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9. LA RESPUESTA SOCIAL A LA AGRESIÓN SEXUAL

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Concordando con lo indicado por Sánchez (2003) la sociedad puede dar tres significativas, genéricas y estratégicas respuestas a la agresión sexual: Prevención, Tratamiento a víctimas y Tratamiento de los delincuentes.

Prevención. Para prevenir los delitos sexuales, un paso inicial es instruir a las personas sobre la naturaleza y el alcance de estos ataques, sobre el perfil del malhechor y su metodología habitual. Darse cuenta de los movimientos metodológicos del malhechor sobre la víctima podría permitir a las personas reconocer cuándo un supuesto atacante está intentando explotar a alguien o lo está maltratando (Sánchez, 2003). A partir de la preparación y la revelación pública del tema, puede muy bien ser normal que la población conozca los atributos fundamentales y “válidos” del agresor y la violación, acabando con la imagen deformada y frecuentemente impactante que los medios presentan y en este sentido tienen la opción de impactar a las personas que mueven los hilos y a los gobiernos a luchar adecuadamente contra este flagelo, pasando por medidas punitivas y carcelarias.

Esta atención plena está impulsando gradualmente un cambio, por ejemplo, en las mentalidades y los modales con los que la policía, los tribunales y las fundaciones tratan a las víctimas, lo que ha disminuido de manera impresionante los impactos que sufrieron durante los exámenes y las acusaciones. ciclos legales – segunda explotación. Tampoco sería correcto creer que el deber con respecto a esta revelación pública es solo un asunto de oficinas públicas y organismos oficiales, además, tiene un lugar con todos los que conocemos la idea del delito sexual.

Debería ser posible hacer más en nuestros marcos educativos para disminuir la tasa de maltrato sexual. Por ejemplo, en las escuelas, se debe prestar más atención al fomento de la confianza y las habilidades sociales de los jóvenes maltratados o de familias con impedimentos, y que se consideran factores de riesgo para futuras violaciones. Los adolescentes son también otra reunión con la que promover prácticas sociales adecuadas, agudizándolas, por ejemplo, sobre el comportamiento inadecuado y el mal uso.

En algunas naciones, también se han presentado programas de formación esencial en los que se instruye a jóvenes y señoritas sobre el grado de maltrato sexual de menores y quiénes serán los agresores en general, así como diciéndoles que obtendrán la importante ayuda y seguridad en caso de denuncia.

Tratamiento a víctimas. Las sobrevivientes de maltrato sexual soportan sus verdaderos resultados, pero además soportan el rechazo del marco que debería asegurarlas y asegurarlas. Hasta hace poco tiempo, las autoridades y fundaciones distintivas que intercedían en los casos de violación (de bienestar, policiales, judiciales, legales, …) no ofrecían la ayuda adecuada, ensayando las actividades que les correspondían sin la planificación suficiente para mantener lejos de circunstancias perturbadoras y angustiosas añadidas.

Tratamiento de los delincuentes. En la medida en que los sistemas que utilizamos sean convincentes para disminuir el peligro de que los malhechores sexuales sigan realizando ataques y restablecerlos socialmente, disminuirán las violaciones futuras y, por lo tanto, serán útiles para fines preventivos.

Siguiendo a Wolfgang y Ferracuti, decimos que ha de entenderse por Criminología Clínica: “… La aplicación integrada y conjunta del saber criminológico y de las técnicas del diagnóstico a cosas particulares y con fines diagnósticos y terapéuticos” (Ferracuti & Wolfgang, 1982).

En consonancia con esta definición, Pinatel asegura que la Criminología Clínica lo es por su pretensión, a semejanza de la Clínica médica, de ofrecer, fundadamente, una “opinión” en torno a un delincuente concreto, acompañada de un diagnóstico, del consiguiente pronóstico y, si procede, del correspondiente tratamiento, por lo que:

… La Criminología Clínica se esfuerza, en base a un examen médico–psicológico y social (observación) en despejar los datos susceptibles de permitir un diagnóstico criminológico, un pronóstico social y un programa de tratamiento (interpretación). Entonces, en ese caso, se abre la puerta al establecimiento del tratamiento (experimentación), donde la interpretación será verificada y controlada. (Pinatel, 1974).

Ha de advertirse, no obstante, que la criminología clínica no presupone que la conducta del delincuente proceda de alguna clase de enfermedad, anormalidad nosológica o psicopatía. Ni que, por tanto, el delincuente haya de ser, necesariamente, un enfermo (Marchiori, 1998). Lo que pretende, fundamentalmente, es tratar al delincuente de forma singularizada o individualizada, para hacer posible su vuelta a la vida social sin cometer delitos.

La Criminología Clínica, además de ser una escuela criminológica, es en enfoque especial dado al problema de la antisocialidad, así, se desarrolla en un plano horizontal y consiste, esencialmente, en el enfoque multidisciplinario del caso individual, con ayuda de los principios y métodos de las ciencias criminológicas o criminologías especializadas. El objetivo de este enfoque multidisciplinario es apreciar el delincuente estudiado, formular una hipótesis sobre su conducta ulterior, elaborar el programa de las medidas capaces de alejarlo de una eventual reincidencia. La Criminología Clínica se presenta, así como una ciencia aplicada y sintética (Pinatel, 1974).

Podríamos definir por tanto la Criminología Clínica como la Ciencia que estudia al delincuente concreto en enfoque multidisciplinario, mediante un trabajo en equipo criminológico y en orden a su resolución (Landecho Velasco y Landecho Velasco, 1967). La corriente de Criminología Clínica parte de la base de considerar al ser humano como una unidad bio-psico-social.

No podemos ver al ser humano únicamente desde un punto de vista ni nada más desde una de sus facetas, tenemos que analizarlo como una totalidad, tenemos que verlo como ente biopsicosocial, porque el ser humano está formado de un potencial biológico, tiene una herencia, tiene un cuerpo con sus glándulas y su sistema nervioso; pero no podemos considerar que el ser humano es solamente cerebro y vísceras, que es nada más una entidad biológica, que exclusivamente se comporta según funciones sus órganos físicos; además de esto el ser humano tiene una psique que en mucho es su forma de ser, esto que no es tangible, que no es físico, no es corporal, forma en mucho la personalidad del sujeto, y vemos que hay una interrelación entre lo físico y lo mental, psique y cuerpo están unidos; un cambio corporal, un cambio físico, va a implicar un cambio psicológico (Manzanera, 2011).

Agreguemos que el ser humano no es nada más alma y cuerpo, sino además es un ser que vive en sociedad, y por lo tanto su comportamiento y su forma de ser dependen también de la sociedad en que vive. Las factoras socioculturales influyen en gran forma en la manera de comportarse, y también en la forma de ser del sujeto (Manzanera, 2011).

Si estudiamos los factores criminógenos, es decir cuáles son los principales factores biológicos, los principales factores psicológicos, y cuales los principales factores sociológicos, tenemos que observar qué causas endógenas y exógenas llevaron al crimen a este sujeto en particular: ya no interesa la teoría general, vamos a ver qué factores biológicos influyen en una u otra personas, según le funcionen sus glándulas, cómo anda del cerebro, cómo está su equipo neuronal, y vamos a investigar cuáles son sus causas psicológicas, que a él en sí lo llevaron al delito, cuáles son sus traumas, frustraciones, complejos, cuál es su personalidad y si está o no enferma, por qué los inhibidores le fallaron y llegó a cometer el delito.

Igualmente, en qué medio vive este sujeto antisocial, hasta donde influyo la sociedad en llevarlo al crimen, su ambiente cultural y económico; vamos a entrevistar a su familia, y ver si está integrada o no; analizar cómo es su biografía, en qué forma ha vivido, qué posibilidades de satisfacer sus necesidades tiene, dónde trabaja, etc.

Cuando terminemos de estudiar todo esto, entonces podremos elaborar una hipótesis de por qué cometió este individuo ese hecho antisocial, y hasta ese momento se podrá decir qué tan responsable es; mientras tanto, no es posible hacer justicia ni se debería aplicar. El estudio criminológico del sujeto debe ser previo a la sanción, no posterior.

Lo anterior no implica que la Criminología Clínica no pretenda llegar a una teoría general, lo que pregona es que no se debe partir de una idea preconcebida, que se debe practicar el examen clínico sin ningún prejuicio.

El estudio del caso particular constituye la investigación esencial, y como afirma Di Tullio: “Estamos seriamente convencidos que la aplicación de este criterio clínico al estudio de los delincuentes no logrará más que favorecer ventajosamente el desarrollo de los estudios criminológicos”. (Di Tullio, 1966). En esa forma, aunque la meta primordial sea la resolución del caso concreto, todo nos lleva a contrastar las teorías generales y a plantear nuevos problemas y diversas hipótesis, por esto, la Criminología Clínica es fundamental en la investigación criminológica y penitenciaria, que se refiere a la relación existente entre la ciencia criminológica y el derecho penitenciario.

La criminología tiene una gran responsabilidad en lo referente al tratamiento penitenciario del delincuente, por lo que dentro de sus límites debe tratar clínicamente, las acciones criminales de las personas criminales.

Violencia sexual. Análisis, Tipologías y diferentes perfiles

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