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3.1 Teorías de la complejidad

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Para algunos, la complejidad y lo que no tiene medida —porque es algo mayor que la suma de sus partes— emerge por combinaciones de procesos simples, mensurables y cuantificables; para otros, no es algo superior a la razón, sino producto de sus mismos límites; por último, hay quien dice que la auténtica complejidad es incognoscible. Así, son ejemplares la interpretación de la complejidad, de Murray Gell-Mann, padre de la teoría de los quarks y premio Nobel de Física, y la teoría del orden implícito, propuesta por otro gran protagonista de la física contemporánea, David Bohm.

En el Quark y el jaguar, el más conocido libro de Gell-Mann, el fenómeno de la complejidad (el jaguar) nace por combinaciones de lo simple (el quark), un proceso combinatorio que no requiere del aporte de un agente externo (Dios, los extraterrestres…) para cumplir el salto de la materia simple a la complejidad de los organismos vivientes. Gell-Mann niega, en otras palabras, que lo complejo, el misterio, lo sublime, sean el milagro de una especie de espíritu universal, y destruye así la complejidad como último refugio de los místicos. Una perspectiva análoga a la teoría de las variables escondidas, que Einstein formuló para refutar la interpretación (sublime, en cuanto fuera de medida) de la física cuántica de Bohr.

También la teoría de Bohm44 trata de refutar la interpretación de Copenhague y de superar algunas de sus contradicciones, pero sin rechazar su afán místico, pues intenta conciliar ciencia y metafísica, física y filosofía (lo que termina, como justamente ha señalado Horgan, en una postura más filosófica de la que adoptaron el mismo Bohr y sus seguidores, como Wheeler y Capra).45 Bohm no acepta la refutación de Einstein (la teoría de las variables escondidas), y en su lugar introduce la idea del orden implícito, que explica lo complejo como algo que no se puede alcanzar y medir exhaustivamente, sino solo intuir a través de algunos de sus pedazos de inteligibilidad; estos fragmentos, para Bohm, conforman el orden explícito (otra vez, el juego entre aprehensión y comprensión). La realidad última o la complejidad, sin embargo, son sustancialmente incognoscibles, lo que no significa que lo que conoce la ciencia sea falso, sino que su saber se refiere solamente al orden explícito y no constituye la explicación última de la totalidad y de la complejidad de la realidad. Entonces, se reconoce la existencia de lo sublime, de lo infinito y de lo inconmensurable, pero se dice que están fuera de la portada de la ciencia.

Al parecer, a través de estas teorías y discusiones se muestran, en las ciencias, problemas que tradicionalmente son parte del dominio de las humanidades: aspectos indeterminados, ambigüedades y dificultades de los paradigmas, inconsistencias teóricas o teorías no demostrables.

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