Читать книгу TVMorfosis. La década - Gabriel Torres Espinoza - Страница 12
El debate anglosajón: ¿la televisión está muriendo o entrando en una nueva fase?
ОглавлениеDos palabras, para comenzar, sobre el debate anglosajón tal como lo sintetiza Elihu Katz (2009), que como ofrece posiciones nítidamente polarizadas presenta la ventaja de que nos permite ordenar mejor el campo y, por ende, la exposición que pretendemos desarrollar. La televisión que conocimos entre las décadas de los sesenta y los setenta está muriendo, dice Katz.3 Esa televisión que interpelaba a la vez a la nación y a la familia ya no es la actual, está dejándole espacio a otra de cientos de canales, que transmite a “nichos”, portable, que es parte de un sistema integrado a Internet y otros nuevos medios. Una televisión en la que, exagerando, no hay dos personas viendo el mismo programa a la vez. Es una televisión que se ve afectada por cambios tecnológicos y en el contacto. Y esos cambios se vieron acompañados por el colapso de la regulación pública en medio de un vertiginoso (y embrollado) cambio tecnológico, que además fue simultáneo de un cambio en la opinión pública, que se manifestó en contra de los profesionales que declaman saber, mejor que nosotros, lo que es bueno para nosotros.
Del otro lado, autores como John Ellis (2004) y Toby Miller (2009) sostienen que la televisión no está muerta ni muriendo, sino entrando en una nueva fase.4 Según Ellis, en la primera fase (de la década de los cincuenta a los ochenta), los televidentes conocieron una televisión de la “escasez” en la que sus opciones de elección estaban limitadas a pocos canales de aire que transmitían a familias sentadas alrededor de una chimenea como una nación alrededor de una fogata. En la segunda hubo una televisión de la abundancia, en la que reinó la competencia entre el satélite y el cable, la oferta se expandió y cada hogar tuvo su aparato de televisión. Y ahora nos encontramos, finalmente, en una situación de infinitas opciones en la que podemos ver lo que deseamos, cuando lo deseamos (en tiempo real o con delay), donde lo deseamos (en una variedad de pantallas, teléfonos, websites).
El rico debate que acabamos de presentar sucintamente —sobre el que volveremos— nos produce un extraño efecto: que termina en un “punto muerto”. Decimos esto porque nos brinda la impresión, incluso aunque estamos de acuerdo con el diagnóstico de Katz, que debido a una serie de acuerdos, implícitos y explícitos, existentes entre ambos análisis, finalmente todo parece resolverse en un gesto “interpretativo” (porque pareciera que así como cada uno tomó una determinada posición, no hubiera sido imposible que adoptara la contraria). Con la intención de ver si podemos dar un salto que nos permita salir de algún modo de este atolladero, pasamos a retomar el debate latinoamericano sobre el fin de la televisión.