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Corinto, y ¿dónde se ubica la iglesia latinoamericana?

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Nuestro comentario tomará las lecciones escritas para los corintios y las aplicará al pueblo de Dios en Latinoamérica. Hay paralelos sorprendentes entre ambas iglesias. La latina supera a la corintia en muchas maneras; en unas pocas, se queda atrás; y sobre todo no está donde podría estar algún día.

¿Cómo es la iglesia latina?

Ha pasado la infancia, tanto en edad como en madurez.

Ya no es la niña de Norteamérica y Europa.

Por otro lado, no se ha establecido completamente en la adultez.

Ni ha crecido hasta una mediana edad imperturbable o una vejez avanzada.

¿Sería ofensivo preguntarse en voz alta si la iglesia latinoamericana es una iglesia adolescente? Porque no hay ninguna vergüenza en ser adolescente, ¡es una etapa del crecimiento humano diseñado por Dios! Se caracteriza por rasgos tanto positivos como negativos:

Una explosión fenomenal de energía. Nadie está más súper saturado de energía que un adolescente... ni nadie se cansa tan rápido. Esto puede pasar en la iglesia también.

Un crecimiento físico rápido. En el caso de la iglesia, puede crecer en número y en influencia. El crecimiento espiritual es rápido pero no siempre es consistente.

Idealista. Los adolescentes y las iglesias sienten que lo bueno vendrá junto simplemente porque parece correcto.

La seguridad en sí mismo alterna con las dudas acerca de sí mismo. Por un momento la iglesia latinoamericana siente que es líder mundial en espiritualidad; un lapso más tarde sufre un complejo de inferioridad. En algún punto todos los adolescentes quieren que los traten como adultos, ¡y no pueden esperar ni un minuto más! Pero en momentos cruciales quieren que los padres se apresuren a rescatarlos, a mostrarles cómo salir del peligro.

Están entusiasmados por una idea tras otra. ¡Los adolescentes se enamoran y dejan de amar diez veces a la semana! En la iglesia, el enfoque total puede estar en diezmar; el año siguiente, hay una conferencia de guerra espiritual, y ahora esa es la moda; luego la escarcha; después el ayuno.

Orientados a pensar en el “ahora”. Es difícil hablarle a un adolescente de la importancia de continuar la escuela o de esperar para casarse o de pensar en una carrera futura. La iglesia latinoamericana también piensa en términos de lo que se necesita en el momento y solo para el momento. Esto puede ser bueno y sensible. Pero, ¿cuántas veces ha pasado que una iglesia se compromete a sostener a uno de sus miembros en el campo misionero, pero seis meses después de haber salido el misionero deja de recibir la ayuda económica?

“Una unicidad terminal” (ver aplicación en 1:2). El adolescente imagina que nadie entiende lo que le pasa. Si se enamora, ningún adulto posiblemente entiende las rapsodias o la angustia que él o ella siente. Existe una tentación en la iglesia latinoamericana a imaginar que ninguna iglesia en la historia ha atravesado por las adversidades –o el poder del Espíritu Santo– que experimenta ahora.

Piensa que todos los demás están fríos o muertos. Para un adolescente, los mayores se mueven terriblemente despacio. La vida se escapa, y ellos tienen que esperar preciosos momentos para que los viejos actúen, se den cuenta, ¡hagan algo! Pero los cristianos deben de sentir lo mismo: ¿Cómo es posible que los cristianos viejos puedan seguir al Señor cuando muestran tan poca urgencia?

¿Cómo afecta esta perspectiva a nuestro comentario? 1 Corintios es sobre todo un mensaje acerca de colocar la verdad del evangelio en medio de las relaciones humanas. Pablo reescribe poderosamente las creencias corintias en relación con la posición social, el poder, la unidad y la competencia dentro de la iglesia. Estas instrucciones apelan principalmente al cristiano en crecimiento, y deben ocupar la centralidad al aplicar el texto a Latinoamérica.

Primera de Corintios

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