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Canjes
ОглавлениеTambién se cambiaban personas, los denominados canjes.
El soldado catalán del ejército franquista de la película La Vaquilla, con mucho sentido común, quiere cambiarse por un aragonés del EPR para así estar cada uno con los suyos. El sargento nacional le da una bofetada pero no es capaz de contestarle cuando le pregunta qué problema hay en cambiarse por un soldado del otro bando. Algo que ahí se presenta como un absurdo veremos que se realizó en muchos casos con prisioneros o presos importantes. Y es que en la guerra también hay clases.
En la batalla de Brunete, el 6 de julio del 37, los republicanos apresaron a dos enfermeras nacionales, Carmen y Luisa Larios, de la alta sociedad malagueña (un hermano era piloto con los rebeldes y varios familiares habían sido asesinados en Málaga). Tras unos meses presas en Valencia, donde fueron obligadas a hacer unas declaraciones para un reportaje del Subcomisariado de Prensa y Propaganda, en diciembre fueron canjeadas por prisioneras que interesaban a los republicanos.18
El piloto americano Harold Dahl vino como mercenario muy bien pagado de los republicanos. Fue derribado, se lanzó en paracaídas y fue detenido. Tinker era otro piloto mercenario amigo suyo y se lo comunicó a Edith, esposa de Dahl, que escribió a Franco:
Mi esposo no es comunista, ni siquiera de izquierdas. Estábamos recién casados. No encontraba trabajo con el que mantenerme dignamente y aceptó volar para la República, por el sueldo. Sólo llevamos casados ocho meses. No tengo a otra persona en el mundo. Sé que usted es un hombre valeroso y de gran corazón. Le doy a usted mi palabra de que Harold no luchará de nuevo contra usted si tiene la compasión de liberarlo y enviármelo. Ahora que la victoria está casi a su alcance, la vida de un piloto norteamericano no puede significar mucho para usted. Yo fui actriz durante varios años, pero ahora he encontrado la felicidad a su lado. No la destruya. Por favor, responda a mi carta a fin de que sepa qué hacer y si puedo albergar esperanzas.19
Según Eslava, adjuntó una foto suya en bañador. Le respondió Millán Astray comunicándole que no lo fusilarían y que intentarían canjearlo. La noticia trascendió a la prensa mundial: «Franco perdona la vida de un piloto mercenario gracias al amor de una mujer. La cotización profesional de Edith sube como la espuma. Los clubes nocturnos de la Riviera en los que actúa la anuncian como “La mujer que derritió el corazón de Franco”». Dahl iba a ser canjeado pero la fama le fastidió pues al ser entrevistado le dijo al periodista «que a él le importan un comino las causas, que sólo lucha por dinero y que está dispuesto a volar ahora a favor de Franco. Naturalmente, los republicanos se olvidan de él y realizan el intercambio con otro prisionero». Su sinceridad le fastidió. Era cierto lo del dinero. Su amigo Tinker en siete meses ahorró más de veinte mil dólares entre sueldos (mil quinientos dólares al mes) e incentivos por derribos, y decidió rescindir el contrato.20 El 13 de junio de 1939, a los veintinueve años, Tinker se suicidó junto con el pasaporte falso que usó en España a nombre de Francisco Gómez Trejo. Dahl no fue liberado hasta 1940. Edith, su mujer, había triunfado en Estados Unidos con un espectáculo que se promocionaba con el eslogan: «La rubia que encasquilló las armas del pelotón de fusilamiento de Franco», y se divorció de él.21
Un canje famoso fue el del doctor Mariano Gómez Ulla, coronel médico, jefe del Equipo Quirúrgico n.º 1 instalado en el Hotel Palace de Madrid. Desde 1899 pertenecía a Sanidad Militar y participó en las guerras de Marruecos creando hospitales móviles a lomos de mulos. Al estallar la Guerra Civil su esposa y su familia se hallaban en zona nacional. Desarrolló su labor sin problemas hasta que un agente franquista, Mantecón, se dirigió a entregarle una carta comunicándole que su esposa estaba enferma. El agente fue descubierto y detenido por el Servicio de Información Militar, SIM (seis mil agentes tan solo en Madrid), y Gómez Ulla fue víctima de una trampa. Un agente republicano, Durán, le entregó la misiva el 26 de enero del 38, a la vez que le proponía pasarle a la otra zona. El doctor aceptó, pero le tendieron una emboscada en Bustarviejo, donde fue detenido por el SIM.22 Se le acusó de alta traición y fue condenado a muerte. Estuvo preso en Madrid y después en Barcelona, donde Fernanda Jacobsen, una escocesa que ayudaba en la sanidad republicana, se interesó por su caso ya que conocía su gran labor médica. Movió todos sus contactos diplomáticos y políticos, entrevistándose hasta con Prieto, pues iba a ser fusilado en breve. Habló con el Gobierno británico y con la prensa internacional.
La salud de Gómez Ulla, tras un año de prisión, era muy delicada. La campaña internacional tuvo éxito. Le fue conmutada la pena y en octubre se iniciaron conversaciones para su canje a través de la Cruz Roja Cubana, cuya representante, Dolores Quintana de Angones, se entrevistó hasta con Franco, quien aceptó el canje por el doctor José Bago, nacionalista vasco condenado a muerte. Se estableció la fecha del 23 de noviembre y el lugar: Toulouse (Francia). De ahí pasó a zona nacional. Dicen que a pesar de contar con cincuenta y nueve años de edad aparentaba ochenta. Fue depurado por el Gobierno franquista y se le exoneró de toda responsabilidad ya que se había limitado a proporcionar asistencia a los heridos. Al terminar la guerra fue ascendido a general. Falleció el 24 de noviembre de 1945.23 En junio de 1946 el Hospital Militar de Madrid recibió su nombre.
Otro caso interesante fue el del británico Rupert Belville, que estaba con los franquistas. Se corrió el bulo de que había caído Santander y decidió llevar un cargamento de bebidas junto con un amigo. Aterrizó y saltó del avión gritando ¡Arriba España! y ¡Viva Franco! Lo que desconocía era que la ciudad aún estaba en manos republicanas. Ambos fueron detenidos pero, a instancias del Parlamento británico, canjeados por dos oficiales republicanos.24
En las memorias del diputado de Izquierda Republicana por Guipúzcoa y ministro de Negrín, Mariano Ansó, leemos que al jefe carlista Lizarda «quien le había proporcionado la salida del país había sido Jesús Monzón, gobernador civil de Alicante, en virtud de un pacto por el que Lizarda se comprometió a obtener su canje oficial por el hermano de Monzón, preso en Pamplona».25