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5. PSICOPATÍA DEL DELINCUENTE SEXUAL

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La psicopatía no se puede entender únicamente, ni siquiera fundamentalmente, en términos de fuerzas e influencias sociales y ambientales, ni tampoco exclusivamente en términos de factores biológicos, la psicopatía nace, por el contrario, de complejas interacciones entre predisposiciones biológicas y factores sociales (Pozueco et al., 2011).

La psicopatía es una entidad clínica que afecta aproximadamente al 1% de la población en general, y a un 15-25% de la población carcelaria, particularmente del sexo masculino (Dolan, 2004; Glen y Raine, 2009).

Hay una evidencia creciente de que la psicopatía es una construcción dimensional y no categórica, esto es, que las características o rasgos psicopáticos estarían presentes en mayor o menor medida en todas las personas, de manera que ese 1% de psicópatas representarían el extremo de gravedad en el medio poblacional.

Si bien suele confundirse los conceptos de trastorno antisocial de la personalidad (TAP) y psicopatía (Blasco-Fontecilla, 2007), hay un creciente consenso en el ámbito de la psicología y psiquiatría legal, sobre la distinción entre ambos trastornos (Gurley, 2009). Es claro que no todos los criminales son psicópatas, ni todos los psicópatas son criminales: no es la psicopatía la teoría unificada del crimen que algunos han llegado a proponer, pero dado que creemos que puede explicar un elevadísimo porcentaje de la criminalidad más grave, merece la pena profundizar en ello.

No es lo mismo la psicopatía que el trastorno antisocial de la personalidad o el comportamiento criminal. La vida emocional y las relaciones interpersonales de los psicópatas se caracterizan por la ausencia de vínculos íntimos y por manipular egoístamente a los demás. Por decirlo de una manera más simple, parece que los psicópatas son incapaces de sentir amor o culpa. Esto hace que el psicópata opere como un estratega o depredador social al que sólo le importan sus necesidades inmediatas sin tener en cuenta las consecuencias de sus actos. Estos son los llamado psicópatas “primarios o verdaderos”

La psicopatía es una construcción que incluye las variantes exageradas de algunos de los rasgos hasta aquí descriptos como formando parte integral del comportamiento antisocial. Se piensa que, al psicopático como un ser con el carácter malvado, un predador que se mueve por las calles y campos de juegos a la búsqueda de una víctima indefensa, niño o adulto. Violadores, molestadores de niños y asesinos en serie resumen este comportamiento destructivo. El comportamiento del psicopático, al contrario, es decidido, activo y predador.

Los rasgos definitorios de la psicopatía son el egocentrismo, narcisismo, sadismo, agresividad, la frialdad y la anestesia emocional respecto a los demás, frecuentemente asociadas con un nivel alto de inteligencia puesta al servicio de sus intereses, de la manipulación o el fingimiento.

De tal manera, Echeburúa (2006) sostiene que uno de los factores del patrón del agresor sexual se dirige hacia el camino en el que se manifiesta el interés sexual, ya que la fuerza sexual fluctúa comenzando con un individuo con deferencia y luego con el siguiente.

Echeburúa (2006) aclara que:

Los delincuentes sexuales, este poder puede ser extremadamente alto, lo que podría revelar su propensión a la promiscuidad (inclusive con los niños), que no pueden vincularse a una pareja o que llegan a una satisfacción real de carácter físico para satisfacer sus antojos sexuales (p. 1).

De acuerdo a estas ideas, los delincuentes sexuales sexuales presentan cualidades heterogéneas en cuanto a carácter y psicopatología. Echeburúa (2006) indica con respecto a los agresores sexuales, que posiblemente podrían tener una condición de personalidad, y cuando la hay, es principalmente de tipo marginal con problemas en el control de la motivación e impulsos y en el logro de conexiones personales. En el caso de violadores, el desprecio total por otras personas es más continuo.

En general, presentan giros intelectuales, desafíos en la mejora de la simpatía y en la capacidad de comprender y acreditar estados mentales a otras personas, lo que en literatura se ha se ha conocido como la la teoría de la mente (Echebúrúa, 2006).

Por otra parte, siguiendo lo aportado por Groth (1979), en Garrido (1988) aparecen tres segmentos en los delincuentes sexuales:

− Agresión – hostilidad.

− Fuerza – poder.

− Sexualidad.

Las interrelaciones entre estos componentes y la y la intensidad relativa con que consiguen expresarse, suele variar de un sujeto a otro. Con todo, hasta el momento no existe ninguna hipótesis que retrate la personalidad sexual bajo pautas dependientes de atributos homogéneos, puesto que, como afirma Peña & Castillo (2013) todo individuo se enfrenta a factores que, en muchas ocasiones, son de carácter interviniente y a los que se identifican con su propio interés sexual.

Violencia sexual. Análisis, Tipologías y diferentes perfiles

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