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4.2 La estética, el software, lo natural y lo artificial
ОглавлениеUna de las consecuencias de la museificación y de la consecuente reducción a simulacro de la realidad es que se pone en juego el límite entre lo natural y lo artificial,64 un asunto de primera importancia estética y ética. Para comenzar, habría que verificar si realmente la diferencia entre natura y artificio es algo obsoleto, como parece pensar Alessio Mannucci:
Como podrían decir Maturana y Varela, somos el resultado de una evolución que nos acopla estructuralmente a nuestros instrumentos tecnológicos [...] es una real mistificación concebir el lenguaje, la cultura y la técnica como contrapuestos a la naturaleza: estos pertenecen con todo derecho a los procesos naturales y, por lo tanto, no tiene sentido oponer lo natural a lo artificial [...].65
De acuerdo con esta lógica, parece legítimo equiparar el arte con la vida y la vida con el arte, donde dentro del arte podríamos poner a la misma ciencia (gracias, como hemos visto, a la informatización de la investigación y a las simulaciones). La peligrosidad de semejantes teorías es algo de lo cual los artistas también deberían ocuparse. En efecto, el Critical Art Ensamble, un grupo de artistas y científicos activos políticamente, ha señalado, en La invasión molecular,66 los peligros de la nueva política de colonización transgénica y la necesidad de oponerse a cualquier uso arbitrario y criminal (¿estético?) de las biotecnologías. Pero la acción de este grupo, y de grupos similares, no supera el cerco del sistema del arte, aunque alternativo, y su peso mediático es escaso, a pesar de que las nuevas tecnologías les permitirían modificar las jerarquías de la comunicación, obtener mayor visibilidad y encontrar nuevas y más creativas formas de crítica. Señalo estos aspectos porque me parece que lo que hay que hacer es salir, finalmente, del dominio del arte, en el cual también las mejores formas de oposición quedan atrapadas, y encontrar una auténtica ética de resistencia para las dinámicas científicas y estéticas.
La razón para diferenciar lo natural y lo artificial, el arte y la vida, entonces, tendría que buscarse dentro de una perspectiva sistémica. Es decir: si lo artificial es parte del dominio natural (o viceversa), se asume que todo puede ser creado y manipulado, que la bioingeniería se incluye como parte de la naturaleza, así como sucede en el arte (se entiende, porque todo parece permitido y que no existe una escala de valores).
Alternativamente, el punto de vista sistémico permite mostrar que tecnología y arte, si quieren participar de un solo conjunto, tienen que hacerlo de modo coherente y sano, lo que es posible si, y solo si, colaboran con lo natural y lo retroalimentan armónicamente, puesto que es lo natural lo que crea lo artificial y no viceversa.67 No siempre lo natural, por lo tanto, tiene que aceptar a lo artificial; para esta clase de cuestiones, por supuesto, no hay recetas ya listas, el equilibrio se encuentra debatiendo caso por caso, y es tanto inventio como creatio.68 El arte necesita más humildad y respeto, sobre todo cuando pretende legitimarse más allá de los límites morales y sociales. Dicha dificultad implica que es muy fácil y tentador caer en la deconstrucción, esto es, insistir en el ataque destructivo al sistema del cual somos parte, una postura que se vuelve instrumento del no pensamiento y que ayuda al poder a mantenerse en su lugar. Lamentablemente, el arte que construye es lento, seguramente poco espectacular y sin garantías de éxito de visibilidad mediática.