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Estudios sobre fábulas o pasajes concretos de la obra

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1 Cf. A. CASCÓN , El pensamiento de Fedro en la tradición fabulística greco-latina , Madrid, 1998, pág. 100. En el epílogo al libro II lamenta que su obra llegue a manos de personas que no sepan valorarla, pero afirma que aguantará «con el corazón endurecido hasta que la Fortuna se avergüence de su error» (vv. 15-19). En el prólogo al libro III el poeta afirma que la posteridad se deleitará con sus escritos (v. 32: habebunt certe quo se oblectent posteri); más adelante, y en el mismo prólogo, asegura que la gloria debida a los poetas le será concedida (v. 61: quom iam mihi sollemnis dabitur gloria); también en el epílogo al libro IV señala que el nombre de Particulón vivirá en sus escritos mientras las letras latinas estén en auge (vv. 4-6: quare…/ Particulo, chartis nomen victurum meis/ dum manebit pretium litteris) .

2 Así titulaba este crítico italiano el capítulo de su Storia della letteratura latina dedicado al fabulista: «Fedro, il poeta degli humili» (Turín, 1964, II, pág. 377).

3 La datación de estas fábulas es discutida. Son tres las colecciones de fábulas base para las ediciones modernas de Esopo: la Augustana , que F. R. ADRADOS sitúa en el siglo IV o V d. C., aunque el fondo de la Colección pueda ser más antiguo (Cf., Historia de la Fábula …, II, pág. 264), la Vindobonense , del siglo VI , y la Accursiana , del siglo IX .

4 C. A. SAINTE -BEUVE , Causeries du lundi, La Fontaine (cit. E. MANDRUZZATO , Fedro. Favole , Milán, 1979, págs.71-72).

5 Cf., sobre todo, II epílogo, vv. 15-19 y III, prólogo, 31-32.

6 Cf. el promitio de IV 2: «es rara la inteligencia que comprende lo que el cuidado del poeta ha escondido en el rincón más oculto» y el epimitio de IV 11: «Nadie más que su autor podrá explicar cuantas cosas útiles contiene esta fábula».

7 Cf. epíl. II 10-11: «Si la envidia quisiera denigrar mis esfuerzos, no me arrebatará, sin embargo, la conciencia de que mi trabajo merece la alabanza» y 15-17: «Pero si, por el contrario, mi docto trabajo se topa con los charlatanes, a los que la naturaleza engendró en mala hora y no son capaces más que de criticar a los que son mejores…». También en pról. IV, 15-16: «Si la maldad quiere denigrarlo (el libro) por no ser capaz de imitarlo, que lo denigre».

8 A lo largo de los cinco libros de las fábulas se observa cómo FEDRO intenta reivindicar progresivamente su obra frente a la del fabulista griego. Así, aunque en el prólogo al libro I le reconoce como inventor del género (v. 1: Aesopus auctor… materiam repperit) y en el epílogo al libro II afirma que pretende continuar su obra con talante emulativo (v. 7: nec haec invidia, verum est aemulatio) , en el prólogo al libro III manifiesta, sin embargo, que él ha imaginado más fábulas que ESOPO y que «ha hecho del sendero de aquél un amplio camino» (vv. 38-39); del mismo modo, en el prólogo al libro IV , establece ya su famosa distinción entre fábulas Aesopias y Aesopi , indicando que con temas nuevos él ha creado muchos más relatos que aquél (vv.11-13: «fábulas, que yo llamo esópicas, no de Esopo, puesto que él enseñó unas pocas y yo he escrito muchas»); finalmente, en el prólogo al libro V acaba afirmando que la aparición del nombre de Esopo en su obra es una mera etiqueta que tiene la finalidad de dar mayor prestigio a sus fábulas (vv.1-3: «Si aquí y allá intercalo el nombre de Esopo, a quien ya antes he reconocido lo que debía, debes saber que es por causa de su autoridad»).

9 Cf. SÉNECA , Cons. a Polib . VIII 3: «no oso inducirte a que escribas con tu acostumbrada gracia fábulas y apólogos esópicos, un género no cultivado por el ingenio romano».

10 A. LORENZI , (Fedro , Firenze, 1955, págs. 7-12) expone las diversas opiniones de la crítica sobre este punto.

11 «Phaedriana», Rivista di Filologia e Istruzione Classica 17 (1939), pág. 139.

12 Cf. MARCIAL , III 20, 1-5: «Dime Musa qué hace mi Canio Rufo: ¿Acaso consigna en páginas inmortales las obras dignas de recuerdo de los tiempos de Claudio o aquellas que un escritor falso atribuye a Nerón?, ¿o bien imita las chanzas del malvado Fedro?»

13 M. V. Martialis epigrammaton libri , Leipzig, 1886, I, pág. 292.

14 Cf. «Marciale, Canio Rufo e Fedro», Giornale italiano di filologia 17 (1964), 122-148.

15 Cf. infra , Introducción a AVIANO , págs. 221-228.

16 Cf. M. MAÑAS , Fedro/Aviano. Fábulas , pág. 80.

17 En 1759 publicó sus Fábulas en prosa junto con sus «Consideraciones sobre la esencia de la fábula».

18 De las ciento cincuenta y siete fábulas de SAMANIEGO , al menos treinta y cinco están basadas en apólogos fedrianos. En algunas de ellas sigue tan fielmente el modelo latino que no resultaría exagerado hablar de traducciones versificadas; ello demuestra que Samaniego no sólo aprecia los temas fedrianos, sino también el estilo y el tono de sus fábulas. Sobre este punto, cf. A. CASCÓN , «Fedro en Samaniego», Revista de Filología Románica IV (1986), 249-270, y «Fedro y Samaniego: influjo estilístico y cambios ideológicos», Noua et uetera, Nuevos horizontes de la Filología latina , Madrid, 2002, vol.II, págs. 661-669.

19 L. HAVET , Phaedri Augusti liberti. Fabulae Aesopiae , París, 1895, pág. 260.

20 CIL VI 20181: C. IULIUS C. F. PHAEDER ET IULIA C. F. CAPRE…PATRI OP…D.S .

21 C. MARCHESI , Fedro e la favola latina , Florencia, 1923, pág. 36.

22 Según L. HERVIEUX (Les fabulistes latins. Depuis le siècle d’Auguste jusqu’à la fin du moyen âge , Hildesheim-Nueva York, 1970, págs. 7-12), el Pierio había pertenecido a Tracia en etapas anteriores y Fedro desconocía que en su época ya formaba parte de Macedonia.

23 Tal opinión es defendida por F. DELLA CORTE , «Phaedriana», pág. 137, y A. LORENZI , Fedro , págs. 29-33.

24 Cf. E. MANDRUZZATO , Fedro …, pág. 18.

25 Así, C. MARCHESI , Fedro …, pág. 53 y A. LORENZI , Fedro , págs. 35 y ss.

26 Sobre este punto, cf. A. CASCÓN , El pensamiento de Fedro …, págs, 52-53.

27 Cf. HAVET , Phaedri …, pág. 261.

28 «Phaedriana», pág. 139.

29 Cónsul el año 15 a. C.

30 Cf. Phaedri …, pág. 265.

31 Cf. F. DELLA CORTE , «Phaedriana», pág. 140 y A. LORENZI , Fedro , págs. 71 y ss.

32 Cf. L. HAVET , Phaedri …, pág. 264.

33 Cf. L. HERRMANN , Phèdre et ses fables , Leiden, 1950, pág. 141.

34 Cf. A. CASCÓN , págs. 56-72.

35 En tal sentido podemos apuntar las siguientes razones: En primer lugar, el mismo Fedro advierte en los versos 49-50 del prólogo al libro III que su intención no es criticar a personas determinadas, sino reflejar las costumbres y la misma vida. En segundo lugar, no hay una alusión clara contra Sejano, como lo demuestra el hecho de que los críticos no se pongan de acuerdo a la hora de citar las fábulas concretas en las que supuestamente se ataca al ministro de Tiberio; sólo coinciden en la fábula I 6, que conservamos relatada con escasas variantes en BABRIO (24) y ESOPO (127 CHAMBRY ), y es de suponer que si el fabulista latino hubiera querido vituperar a Sejano en este apólogo habría cambiado sustancialmente, como tantas veces lo hizo, el contenido de la fábula que la tradición le entregaba. En tercer lugar, hay que considerar que resulta muy fácil encontrar ataques contra un político despótico en la obra de un moralista como Fedro.

36 Cf. TÁCITO , Anales VI 21, y SUETONIO , Tiberio LXI 1.

37 «Phaedri fabulae III prol. 38-50», Bolletino di Filologia Classica 33 (1927), 309-314.

38 Cf. Calígula LV 2: «Era tan hincha y aficionado a la bandería de los verdes, que con frecuencia cenaba en sus cuadras y se quedaba en ellas, y en una de sus orgías, entre otras ‘apoforetas’, entregó al auriga Éutico dos millones de sextercios». (Traducción de V. PICÓN , Madrid, 1998)

39 Conocida la predilección de Calígula por los tracios (cf. SUET ., Cal . LV 3) y la habilidad de estos en la conducción de caballos no es aventurado suponer que Éutico hubiese nacido en Tracia.

40 La buena relación existente entre Calígula y Éutico se ve apoyada por el testimonio de Flavio Josefo, quien le define como un individuo querido por el emperador y sus soldados, pero de dudosa moralidad (cf. L. HERVIEUX , Les fabulistes …, I, pág. 24).

41 Cf. Phèdre et ses fables , págs. 135 y ss.

42 Cf. L. HERRMANN , Phèdre et ses fables , pág. 135, y A. MAIURI , «Fedro a Miseno», La parola del passato 11 (1956), págs. 32-37.

43 Aunque en el epílogo al libro III había declarado su decisión de no escribir más, en los primeros versos del prólogo al libro IV parece nuevamente ilusionado con su labor y condena su resolución anterior: «Cuando había decidido poner punto final a mi obra, con la intención de dejar suficiente materia a otros, he condenado en mi fuero interno mi propósito».

44 Colección principal de lo que conocemos como fábulas de ESOPO , cf. n. 3.

45 Para un conocimiento detallado de las colecciones de fábulas griegas y latinas, cf. F. R. ADRADOS , Historia de la fábula , I, págs. 61-150.

46 Para la elaboración de este apartado nos ha sido particularmente útil el capítulo «Terminología de la fábula greco-latina» de la Historia de la fábula …, I, de F. R. ADRADOS (cf., especialmente, las páginas 32-58).

47 Sobre los prólogos y epílogos de FEDRO y su relación con los de otros fabulistas, cf. A. CASCÓN , El pensamiento de Fedro …, págs. 115-125.

48 Ap . 2 y 6 son fragmentos, y hay quien piensa que se trata de moralejas de fábulas perdidas.

49 Ejemplos de este tipo serían: I 1 (El lobo y el cordero ); I 8 (El lobo y la grulla ); I 9 (El gorrión que aconsejaba a la liebre ); etc.

50 Cf. I 22 (La comadreja y el hombre ); I 23 (El perro leal ); II 1 (El novillo, el león y el ladrón ); etc.

51 F. R. ADRADOS , considera que las fábulas «de situación» deben incluirse entre las agonales (cf. Historia de la fábula …, I, pág. 164).

52 Cf. I 3 (El grajo orgulloso y el pavo ); I 4 (El perro que llevaba un trozo de carne a través de un río ); I 12 (El ciervo en el manantial ); etc.

53 Así, en I 7 (La zorra a la máscara de la tragedia ); I 15 (El asno al pastor viejo ); I 30 (Las ranas que temían los combates de los toros ); etc.

54 Así en I 2 (Las ranas pidieron un rey) , I 6 (Las ranas al sol) , etc.

55 Lo que ocurre en III 5 (Esopo y un pendenciero ); III 14 (Lo divertido y lo serio ); III 19 (Esopo responde a un charlatán ); etc.

56 II 3 (Esopo a otro: sobre el éxito de los malvados ); III 3 (Esopo y el aldeano ); IV 5 (El poeta ); Ap.20 (Esopo y el esclavo fugitivo ); III 9 (Sócrates y los amigos ) y IV 23 (Acerca de Simonides ).

57 Al menos cinco fábulas son de este tipo: III 1 (Una vieja a un ánfora ); IV 10 (Sobre los vicios de los hombres ); IV 24 (El parto de los montes ); IV 18 (Sobre la suerte de los hombres ); V 8 (El tiempo ); Ap . 7 (El autor ).

58 Cf. I 18 (La mujer que estaba de parto ); II 2 (La vieja que amaba a un joven al mismo tiempo que una muchacha ); III 4 (El carnicero y el mono ); V 2 (Los caminantes y el ladrón ); V 6 (Los dos calvos ); Ap . 29 (El joven y la meretriz ).

59 Sin duda, la inclusión de este tipo de relatos en la fabulística es de época tardía, tal vez por influjo estoico, y su contenido se aleja en gran medida del espíritu realista y «cruel» de la antigua fábula esópica.

60 F. R. ADRADOS discute las definiciones de Aristóteles, Aftonio y otros en Historia de la fábula …, I, págs. 36-39. Vid ., también, G. SANTANA , La fábula en Aviano , Las Palmas de Gran Canaria, 2004, págs. 17 y ss.

61 Cf. F. R. ADRADOS , Historia de la fábula …, págs. 39-43, donde se critican, sobre todo, las definiciones de Perry y Nojggard. Cf. también G-J. VAN DIJK , Aínoi, Lógoi, Mûthoi: fables in archaic, classical and hellenistic Greek literature; with a study of the theory and terminology of the genre , Leiden-Nueva York-Colonia, 1997, págs. 3-34 y 113 y ss.

62 Historia …, págs. 52-57.

63 Para referirse a sus fábulas, Fedro utiliza en seis ocasiones el término exemplum .

64 Cf. FEDRO , III, pról., 33-37: «Ahora, explicaré brevemente por qué se ha inventado el género fabulístico. Un esclavo subyugado, como no se atrevía a decir lo que quería, trasladó a los apólogos sus propios sentimientos, burlando las acusaciones malintencionadas con graciosas ficciones».

65 «Cuando Atenas florecía con leyes justas, una desenfrenada libertad invadió la ciudad y el libertinaje rompió el antiguo freno. Entonces, con el acuerdo de las distintas facciones, el tirano Pisístrato ocupó la ciudadela. Como los atenienses se lamentaran de su triste esclavitud (no porque aquél fuese cruel, sino porque resultaba duro para los que estaban desacostumbrados a todo tipo de carga) y empezaran a quejarse, Esopo contó la siguiente fábula».

66 «Todas las aves están contentas con sus propios dones, no quieras tener lo que no se te ha otorgado, no sea que tu esperanza frustrada se convierta en lamento».

67 Cf. Aunque el hecho puede estar justificado por el oscuro significado de la fábula, cf. nota ad locum .

68 Cf. infra , págs. 67-68.

69 Cf. Le fable antique II, les grands fabulistes , Copenhague, 1967, págs. 99 y ss.

70 Fedro justifica en el epimitio de esta fábula su excesiva extensión: «Me he extendido mucho en esta fábula, porque a algunos les disgusté con mi excesiva brevedad».

71 Cf. G. THIELE , «Phaedrus-Studien» I-II-III, Hermes , 41 (1906), 562-592; 43 (1908), 337-372; 46 (1911), 376-392. A. HAUSRATH , «Zur Arbeitweisse des Phaedrus», Hermes , 71 (1936), 70-103. B. E. PERRY , Babrius and Phaedrus , Londres-Cambridge (Massachusetts), 1965. F. R. ADRADOS , «Fedro y sus fuentes», Bivium. Homenaje a M. C. Díaz y Díaz , Madrid, 1983, págs. 251-274 e Historia de la fábula …, II, págs. 125-171.

72 Cf. F. RODRÍGUEZ ADRADOS , Historia de la fábula … II, pág. 166, y M. MAÑAS , Fedro/Aviano …, pág. 40.

73 Cf. sobre este punto C. GARCÍA GUAL , «Historia y ética de la fábula esópica», Actas del V Congreso Español de Estudios Clásicos , Madrid, 1978, págs. 179-208 e «Ideología y estructura de la fábula esópica», Estudios ofrecidos a E. Alarcos , I, Oviedo, 1977, págs. 309-322.

74 Ésta es la opinión defendida por F. R. ADRADOS (cf. Historia de la fábula …, I, págs. 619-650.), que nosotros aceptamos en buena parte; el influjo de esta escuela en otros géneros literarios próximos a la fábula, como la sátira, apoyaría tal idea. Sin embargo, GARCÍA GUAL demuestra que algunas de las ideas fundamentales de la fábula esópica, como la adecuación a la propia naturaleza, la crítica de la belleza y las apariencias, contra la vanidad y la jactancia, etc. se encontraban ya en la fábula griega de época clásica, (cf. «Historia y ética…», passim ).

75 Sobre el contenido de la fábula fedriana y la influencia de las diferentes escuelas filosóficas, cf., además del estudio de F. R. ADRADOS citado en la nota anterior, A. HAUSRATH , «Phaedrus», en RE , col. 1479, y M. MAÑAS , Fedro/Aviano …, págs. 44-74. También encontramos un interesante resumen en A. ZAPATA , Fedro. Fábulas . Madrid, 2000, págs. 27-31.

76 Su presencia es constante en la obra. Se muestra como un buen consejero en muchos pasajes (I 2; I 3; 1 6; Ap . 12; Ap . 20); en numerosas ocasiones se alaba su ingenio (III 3; III 5; III 14; III 19; IV 5; etc.) y, cuando se enfrenta a los malvados, resulta siempre victorioso (Ap . 9; Ap . 17; etc.).

77 La alabanza de la experiencia es perceptible en distintos pasajes de su obra: en IV 2, donde el ratón retorridus escapa a la astuta trampa de la senecta mustela; en V 9, donde el taurus doctior no consiente los consejos del novillo; en I 23, donde el canis peritus no se deja engañar por la repentina generosidad del ladrón; etc.

78 En el epílogo al libro II cuenta FEDRO cómo los atenienses honraron el talento de ESOPO erigiéndole una estatua (Aesopi ingenio statuam posuere Atticci) y en el prólogo al libro III afirma que con su inteligencia consiguió una gloria inmortal (aeternam famam condere ingenio suo) .

79 En diversos apólogos FEDRO condena, sobre todo, la actitud de algunos animales que, descontentos con su propia naturaleza, pretenden asemejarse a otros: I 3; I 11; I 13; I 24; III 18. En Ap . 3 el autor reflexiona sobre las cualidades de otros animales que el hombre no posee y recomienda estar contentos con las que nos han sido otorgadas: «Así pues, contentos con el don del invicto Júpiter, pasemos los años que nos ha otorgado el destino sin intentar más de lo que nuestra mortalidad permite».

80 Generalmente el jactancioso es ridiculizado por un personaje más inteligente (cf. I 11; IV 25; Ap . 9; Ap . 13 y Ap . 27); otras veces muestra los peligros que conlleva la actitud de quien se deja arrastrar por la necia vanidad (cf. V 7; y I 13).

81 Las riquezas comportan riesgos (II 7; Ap . 7; Ap . 30), y son un obstáculo para la sabiduría (IV 23), la libertad (III 7) o la virtus (IV 12). En otras fábulas hay largos alegatos contra los avaros (I 27; IV 21 y Ap . 1).

82 Hay dos moralejas en las que FEDRO rechaza con claridad aquello que no es útil «La fábula aconseja no hacer nada que no sea provechoso» (III 17) y Nihil agere quod non prosit fabella indicat (IV 25). En otros insiste en aconsejar lo útil frente a lo bello (I 13), o lo placentero (Ap . 7).

83 Este principio subyace en numerosos apólogos: I 7; III 8; III 4; IV 17; Ap . 10; V 5 y IV 2, donde, a propósito de la utilidad de sus sencillos apólogos, recuerda la falsedad de la apariencia: «No siempre las cosas son lo que parecen: la primera vista engaña a muchos».

84 La ineludible presencia del improbus aconseja necesariamente la desconfianza y en diversos apólogos se alaba la actitud cauta del personaje que prevé las asechanzas de su antagonista (I 19; I 25; I 16, etc.)

85 Fedro no aspira a corregir al malvado, se limita a dar consejos para rehuir en lo posible su influencia: no asociarse con el improbus (IV 11; I 31 y I 5); no ayudarle (I 8; IV 20); castigarlo sin conmiseración (V 3; I 26; I 28; III 2).

86 La falsedad es uno de los rasgos típicos del malus fédrico: canis calumniator (I 17); cervus fraudator (I 16); dolosa feles (II 4), etc. A pesar de percibir los problemas que a veces acarrea la sinceridad (cf. IV 13 y Ap . 17), parece convencido del triunfo de la verdad: «Algunas veces las falsificaciones son inicialmente provechosas a los hombres, pero con el tiempo la verdad se impone» (Ap . 5-6).

87 Cf. C. GARCÍA GUAL , «Historia y ética…», pág. 298: «Éste es el mensaje del fabulista: hay que adaptarse a una sociedad donde no impera otra ley que la fuerza mediante la astucia, la habilidad y el engaño, sin confiar en otra justicia ni en otra sanción divina que el éxito en la acción. Es un mensaje desilusionado, despiadado y pesimista, pero de una implacable coherencia lógica».

88 Los ataques contra el poderoso y la defensa del humilde son frecuentes en sus apólogos: (cf. I 5: «nunca es leal la alianza con el poderoso»; II 6 «contra los poderosos nadie está suficientemente seguro»; I 30: «Los humildes padecen cuando los poderosos disputan entre sí»). No hay, sin embargo, en su obra un espíritu revolucionario que instigue a la revuelta contra el poderoso (cf. Ap . 20), aunque sí un estímulo a la venganza (cf. I 28: «Por muy alto que se esté hay que temer a los de abajo, porque la venganza es accesible al que utiliza el talento») y la confianza en la intervención de una Providencia justiciera (cf. infra , n. 52).

89 M. NOGJAARD (La fable antique , II…, págs. 174-175) afirma que en las fábulas de Fedro existe una critica contra la monarquía. A. LORENZI (Fedro , pág. 139 y ss.), tras señalar la oscilación existente en su obra entre fábulas que favorecen la idea monárquica y fábulas que la atacan, acaba concluyendo que en nuestro fabulista se descubre un cierto favoritismo por la República. En nuestra opinión (El pensamiento de Fedro …, págs. 297-298), la critica de Fedro es de contenido social; rechaza al poderoso y parece importarle poco que éste sea Princeps imperial o cónsul republicano.

90 En III 15, una fábula particularmente sentida, concluye con este epimitio: «La bondad hace a los padres, no la ley de la naturaleza», y en III 8 un padre manifiesta a sus hijos la primacía de las virtudes éticas sobre las cualidades físicas. Pero la defensa de la institución familiar se percibe también en otros apólogos: III 10; Ap 27, etc.

91 Cf. A. CASCÓN , «Misoginia en Fedro», La mujer en el mundo antiguo , Madrid, 1986, págs. 281-287. En algunas fábulas, el hombre aparece como víctima de la mujer (II 2; Ap . 29); en otras se denuncia la falsedad e impudor de las mujeres (Ap . 11; Ap . 17; Ap . 15; y IV 15; de esta última sólo conservamos este fragmento: «formó la lengua de la mujer a imagen de la vagina. Luego la indecencia prolongó el parecido»).

92 Fedro parece convencido de que entre los hombres el triunfo de la justicia es imposible y ello por tres razones: en la búsqueda de sus intereses los hombres no dudan en comportarse injustamente (I 1; I 17, etc.); su ignorancia y estulticia los llevan a cometer errores que posibilitan la injusticia (V 5); la incapacidad natural del hombre para conocer la verdad impide el triunfo de la justicia (III 10).

93 Frente a su desconfianza en la justicia humana, FEDRO manifiesta su fe en la justicia divina, como se aprecia en I 17, donde la intervención providencial de los dioses castiga al culpable; en IV 26, donde son los dioses quienes castigan al pugilista que se niega a pagar a Simónides el precio de su elogio; y en Ap . 16, donde la intervención divina provoca el triunfo del pretendiente pobre.

94 Cf. A. CASCÓN , «Fatum y Fortuna en las fábulas de Fedro», Auguralia , Madrid, 1984, págs. 53-59. Son muchas las ocasiones en las que los protagonistas de las fábulas deploran su amargo destino: IV 21; III 18; Ap . 21, y, sobre todo, en V 6, donde se establece una clara distinción entre la voluntad de los dioses y el destino: «La voluntad de los dioses nos ha favorecido, pero por culpa del odioso destino hemos encontrado, como se suele decir, carbón en lugar de un tesoro» (vv.5-6).

95 Un ejemplo de tales incoherencias puede apreciarse en la fábula del ratón que se cayó en la sopa (BABRIO , 60), que no aparece en la colección de Fedro; el ratón, después de comer y beber hasta la saciedad, muere feliz ahogado en la sopa. El argumento es claramente favorable al placer, defensor de un carpe diem un tanto brutal, en el que subyace un epicureísmo trivial. Babrio, sin embargo, añade una moraleja claramente contraria a esta idea, mucho más en línea con los principios estoicos: «Serás entre los hombres como este goloso ratón si no rechazas lo que es dulce, pero dañino». La versión esópica del mismo relato (167) tampoco parece entender la idea central del apólogo: «La fábula muestra que los hombres soportan con facilidad la muerte cuando ésta llega sin dolor».

96 En el epílogo al libro III , Fedro, tras solicitar la ayuda de Éutico en su calamitas e indicar cómo el perdón se concede a menudo a los culpables, se califica a sí mismo de innocens (vv. 22-23: «A menudo alcanzó el perdón el reo confeso: ¿con cuánta más justicia no debe otorgársele al inocente?». Esto aclara, tal vez, por sí solo, la actitud de Fedro ante una justicia que, según él, le ha condenado sin motivos, y nos permite entender la defensa del innocens , personaje que aparece con relativa frecuencia tratado en sus relatos y del que se ocupa con especial delicadeza (cf. I 1; 5; 17).

97 En este punto hemos de considerar la posibilidad de que Fedro fuera abandonado por su madre en edad temprana, posibilidad que se apoya, como ya dijimos en su lugar pág. 18, en la fábula III 15. Por otro lado, A. LORENZI (Fedro , pág. 63 y ss.) se refiere a la relación de Fedro con las mujeres, indicando cómo algunas de sus fábulas dan pie a pensar en la posible homosexualidad del fabulista (cf. V 1; A 10 y IV 16).

98 Es muy posible que Fedro sufriera la esclavitud y, desde luego, a lo largo de su obra se presenta como humilis e innocens . En el epílogo al libro III confiesa su condición plebeya, al evocar el famoso verso de Ennio: «Yo, mientras conserve la cordura, recordaré muy bien una frase que leí cuando era niño: ‘Murmurar en público es un sacrilegio para un plebeyo’ (vv. 33-35). La cita es importante porque permite apreciar con claridad su firme convicción en que las injusticias que padece el plebeyo no tienen solución.

99 Este tono de queja que rodea a los términos fatum y fortuna , cada vez que aparecen en la obra, se apoya, además de en otras razones, en el desarrollo de su vida, que, como sabemos, trascurrió, en su mayor parte, por senderos no deseados por el poeta, como se aprecia en el epílogo al libro II : «soportaré con el corazón endurecido la desgracia establecida por el destino hasta que la fortuna se avergüence de su injusticia» (vv. 6-7). Es lógico que un individuo envuelto en circunstancias adversas y sin capacidad para sobreponerse a ellas, acepte, ante su impotencia, la idea de un destino inexorable.

100 El tema del «parecer y no ser» tiene paralelos en los autores satíricos romanos. N. TERZAGHI (Per la storia della satira , Mesina-Florencia, 1944, págs. 112-113), al señalar las semejanzas entre Fedro y Horacio, alude a la fábula IV 17, poniéndola en relación con la epístola I 3, en que Horacio advierte a Celso de la conveniencia de no aparentar lo que no es.

101 Se trata de un motivo literario común entre los satíricos romanos. Son conocidas las invectivas de Horacio contra los avaros, tan abundantes como viscerales. El rechazo de la avaricia es otro de los puntos de conexión que N. TERZAGHI (Per la storia … pág. 114) establece entre Fedro y Horacio. Recordemos también, entre otros muchos, los pasajes contra la avaricia de PERSIO (V 132-134); JUVENAL (XIV 107-331);, MARCIAL (IV 85); etc.

102 El tono impúdico de algunas fábulas de Fedro nos hace recordar la obra de otros satíricos romanos, como Horacio, Juvenal, Petronio o Marcial. Una libertad de palabra que se explica, según N. TERZAGHI (Per la storia …, págs. 7-98), por el influjo del cinismo. Tal vez en éste, como en otros temas, el fabulista sufrió una doble influencia del cinismo: una, a través del género fabulístico, otra, a través de la sátira.

103 La misma que encontramos en Séneca (cf. F. MARTÍN SÁNCHEZ , El ideal del sabio en Séneca , Córdoba, 1984, págs. 74 y ss.).

104 También en este punto es evidente la coincidencia con Séneca (cf. E. CONDE , La sociedad en Séneca , Murcia, 1979, pág. 129)

105 Algunos críticos han aludido ya al utilitarismo fédrico, poniéndolo en relación con el estoicismo (cf. F. CUPAIOLO , Itinerario della poesia latina nel I secolo dell’Impero , Nápoles, 1973, pág. 151 y E. MANDRUZZATO , Fedro … pág. 332). F. PRIETO (El pensamiento político en Séneca , Madrid, 1977, págs. 88-91) comenta la visión utilitarista de la sociedad que defiende Séneca, señalando la estrecha relación que se aprecia en el autor cordobés entre la bonitas y el beneficium , similar a la que encontramos en FEDRO (cf., por ej., III 15); el beneficio para Séneca no es sólo algo útil que permite funcionar a la sociedad, sino que además es una actividad amorosa.

106 En El pensamiento de Fedro …, hemos revisado las fábulas de Ademar, el codex Wisssembourguensis y Rómulo; la comparación con Fedro revela una serie de cambios en el contenido ideológico global de la fábula de los que entresacaríamos los siguientes: supresión de los argumentos impúdicos; más énfasis en la alabanza del siervo que en la del hombre libre; indulgencia con el estúpido; creciente protagonismo del bonus , como individuo ejemplar que suple al sabio y se opone al malus; suavización de la crítica contra las riquezas; e influjo del cristianismo, patente en ciertas alusiones monoteístas, en la admisión del perdón, la negación de la venganza o la desaparición del fatum .

107 Anotemos, como ejemplo, los casos de Vincent de Beauvais o Walter el Inglés, que en los prólogos de sus colecciones insisten, como Fedro, en el carácter formativo y de entretenimiento de sus relatos y lo hacen, tal como hacía nuestro fabulista, subrayando que debajo de su aparente trivialidad se ocultan enseñanzas muy útiles. Cf. V. BEAUVAIS : «para alejar el aburrimiento de los que escuchan con deleite tales cosas y al mismo tiempo porque debajo de su envoltura parecen contener ideas edificantes». Y WALTER : «Agradar y ser de provecho procuran estas páginas… Este jardín brinda fruto y flor… cuál dura cáscara la nuez buena esconde» (cf. la traducción en verso castellano de Matías López López, publicada en AA.VV., Fabulae. Las fábulas latinas de Esopo , Barcelona, 2001, pags. 239-375).

108 Cf. supra , n. 1.

109 L. HERRMANN , con argumentos muy discutibles a nuestro entender, le atribuyó las siguientes obras: Apotheosis Diui Claudi, Culex y Sententiarum liber (Cf. Phèdre et ses fables , Leiden, 1950).

110 Al hablar de los tipos de relatos, ya advertimos que éstos eran una innovación de Fedro. Cf. supra , pág. 28.

111 Cf. «Aportación a la estética de la fábula greco-latina: La brevitas fedriana», Emerita 54 (1986), pág. 145. Comenta Chaparro en este punto las palabras de Nojgaard: «la fábula fedriana corre hacia su final».

112 A. ROSTAGNI , Storia della lett. latina , vol. II, pág. 396.

113 Está claro que aquí SAMANIEGO , como en tantos otros lugares, sigue los trazos del pincel de Fedro: «Una de ellas asoma la cabeza, / y viendo a la real pieza / publica que el monarca es un zoquete/. Congrégase la turba y por juguete/ lo desprecian, lo ensucian con el cieno».

114 «Zeus, al ver su simpleza, echó una estaca en la charca. Y las ranas, al principio, asustadas por el ruido, se metieron en el fondo de la charca, pero como la estaca estaba quieta, salieron a la superficie y a tanto desprecio llegaron por su rey que, subiéndosele encima, se sentaban en él.» (Traducción de P. BÁDENAS , Madrid, 1978).

115 También aquí Samaniego ha preferido imitar la habilidad descriptiva de FEDRO , alejándose de la quizá más graciosa versión de LA FONTAINE (I 4): «Dos machos caminaban: el primero, / cargado de dinero, / mostrando su penacho envanecido, / iba marchando erguido / al son de los redondos cascabeles; / el segundo, desnudo de oropeles, / con un pobre aparejo solamente, / alargando el pescuezo eternamente / seguía de reata su jornada / cargado de costales de cebada.» Los versos del fabulista español nos permiten apreciar la justificada fama de la breuitas fedriana.

116 La comparación con SAMANIEGO , II 3 permite ver la elegancia de la breuitas fedriana: «Yo correr —dijo el asno— ¡Bueno fuera! Que llegue enhorabuena Marte fiero: me rindo, y él me lleva prisionero. Servir aquí o allí, ¿no es todo uno? ¿Me pondrán dos albardas? No ninguno. Pues nada pierdo, nada me acobarda: siempre seré un esclavo con albarda.» (vv. 16-22).

117 «Y por esta razón muchos hombres famosos, para solaz de su espíritu, en este género han escrito, huyendo a la vez del ornato y de la extensión excesiva. No encontramos en ellos palabra que sobre. Tan sucinto era Fedro que muchos le censuraron…» (VI 1, 9-15).

118 Cf. A. ZAPATA , Fedro. Fábulas , págs. 22-23 y 32-33.

119 Sin embargo, la versión de SAMANIEGO es un modelo de traducción fiel al texto y al estilo fedriano en lo que se refiere a la breuitas: «Lloraban unos tristes pasajeros / viendo su pobre nave, combatida / de recias olas y de vientos fieros, / ya casi sumergida, / cuando súbitamente / el viento calma, el cielo se serena, / y la afligida gente / convierte en risa la pasada pena.»

120 Cf. IV 2, 3-4: «Pero mira estas bagatelas con detenimiento: ¡Cuánta utilidad hallarás en estas naderías!».

121 Este proceso de trascendentalización de fábulas cómicas se repite en otros relatos: cf., p. ej., Calvus et musca (V 3), Asinus et lyram (Ap. 14), etc.

122 Cf. M. NOJGAARD , Le fable antique II …, págs. 93 y ss.

123 Cf. II 5, n. 98.

124 Epist . II 251 y ss.

125 Orat . 55, 184

126 «Fedro e il suo senario», Rivista di Studi Classici 16 (1968), 91-104.

127 Cf. III, pról. 34 y ss.: «Un esclavo subyugado, como no se atrevía a decir lo que quería, trasladó a los apólogos sus propios sentimientos»

128 Cf., supra , nota 8.

129 Cf. II, epíl., 8-9: «Y si el Lacio acoge favorable mi trabajo, tendrá más autores que oponer a Grecia».

130 Cf. V, pról., 1-7: «Si aquí y allá intercalo el nombre de Esopo, a quien ya antes pagué lo que debía, debes saber que es por causa de su autoridad, tal como hacen en nuestros días algunos artistas, que obtienen un precio mejor para sus nuevas obras si escriben el nombre de Praxíteles en su mármol, el de Mis en la plata pulida o el de Zeuxis en sus pinturas».

131 Cf. C. E. FINCH , «The Morgan Manuscript of Phaedrus», American journal of philology 92, 301-307.

132 El autógrafo de Perotti había sido descubierto por J. P. D’ORVILLE en la Biblioteca Farnese de Parma en 1727.

133 Fedro. Favole …, pág. 78: «La mediocre cultura (sua ignoranza del senario, per es.) e soprattutto la sua pochissima fantasia hanno salvato il testo da danni maggiori».

134 Cf. A. GUAGLINONE «Il codex Perottinus», Giornale italiano di filologia 1 (1948), 125-128. S. BOLDRINI , Fedro e Perotti. Richerche di storia della tradizione , Urbino, 1986; idem, Note sulla tradizione manoscritta di Fedro: i tre codici di età carolingia , Roma, 1990.

135 Cf. C. ZANDER , Phaedrus solutus uel Phaedri fabulae nouae XXX , Lund, 1921.

136 Cf., por ej., E. MANDRUZZATTO , Fedro …, págs. 293-327.

137 Sobre este punto, y para lo que se refiere a la fábula greco-latina, remitimos al tercer volumen de la Historia de la fábula … de F. R. ADRADOS . También puede ser de utilidad el comentario a cada fábula de Fedro que hacen M. MAÑAS (cf. Fedro/Aviano …, págs. 85-157) y G. SOLIMANO , Fedro. Favole , págs. 160-220.

138 Cf. A. CASCÓN , «Algunas traducciones de las fábulas impúdicas de Fedro», Actas de las Primeras Jornadas Nacionales de Historia de la Traducción , León, 1987, págs. 189-194.

139 Además de los que se anotan a continuación, véase también la completa y actualizada bibliografía que incluye el estudio de G. J. van Dijk (Leiden-Nueva York-Colonia, 1997), que citamos en su lugar.

Fábulas. Fábulas. Fábulas de Rómulo.

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