colección es porque tienen muchos de ellos. De todos modos, Adrados acierta cuando opina que es mejor dejar abierta cualquier definición de la fábula.

Fábulas. Fábulas. Fábulas de Rómulo.

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