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VIDA DE FEDRO

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Algunas fábulas de Fedro y, sobre todo, los prólogos y epílogos de sus libros revelan ciertos datos biográficos, que, aunque son sumamente controvertidos, constituyen un punto de arranque en la indagación de los principales hitos de su vida.

Desde luego los datos externos a su obra nos ayudan muy poco; quizá sólo sirvan para tratar de establecer cuáles eran sus tria nomina . En este sentido, Havet 19 aportó una inscripción 20 , que cree alude a un descendiente de nuestro fabulista, en la que se menciona a un C. Iulius Phaeder , hijo de Gaius . El nomen Iulius estaría en consonancia con el encabezamiento del manuscrito P , donde se dice que el fabulista era libertus Augusti; si este Augusto era Octavio, como parece probable, Fedro necesariamente habría adoptado el nomen Iulius de su patrono.

Sin embargo, el cognomen Phaeder en nominativo se contradice con la forma Phaedrus , que utiliza Aviano. Marchesi 21 apunta la solución: el griego Phaîdros admite la doble forma Phaeder y Phaedrus , como Eúandros, Evander y Evandrus . La forma fóneticamente latina sería Phaeder; Phaedrus es un cultismo, préstamo directo del griego, que se impone en latín vulgar. Con independencia de que el fabulista sintiera predilección por alguna de las dos formas —Phaeder con toda probabilidad— se comprende que Aviano pudiera escribir Phaedrus cuatro siglos después. El praenomen Gaius , que aparece en la inscripción y se corresponde con el del emperador, es también una posibilidad aceptable.

En el prólogo al libro III Fedro revela su origen tracio, orgulloso de haber nacido más cerca de Grecia que el frigio Esopo y de contar con paisanos tan ilustres como los divinos Lino y Orfeo. Unos versos más arriba afirma, sin embargo, que nació en el monte Píero (Ego quem Pierio mater enixa est iugo ) que se ubica en Macedonia; los críticos han tratado de solucionar esta aparente contradicción con opiniones distintas: que Fedro no tenía buenos conocimientos geográficos 22 , que en las vicicitudes de la guerra Fedro había nacido en Macedonia, aunque sus antepasados eran tracios 23 , que con la alusión al Píero el fabulista pretende ganarse a los círculos filohelénicos 24 , etc.

El Píero estaba muy próximo a Tracia, y el fabulista se consideraba tracio; parece que la alusión al monte donde habitaban las musas, en línea con la referida a Lino y Orfeo, es una metáfora con la que el poeta indica su excelente predisposición para la poesía. Por lo demás, no faltaba grandemente a la verdad, ya que, aunque tracio, pudo nacer bastante cerca de allí.

Apoyándose en la fábula III 15, donde Fedro hace un encendido elogio de la maternidad adoptiva, algunos críticos han postulado que el fabulista era hijo de una cortesana que lo abandonó cuando era de corta edad 25 . La verdad es que la fábula, ausente en la tradición esópica, resulta demasiado sentida para no tener algo personal, de manera que puede aceptarse que fuera expuesto y recibiera la protección de alguna nodriza. Es aventurado determinar en qué lugar se produjo esta posible exposición y su posterior adopción, pero cabe preguntarse si ésta ocurrió antes o después de su llegada a la urbe.

Parece claro que Fedro es autor de formación eminentemente latina 26 , como lo demuestran su dominio de la lengua y su adhesión a la cultura romana frente a la griega. Ello permite suponer que o bien nació en un colonia romana 27 o bien llegó en edad temprana a Roma. La mayor parte de la crítica se inclina por esta posibilidad; en concreto F. della Corte 28 supuso que Fedro, todavía niño, pudo ser conducido a Roma entre los años 13 y 11 a. C. entre los esclavos traidos por L. Calpumio Pisón 29 tras su feroz represión en Tracia y Macedonia. Aunque la hipótesis resulta difícil de demostrar, es sugestiva, y puede añadirse que en tales circunstancias Fedro pudo perder a su madre o ser abandonado por ella.

Si hacemos caso al título del códice Pithoeanus (Phaedri Augusti liberti liber fabularum) , hemos de pensar que Fedro fue manumitido por Augusto. Los especialistas discuten sobre la fecha de la manumisión y los motivos que se la valieron. L. Havet 30 considera que Fedro alcanzó la manumisión cuando la recibió su padre, pero en nuestra opinión su obra pretende en alguna medida llamar la atención sobre las injusticias que padece la esclavitud, lo que hace suponer que nuestro fabulista las sufrió en propia carne. Pensamos, en consecuencia, que el fabulista no pudo ser manumitido muchos años antes de la muerte de Augusto (14 d. C.) y seguramente por algún mérito intelectual difícil de concretar.

No parece que las fábulas, por lo que podemos ver, fuente de envidias y rencores, le otorgaran tal conquista. Seguramente fue el trabajo lo que le permitió alcanzar la libertad. En ese sentido, la erudición escolástica que se aprecia en su obra nos hace opinar con otros críticos 31 que Fedro tuvo una ocupación docente de no excesiva relevancia, tal vez paedagogus o litterator . De todas maneras, se han apuntado otras posibilidades difícilmente descartables: administrador financiero 32 , escriba del cuestor 33 , etc.

El punto más debatido de la vida de Fedro y quizá el más importante para asegurar su cronología, conocer mejor el ambiente que le rodeó e, incluso, comprender algunas de las ideas que aparecen en su obra es el que se refiere a su calamitas . Fedro alude en el prólogo del libro III a una injusta desgracia, de la que ignoramos las causas, en qué consistó, cuánto duró, etc. En el pasaje en que alude a ella menciona algunos datos más, que se han prestado a muy distintas interpretaciones. Veámoslo: III, pról. 39-44:

«Ahora, explicaré brevemente por qué se ha inventado esta clase de poesía que llamamos fábula. Un esclavo subyugado, como no se atrevía a decir lo que quería, trasladó a los apólogos sus propios sentimientos, burlando la censura con graciosas ficciones. De la senda de Esopo yo he hecho una vía, y he añadido nuevas ideas a las que él había dejado». Hasta aquí la traducción no es discutida, pero los siguientes versos admiten interpretaciones muy diversas: in calamitatem deligens quaedam meam, / quodsi accusator alius Seiano foret, / si testis alius, iudex alius denique, / dignum faterer esse me tantis malis, / nec his dolorem delenirem remediis . ¿Quiere decir Fedro que algunas fábulas han sido la causa de su calamitas , que espera que algunas le ayuden a superarla o que en algunas la ha descrito? ¿El Seianus que se menciona a continuación es el prefecto del pretorio de Tiberio? Si es así, ¿qué papel tuvo en la desgracia?

Creemos que la respuesta a tales interrogantes debe conjugarse con algunos datos más que a veces no han sido tenidos suficientemente en cuenta: ¿Quién es ese Éutico, al que está dedicado el libro III , del que Fedro espera una recompensa importante (cf. Ill, epíl., 8-9: «Te pido que a mi brevedad le des el premio que has prometido; cumple con tu palabra») ¿Quienes son esos noxii , «culpables», a los que alude en el mismo epílogo, algunos versos más abajo? (cf. epíl., 28-35: «Mi ánimo ha excedido el término que se propuso, pero difícilmente se contiene la voz, que consciente de su sincera integridad, es insultada por los ataques de los culpables. ¿Quiénes son?, preguntas. Aparecerán con el tiempo. Yo, mientras conserve la cordura, recordaré muy bien una frase que leí cuando era niño: ‘Murmurar en público es un sacrilegio para un plebeyo’»).

Para una exposición detallada de las distintas hipótesis remitimos a El Pensamiento de Fedro 34 . Aquí nos limitaremos a exponer la nuestra, en la que hemos tratado de conjugar todos los datos de que disponemos.

Creemos, en efecto, que Fedro alude en su prólogo a Sejano, el despótico prefecto de Tiberio, y admitimos para los versos 41-42 del prólogo la traducción de L. Havet: «porque si hubiera otro acusador, otro testigo y otro juez que Sejano…». No pensamos, sin embargo, que el fabulista aluda en sus apólogos veladamente a Sejano 35 ni que éste fuera el culpable de su desgracia, pues no tendría sentido la alusión a los noxii en el epílogo, donde nuestro autor apunta a una culpabilidad múltiple y se niega a dar nombres. Es posible que Fedro fuera acusado de tener amistad con Sejano después de que éste cayera en desgracia, y, probablemente, cuando dice que Sejano ha sido su acusador, su juez y su testigo, quiere hacer ver que no ha existido un juicio regular y que la acusación era por sí sola lo suficientemente grave como para condenarlo. Tácito y Suetonio insisten en resaltar las grandes persecuciones que se produjeron contra los amigos de Sejano tras caer éste en desgracia, así como la gran cantidad de acusaciones que se llevaron a cabo en un momento en que los delatores se prodigaron al máximo 36 .

Opinamos, como B. Romano 37 , que Éutico es el favorito de Calígula, del que habla Suetonio 38 , un auriga, tal vez de origen tracio 39 , con influencia y poder suficiente como para condonar, o al menos paliar, la condena de Fedro 40 .

Pensamos que las fábulas fueron el remedio y no la causa de su calamitas , pero no porque contase en ellas su desgracia, como opina L. Herrmann 41 . Fedro ha elegido algunos apólogos para que le ayuden en su desgracia (cf. deligens quaedam) , en concreto, los que componen el libro III . ¿De qué manera le serán útiles? Dedicándoselos a Éutico, quien le ha prometido un praemium , que, a juzgar por el sentimiento con que lo reclama, parece muy importante para Fedro; tan importante como podría ser la absolución de su condena.

En cuanto a los «culpables» del epílogo, creemos que se trata de aquellos que le acusaron de ser amigo de Sejano, aunque obviamente parece imposible precisar quiénes eran, dado que el propio Fedro se niega a revelar su identidad.

En resumen, Fedro fue acusado por ciertos individuos de tener amistad con Sejano, tras la caída en desgracia de éste; tal acusación debió acarrearle una condena que se mantuvo incluso tras el advenimiento de Calígula. El fabulista dedicó su libro III a Éutico con la esperanza de que le ayudara en su desgracia. De este modo, el poeta utilizó las fábulas como remedio de su calamitas .

Aunque no es posible precisar en qué consistió la desgracia de Fedro, es decir, cuál fue la condena que se derivó de la injusta acusación, creemos que no hay que pensar en otras posibilidades que no sean las del presidio o la del exilio. En favor de esta última se han aportado argumentos que, a nuestro juicio, resultan demasiado endebles 42 .

No sabemos si Fedro obtuvo de Éutico el praemium que solicitaba, pero lo cierto es que en el prólogo al libro IV aparece con un ánimo muy distinto. Sus preocupaciones son sólo literarias 43 y, según confiesa a Particulón, a quien está dedicado el libro y de cuya identidad no tenemos más noticias, su obra parece gozar de cierto éxito: «Yo ya he alcanzado la gloria, porque tú y otros como tú citáis mis palabras en vuestros escritos y consideráis que mi trabajo merece un prolongado recuerdo (vv. 17-19)».

Es posible que Éutico no necesitara intervenir y que sólo la llegada al poder de Claudio le proporcionase una nueva situación. Cuando escribe el libro IV , nuestro autor rozaría ya los sesenta años, pues en el epílogo al libro III confiesa que su vida había iniciado el declive (w. 15-16: «Mientras en mi declinar haya restos de vida…»). Pero aún escribiría su quinto libro dedicado a un tal Fileto, desconocido también para nosotros. En la fábula que cierra el libro el poeta revela su ancianidad, identificándose con un perro, en otro tiempo fuerte e invencible, que envejecido y sin fuerzas, dejó escapar la presa que su amo le mandó capturar: «El cazador, descontento, reprendió al perro. El viejo lacón le respondió: ‘No te abandonó mi valor, sino mis fuerzas. Alaba lo que fuimos, si ya condenas lo que somos.’ Ves bien, Fileto, por qué he escrito esto.» (V 10, 6-10).

Su muerte debió de producirse en los últimos tiempos del reinado de Claudio o en los primeros del de Nerón. Es decir, alrededor del año 55 d. C.

Fábulas. Fábulas. Fábulas de Rómulo.

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