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O simplemente para conocer al otro

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En una guerra, o en cualquier tipo de conflicto, se intenta despersonalizar, caricaturizar o demonizar al otro para que no se le considere persona y así sea más fácil eliminarlo sin miramientos. El periódico Milicia Popular de 10 de enero del 37, ofrecía este retrato:

Nosotros conocemos a nuestro enemigo. Moros engañados con billetes de banca alemanes de 1914 [no eran tontos y les gustaba cobrar en monedas] y con la promesa de encontrar españolas que violar [les trajeron muchas prostitutas de Marruecos]; legionarios que sueñan el botín y el saqueo [unas dieciocho banderas al final de la guerra, no más de doce mil en activo]; camisas negras [italianos] que quieren transformar a España en una Abisinia [unas tres divisiones, cincuenta mil, que después, en 1938, se quedaron en diez mil]; mercenarios teutónicos [seis mil alemanes como máximo entre todos los turnos, pues solo pasaban ocho meses aquí] que piensan darnos una edición de los crímenes espantosos cometidos en su tierra y hacer de España un campo de concentración; falangistas y requetés [cien mil máximo] borrachos de odio, que desean inaugurar una orgía de sangre con los defensores del pueblo, con sus mujeres y sus niños; viejos generales [la mayoría se quedó del lado republicano] y señoritos degenerados [aquí sí hay que darles la razón, pero en pocos casos], cien veces traidores, que han vendido España al extranjero, frailes y curas, gendarmes en sotana, que con el fusil en la mano bendicen a los asesinos de pueblos indefensos.

Como se puede ver, se toma la parte por el todo (en torno a un millón doscientos mil combatientes) ya que más de las tres cuartas partes del ejército rebelde era de reemplazo, hombres movilizados por su quinta, lo mismo que en el republicano (un total de alrededor de un millón ochocientos mil).

El EPR realizó una intensa campaña en este sentido. No olvidemos que fue el partido comunista de la URSS quien inventó la agitprop (agitación y propaganda) y la supo utilizar:

La propaganda republicana busca la satanización del enemigo. De ahí que se impida el conocimiento de noticias, en las que se aluda a los intercambios —tan habituales por otro lado—, entre ambas trincheras. Hasta mediados de 1938 el enemigo no puede ser considerado como un español con las mismas necesidades y deseos que los republicanos. Es necesaria su desfiguración para que luche sin piedad: «También he sabido que igualmente se ha celebrado otra entrevista entre un oficial de los nuestros y un artillero de las filas facciosas, habiendo sacado la impresión que anteriormente dejo apuntada, o sea excelente; de las entrevistas celebradas hay detalles interesantísimos y que sería larguísimo enumerar».64

Pero, a pesar de los intentos de las altas esferas, entre los de primera línea había un genuino deseo de conocer al que pasaba los días enfrente. Eugenio Muñoz, de la 147.ª BM, escribe a Águeda Vergara de Torredonjimeno (Jaén):

Respecto a lo que me dices que no me fie de los fascistas, pues de sobra sé que no son buenos y que su falsedad es muy grande, pero dentro de eso allí hay muy buenos compañeros que si no están con nosotros es porque en aquel lado tienen a sus familias y les atemorizan con matárselas pero no porque no defenderían la Causa con tanto gusto como nosotros, pues el otro día estuvimos dos de cada parte y nos dimos un abrazo que era para habernos visto de cerca…65

Y Bernardo Rico, de la 55.ª BM, a su mujer Carmen Manzano de Castell de Ferro (Granada), en octubre del 38: «Querida esposa: sabrás cómo nos hemos venido de donde estábamos ayer, y hoy que te escribo nos sacan no sé para dónde […] Nosotros no nos revolvemos contra los fascistas porque son buenos y creen en Dios y la 55 que se lleva muy bien con ellos. Ya lo saben ellos».66

Bernabé Torrado, de la 181.ª BM, a José Costa, de la Base de Instrucción del IX C.E. [Cuerpo de Ejército]:

De por aquí te digo que a pesar de una guerra como es esta, hemos llegado a estrecharnos las manos con los fascistas, a los cuales suministramos papel y ellos a nosotros tabaco, anís y vino, en fin, te digo que fueron momentos tan emocionantes que no me es posible explicar en el reducido espacio de una carta, porque no creas que fueron y vinieron uno ni dos, que empezó por una posición y bajaron hasta de 6, con decirte que en grupos de a ocho, de diez y hasta de quince, se veían entre las líneas más de un centenar de hombres, todo esto bajo palabra de no tirarse ni un tiro, lo que se llevó a efecto hasta el final, y desde entonces hasta la fecha tan enemigos como siempre pero el aspecto que presentan son peores que los nuestros, tanto en vestuario como en cansancio de campaña, en fin, esto te lo explicaré verbalmente y no por escrito.67

Ya se sabe que retar al otro hace que ocurran cosas inesperadas. El 20 de julio de 1937 el frente del norte se estaba desmoronando y los nacionales ya estaban en la provincia de Santander. Un informe oficial del Estado Mayor del Ejército de Euskadi, recuperado por Corral del Archivo del Nacionalismo Vasco, ilustra la irracionalidad de la Guerra Civil:

En el día de ayer martes 20 de julio a las 12.30 de la mañana, y como resultado del siguiente dialogo sostenido de parapeto a parapeto ante una provocación por parte de los facciosos [se utiliza faccioso en el sentido de rebelde armado, o revoltoso, aunque algunos lo confunden con fascista] que literalmente fue lo siguiente: «A que no tenéis… de bajar al barranco» «¿Cómo que no?» «Pues mañana os esperamos a las 12.30» Un cabo y cuatro gudaris pertenecientes al batallón Lenago-il acudieron a la hora mencionada al lugar convenido encontrándose allí con varios soldados del campo enemigo. Estos al llegar los nuestros les invitaron a subir a sus posiciones a comer, aceptando los mismos dicha invitación traspasando las posiciones enemigas donde se encontraron con varios oficiales facciosos que les preguntaron si es que venían a entregarse, a lo que respondieron que invitados por sus soldados venían a comer. Dichos oficiales les acogieron con toda clase de consideraciones dándoles una suculenta comida, durante la cual dichos Sres. les insinuaron a quedarse al mismo tiempo que les enseñaban algunos lugares de emplazamientos de ametralladoras diciéndoles que disponían de cuatro batallones en línea y otros cuatro de reserva en Balmaseda. Retirados los oficiales antes mencionados un grupo de soldados vascos que se hallaban en sus alrededores corrieron presurosos ante nuestros gudaris manifestándoles que el mando tenía dispuesto un ataque sobre las cotas 494 y 509 del Pico de Untzilla, ataque que no se ha llegado a ejecutar por una orden del Alto mando, teniendo instaladas ya algunas Baterías para el desarrollo de la operación al primer aviso. Hoy mismo los gudaris han puesto en conocimiento de su Comandante observasen algunos movimientos en la zona enemiga; movimientos encaminados a la instalación de más baterías.

OBSERVACIONES de los cinco gudaris: Que las trincheras en que se halla el enemigo son deficientes lo que hace suponer que no sean estables. Que en las mismas se hallan los Batallones AMÉRICA Y SAN MARCIAL. Que si tuviéramos aviación pasarían a las filas leales. En tanto los gudaris se dirigían a sus posiciones, cuatro soldados del ejército enemigo hacían lo propio trasladándose a nuestras líneas, no introduciéndose en las mismas por no permitírselo el comandante del LENAGO-IL, por lo que permanecieron a unos 30 metros en espera del regreso de nuestros gudaris. A preguntas de la confianza de que les merecen sus gudaris el Comandante antes citado manifiesta ser de la máxima confianza y lealtad hacia la causa antifascista. Limpias 21 de julio de 1937.68

No olvidemos que la conquista de toda la provincia de Santander solo tomó diez días y apenas hubo muertos y heridos porque la resistencia fue poca. De hecho, los vascos se rindieron a los italianos el 24 de agosto (Pacto de Santoña). Fueron ochenta mil republicanos contra noventa mil rebeldes atacantes, aunque la estrategia militar dice que estos deben ser al menos tres a uno. El mito de los gudaris sigue por ahí y se denominó así también a los terroristas de ETA. Debemos precisar que soldado, en vasco, es soldatu. Gudari significa ‘guerrero’. Mucho más épico, pero inexacto.

Si bien en las charlas de trinchera a trinchera se solía alardear de lo bien que vivían para intentar dar envida a los otros, en los encuentros en el barranco ya se hablaba más distendidamente de las condiciones reales, como empleados de dos empresas que comparan sus condiciones laborales y la bondad o maldad de sus jefes. Parece ser que a veces se aprovechaba para avisar de que uno pensaba pasarse.

El poeta republicano Nicolás Guillén escribió un poema que fue lanzado a los nacionales en el Puente de los Franceses:

No sé por qué piensas tú,

soldado, que te odio yo,

si somos la misma cosa

yo,

.

Tú eres pobre, lo soy yo;

soy de abajo, lo eres tú:

¿de dónde has sacado tú,

soldado, que te odio yo?

Me duele que a veces tú

te olvides de quién soy yo;

¡caramba, si yo soy tú,

lo mismo que tú eres yo!

Pero no por eso yo

he de malquererte, tú;

si somos la misma cosa

yo,

.

No sé por qué piensas tú,

soldado, que te odio yo.

¡Ya nos veremos yo y tú

juntos en la misma calle,

hombro con hombro, tú y yo!

Sin odios ni yo ni tú,

pero sabiendo tú y yo

adónde vamos yo y tú…

No sé por qué piensas tú,

soldado que te odio yo.69

Lo extraño es que le dejaran escribir y enviar eso. Si lo hubieran leído, y comprendido, todos los soldados de ambos bandos podrían haber puesto fin a la guerra.

Al encontrarse con conocidos se intentaban cobrar viejas deudas. Como cuenta un reportaje de la revista republicana Estampa de 30 de enero del 37:

Los soldados, aburridos de la tranquilidad momentánea, se ponen a hablar con los de la trinchera enemiga.

¡Oye! ¿Os dejan hablar con nosotros?

Sí; hablar ahora, que no hay por aquí ningún jefe.

¿Hay alguno de la provincia de Soria entre vosotros?

Sí; yo mismo soy de cerca; pero aquí hay uno de Almadrones… [Almadrones es del norte de Guadalajara]

Llámale, que yo soy del pueblo de al lao…

Empieza a dar voces el de Almadrones.

¿Quién me llama?

¿Eres tú de Almadrones? ¿Cómo te llamas?,

Eugenio…

¿Tú eres Eugenio, el Pincho?

Sí… ¿Quién eres tú?

¿Qué quién soy yo? El que te va a romper la cara en cuanto te encuentre, porque todavía no me has pagao los seis duros que te presté para casarte…

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