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3.3 Lo sublime y las aplicaciones informáticas

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Hoy, por el impulso de la demanda de tecnología, el rumbo seguido por una gran parte de la labor científica internacional concierne al desarrollo de nuevos artefactos (materiales, máquinas, etc.) hi tech. A diferencia de la ciencia pura, donde priman las incertidumbres relativas a sus cuestiones fundamentales, aquí todo es simple, medible y cuantificable, por lo menos en términos económicos. Sin embargo, los aspectos positivos de lo sublime en las ciencias aplicadas son, desde el punto de vista estético, banalizados, lo que afecta al mismo potencial creativo de las aplicaciones informáticas. Esto se da por dos razones.

La primera tiene que ver con lo bello: todo lo que genera el poder aplicativo de la ciencia está, como ya hemos dicho, dentro de lo mensurable; es comprensión que carece de aprehensión. Convierte, en otras palabras, lo bello en decorativo, lo que se comprueba en el kitsch de las imágenes fractales y en el diseño redundante de las interfaces. La segunda (y más consistente) razón es que en las ciencias informáticas aplicadas lo sublime presenta el problema de sus aspectos matemáticos, que consiste en las diferencias entre lo continuo y lo discreto: lo sublime es continuo; lo bello, discreto.53 Pero lo sublime (es decir, lo emergente, lo complejo, lo indeterminado) no puede ser digitalizado, porque el número informático, finito y discreto, crea un borde54 que lo separa estructuralmente de lo inconmensurable. Y las tecnologías digitales tampoco permiten la aprehensión, precisamente porque su naturaleza está limitada por lo mensurable y cuantificable. La importancia concreta de estos temas se demuestra en cantidad de investigaciones, como aquellas que trabajan con la lógica fuzzy, o los experimentos con computadoras cuánticas; estas son “indeterminadas” porque son capaces de múltiples estados.55

Como hemos visto, el poder del parergon consiste en que este modifica y diseña no solo lo que está en su interior, sino también lo que está afuera (lo que limita y lo que de-limita): no solo la herramienta digital o la interfaz, sino lo que se hace con estas. En efecto, software e interfaces, que están en un marco falseado por las ambigüedades que acabamos de señalar, expresan, por lo tanto, un arte a menudo banal y que no alcanza las posibilidades de lo sublime: “Es el gustar de algo por ser muy artificioso y difícil [...]”.56

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