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B.Viajando por el Corinto moderno
ОглавлениеEs probable que Pablo recorriera a pie los 80 km de Atenas a Corinto, pasando la noche en Eleusis y Megara5. Hoy la carretera 8A pasa hacia el oeste al lado de ese istmo. Donde es más angosto el istmo, el conjunto inesperado de restaurantes y aparcamientos para autobuses anuncia los alrededores del Canal Corintio. La concepción de ese canal data de la antigüedad grecorromana. Nerón mismo cavó la primera canasta de tierra en el 67 d.C. y mandaron allí a unos 6000 prisioneros judíos para que trabajaran antes de que se abandonara el proyecto6. Excavaron el canal actual solo a finales del siglo XIX. Es preferible aparcar y caminar con los otros turistas a través del puente peatonal para disfrutar de la vista. No es ningún Canal de Panamá, con sus esclusas, recodos y vueltas, sino un corte de 6 km de longitud, cortado en línea recta a través de la piedra caliza como si se hubiera hecho con un láser gigante. Al fondo del cañón artificial se extiende una tira azul de agua en ambas direcciones, hacia el horizonte y hacia el mar.
El canal refleja la industria corintia de hace dos milenios. No obstante, aun antes que el canal fuera construido, los corintios fueron capaces de mover barcos de este-oeste, usando una hazaña inteligente de ingeniería. A lo largo del lado continental norte hay todavía evidencia de una angosta vía pavimentada que parece como si hubiera sido cortada por un equipo de corte de tierra y construcción de calzada; en realidad son los restos de los diolkos o antigua línea férrea. Ya en la antigüedad cuando Pablo visitó Corinto, este camino de piedra era como una línea de tren en la cual plataformas llenas de carga o incluso barcos pequeños eran rodados un corto trayecto por tierra7. Eliminaba 300 km de la ruta este-oeste, un atajo que permitía que los marineros evitaran la ruta peligrosa por el Peloponeso a Malea. Los barcos podían atracar en las ciudades portuarias de Corinto, Cencrea en el lado egeo y Lecayo solo 2.5 km al noroeste del centro de la ciudad, para esperar su turno mientras que el carro regresaba por la única vía del diolkos. La última referencia al uso del sistema fue en el siglo IX d.C.8.
Las ruinas del Corinto antiguo se mantienen al suroeste y han sido el sitio de una gran cantidad de excavaciones y estudios en las últimas cuatro décadas. Desde tiempos remotos su fortaleza en el Acrocorinto ha divisado este estrecho nexo de rutas marítimas y terrestres. La región corintia antiguamente vio a los legendarios Hércules, Jasón y Teseo; la malvada reina Medea gobernó Corinto; el rey Sísifo comenzó los principales Juegos Ístmicos; y decían que en el Acrocorinto mismo se había capturado al caballo alado Pegaso.
Separada de la moderna ciudad de Korinthos, el antiguo Corinto eran realmente dos ciudades: (1) Corinto Griego, la cual fue completamente destruida por los romanos dos siglos antes que el evangelio llegara; (2) Corinto Romano, la ciudad que Pablo visitó.
“Corinto adinerado” es el apodo de la ciudad original tan antigua como la Ilíada de Homero (2:570). Dentro de ella fluían impuestos, tasas diolkos, tasas portuarias, así como viajeros, marineros, soldados, oficiales gubernamentales, adoradores de los dioses locales, visitantes de los juegos atléticos Ístmicos, todos con dinero para gastar o estrategias para hacerse ricos. Ellos venían a Corinto a corromper y ser corrompidos, para fornicar, es decir, “quedar corintianizado” como Aristófanes en broma lo llamó9. Probablemente su moral no era más baja o más alta que en otras ciudades griegas; pero al ser un puerto rico, sus oportunidades para problemas eran más numerosas.
Esta ciudad fue destruida violentamente por los romanos en el 146 a.C., en el mismo año arrasaron otra molestia perenne, Cartago. Los corintios antiguos fueron vendidos como esclavos y las ruinas les quedaron a los pobres y a las ciudades vecinas. Antípater de Sidón escribió acerca de Corinto: “¿Dónde está tu celebrada belleza, Corinto Dórico? ...Ni siquiera un rastro ha quedado de ti, la más desdichada de las ciudades, la guerra no ha dejado escapar nada y lo ha devorado todo”10.
En el 44 a.C. Julio César decidió reconstruir ambas ciudades Cartago y Corinto como colonias romanas. Colonia Laus Iulia Corinthiensis (la Colonia de Corinto en Alabanza a Julius) fue construida en las antiguas ruinas pero fue trazada según el plano romano, como una cuadrícula rectangular. El latín fue el lenguaje de las clases gobernantes, y esto explica la presencia de nombres en latín en las inscripciones de la ciudad. En el año 44 d.C. la región fue otorgada al Senado y en administración a los procónsules senatoriales – entre los cuales estaba un hombre llamado Galión. Rápidamente la ubicación y recursos naturales de Corinto la hicieron crecer de nuevo, volviéndose un centro bancario regional. Ellos incluso restablecieron los famosos Juegos Ístmicos, un festival deportivo que Pablo debió haber visto en el 49 y 51 d.C., y que seguramente pudo haber inspirado su simbolismo de carrera en 1 Cor 9:24-27.
Las ruinas de ambos Corintos yacen fuera de la moderna aldea de Korinthos; algunas hectáreas se han cercado para formar una especie de museo al aire libre. Solo los gatos callejeros reclaman su hogar en la ciudad antigua. Cuando los autobuses se llenan y se van, las ruinas descansan silenciosas y una brisa placentera sopla por las apretadas tiendas, calles y edificios cívicos de la ciudad muerta. En la primavera las amapolas crecen en la plaza de la ciudad, y la maleza crecida amenaza con ocultar los bloques dispersos de piedra.