Читать книгу #QuedateEnCasa. Relatos en pandemia - Florencia Agrasar - Страница 7
Cómo nació este libro
ОглавлениеLa historia de esta colección de escritos, tan heterogéneos como nosotros mismos, no empieza en 2020 en nuestras respectivas casas, sujetos al ya famoso “aislamiento social, preventivo y obligatorio” que impuso la pandemia de coronavirus en casi todo el mundo, sino muchos años antes en las aulas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Católica Argentina.
Aquella época inolvidable de intenso estudio nos dejó pilas de apuntes, bibliotecas en constante expansión, sueños juveniles a veces cumplidos y a veces aún no revelados, anécdotas desopilantes, noches de brindis y una amistad inquebrantable que fue mutando y creciendo a medida que mutaban y crecían nuestras vidas personales.
Y entretanto, oculta en algún cajón por un tiempo aún más largo que el del consejo de Horacio, guardábamos una revista que fue el testimonio de nuestros últimos años como estudiantes: De Abstemios y Beodos. El título en el que sintetizamos nuestros espíritus multiformes reunía pequeños ensayos, poemas, cuentos breves y sobre todo muchas ilusiones y proyectos. Guardados, pero no olvidados, durante casi tres décadas.
En estos años enseñamos, escribimos, nos casamos, nos consagramos, nos separamos. Seguimos siendo hijas, o dolorosamente nos despedimos de serlo, y fuimos madres con el cuerpo o el alma. Estudiamos y aprendimos. Olvidamos y volvimos a aprender. Entre colegios, redacciones, bibliotecas, editoriales y hasta maternidades, las amigas que nos conocimos en las aulas nos vimos, nos dejamos de ver, nos encontramos de nuevo, adoptamos a una, incorporamos a los dos nuevos e imprescindibles autores que integran esta antología, y un buen día llegamos a 2020 con muchos planes que un bicho microscópico se encargó de desbaratar del primero al último con prolija contagiosidad.
El último día del verano iniciamos el aislamiento. Durante las primeras semanas del otoño aún era una novedad. A mediados del invierno ya rozábamos la desesperación: nos habíamos acostumbrado al teletrabajo, habíamos visto las series pendientes, luchado con las imágenes congeladas en Zoom, asistido a funciones de teatro virtuales y agotado hasta las recetas de pan de masa madre. A veces parecía que no había mucho más por hacer.
Pero como todos los grupos de amistad en esta época, tenemos uno en WhatsApp para compartir ideas, charlas, recuerdos, socorros mutuos. Y ahí mismo alguien propuso un día de invierno participar en el Mundial de Escritura, una suerte de original “competencia” que nos obligaría a escribir, bajo consignas, al menos tres mil caracteres diarios durante catorce días. No hizo falta más: en pocos minutos ya se había armado el grupo. Algunos lanzados de cabeza con el entusiasmo stakhanovista de toda la vida, otros de prepo prestando su pluma para completar el grupo. Y empezó la aventura.
Poco a poco nos ganó el entusiasmo. Había quien se despertaba a las seis de la mañana para descubrir tempranísimo la consigna del día; había quien trasnochaba para escribir; había quien se inspiraba en un instante y quien vertía sangre, sudor y lágrimas para destrabar una idea fugitiva. Una vez más, la amistad nos envolvió con su abrazo protector y se potenció gracias a los escritos y lecturas mutuas, convertidas en claves de interpretación de vidas propias y ajenas. La catarsis saltó de las clases de griego a nuestras pantallas y los tres mil caracteres diarios fueron como un complemento de otro proyecto nacido en pandemia, la lectura dominical de la Odisea de Homero, que hacía parecer tranquilas las peripecias de nuestro obligado aislamiento. Nuestro Mundial se ganó un grupo paralelo en WhatsApp, y cuando terminó tuvo –como en la despedida de los grandes shows– su propio bis: lo llamamos Mundialito, alias De Abstemios y Beodos II, con nuevas reglas y participantes. Nuestra manera de reafirmar las promesas de juventud. Y volvimos a ser personajes en busca de autor, y autores en busca de personaje, unidos por la amistad y las letras por encima de la cuarentena y las distancias.
Al llegar la primavera sin traernos la tan esperada y plena libertad, nació la idea de reunir una selección de nuestros relatos. Los elegidos aquí presentes son apenas un recorte posible, reordenados e independientes de las consignas –a veces subyacentes pero invisibles– que los hicieron nacer. Y cada uno va acompañado por una canción porque en muchos estaba presente la música, dicha o no dicha, y terminó por nacer una playlist que acompaña y completa la lectura.
Haber escrito estos relatos no cambiará el mundo pero sí cambió el nuestro, abrió ventanas en el encierro para que entraran la luz y el aire de las ideas, y nos unió en un año tan singular que esperamos, de todo corazón, que no vuelva. Pero que algo valioso deja: un poco de lo que somos y mucho de lo que queremos ser, la renovación de los sagrados votos de la amistad y el eco nostálgico de aquel pasado que nos sigue reuniendo en el presente. §