Читать книгу Lituma en los Andes y la ética kantiana - Fermín Cebrecos - Страница 32
1. La doble acepción kantiana del término “naturaleza”
ОглавлениеEn Kant, como sucedió desde sus inicios en la filosofía occidental, “naturaleza” implica un doble significado. En primer lugar, “naturaleza” (del latín natura, que es la traducción del griego physis) significa lato sensu (en sentido lato o genérico) la totalidad de las cosas físicas. En cuanto tal, está sometida a las leyes universales de la física y hace referencia a lo que ocupa un lugar en el espacio, posee un volumen y afecta a la quíntuple red sensorial externa. En sentido específico (stricto sensu), “naturaleza” se identifica con “esencia”, esto es, con lo que hace que algo sea lo que es y no otra cosa. Podría afirmarse, entonces, que la “naturaleza” stricto sensu (esencia) de la “naturaleza” lato sensu (o physis) consiste en ocupar un lugar en el espacio, ser volumétrica y accesible a la experiencia sensorial, mientras que la “naturaleza” (esencia) de la “naturaleza humana” ha de identificarse con aquello que hace que el ser humano sea lo que es y no otra cosa: el logos (la razón = la “humanidad”). En consecuencia, kantianamente hablando, “naturaleza humana” y “ser racional” son lo mismo.
Kant habla de un “sentido material” y de un “sentido formal” en la comprensión de la naturaleza. Interpretada en el primero como la suma total de los fenómenos, su “sentido formal” equivale también a otra suma total: la de las leyes que gobiernan la existencia de los fenómenos naturales. Dichas leyes, todas ellas subsumidas en la ley de causalidad, son conformes a un fin, y Kant concebirá también la “humanidad” o naturaleza humana de manera teleológica, de suerte que su propósito o fin habrá de entenderse como una analogía entre la ley universal de la naturaleza lato sensu y la ley universal de la moralidad. En consecuencia, podrá hablarse de un doble “reino”: el de la naturaleza y el de los fines (FMC, p. 129; Ak IV, núm. 438).
Se trata, entonces, de un procedimiento analógico, ya que, en consideración ontológica, Kant sigue siendo cartesiano: al ser racional no le pertenece, en cuanto tal, nada que tenga que ver con la naturaleza lato sensu y, por ende, la razón pura es una idea totalmente autónoma sin relación alguna con el mundo natural. En este se obedecen leyes ciegamente, mientras que la voluntad, en cuanto característica exclusiva de los seres racionales, es una facultad que puede, en su dimensión de “voluntad humana”, adecuarse o no adecuarse a las representaciones de la razón práctica (FMC, p. 95; Ak IV, núm. 412).