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El SENARIO DE FEDRO
ОглавлениеNo hay nada de sorprendente en que Fedro eligiera el yambo (sílaba breve + sílaba larga) para componer sus fábulas; metro satírico por antonomasia, apropiado, por tanto, para una poesía como la suya, y que, además, encontramos también en otros fabulistas, como Babrio, que probablemente siguen en este punto una tradición anterior. Sin embargo, sí ha llamado la atención el hecho de que nuestro autor se inclinara por el senario y no por el trímetro yámbico; es decir, que prefiriera la forma latina del metro, tal como la concibieron los poetas arcaicos. El senario de Ennio había sido criticado por Horacio en su Arte poética 124 y Cicerón lo consideraba demasiado próximo al sermo prosaico 125 . Además, Catulo (IV y XXIX) y el propio Horacio (Ep . XVI) habían escritos trímetros yámbicos a semejanza de sus modelos griegos. A pesar de todo, Fedro eligió el senario y ello lógicamente debe responder a razones poderosas, puesto que tal elección le enfrentaba con la preceptiva poética de los más grandes. A. Guaglianone 126 apunta algunas de estas razones: 1) La elección del senario se enmarca en la reacción literaria contra el clasicismo augusteo y la preferencia por los poetas arcaicos latinos. 2) El senario yámbico era la expresión rítmica de la poesía popular y Fedro reivindica el uso del género fabulístico como instrumento expresivo de las clases más humildes 127 . 3) El senario se adaptaba mejor que ningún otro metro a las exigencias del lenguaje fedriano.
A las razones aportadas por Guaglianone, cabe añadir el espíritu de reivindicación nacionalista fedriano frente a lo helénico, apreciable en su permanente confrontación con Esopo 128 , en su valiente aceptación del agón literario con Grecia 129 , en sus críticas del papanatismo imperante en su época que apreciaba más las falsificaciones de la antigüedad griega que las buenas cosas del presente romano 130 , y en esa reveladora y sorprendente invectiva contra la riqueza expresiva de la lengua griega que encontramos en Ap . 30, a propósito del nombre del castor (vv. 2-4: «ese animal al que los locuaces griegos llamaron castor, dando a una bestia el nombre de un dios, ellos que se jactan de su abundancia de palabras»).
Estas razones y algunas más que seguramente se nos escapan impulsaron a Fedro a elegir el senario, una elección que curiosamente no fue seguida por sus continuadores medievales, quienes desde Aviano prefirieron el dístico elegiaco, más elegante, desde luego, pero, a nuestro juicio, menos apropiado para un género con vocación popular y satírica.