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UNA INFANCIA SERENA Y PROTEGIDA

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¿Qué tipo de niña fue Maria Montessori? Tal vez podríamos imaginarla –basándonos en la afirmación paterna antes citada– como una niña de aquellas que en Roma son llamadas «fierecilla»: vivaz, curiosa, ávida de saber. Su paso por los estudios elementales, sin embargo, no parece muy brillante, puede que a causa de algún problema transitorio de salud y una larga rubeola. No obstante, va contenta a la escuela y crea lazos de afecto con sus compañeras. Comienza a estudiar francés y pianoforte, pero abandona pronto. Alrededor de los diez u once años –es Alessandro de nuevo quien lo cuenta–, el estudio comienza a apasionarla, obstaculizado a veces por fuertes migrañas ininterrumpidas. En mayo de 1884 se convierte en «mujer, sin padecer graves molestias».

Entre los papeles del Fondo Giuliana Sorge se encontraron algunos folios de protocolo –catorce páginas repletas de una escritura muy tupida– que Maria escribió entre 1904 y 1907 en los cuales somete a un análisis decididamente despiadado los sentimientos, los deseos y las desilusiones que inquietaban su ánimo de niña. Se extiende en torno a su gran pasión por el arte dramático, mostrada desde pequeña:

Mi juego era el teatro. Si por casualidad veía recitar, yo imitaba con gran vivacidad: hacía mías las partes hasta empalidecer o sollozar y llorar recitando cosas fantásticas. Inventaba pequeñas comedias, improvisaba argumentos; componía vestuarios y escenas. En la escuela no estudiaba lo más mínimo: el estudio no me interesaba en ninguna de sus vertientes. No estudiaba nunca las lecciones y estaba poco atenta a las maestras organizando juegos y comedias mientras duraban las clases. No me interesaba pasar a las clases superiores.

Gracias a su imaginación sobresalía en las redacciones y conseguía disimular sus lagunas, por ejemplo, en gramática o en matemáticas.

No entendía las operaciones aritméticas y durante mucho tiempo escribí los resultados poniendo cifras inventadas, las primeras que me pasaban por la cabeza. Escribía bien, pero «de oído» y sabía leer bien: leía con tal énfasis que hacía llorar a los otros y a menudo la maestra reunía a más clases para que me oyesen. Si había que recitar algo, era suficiente con una prueba y estaba lista.

Maria preguntó a su padre si podía asistir a una escuela de declamación para señoritas: él acepta y «se sacrifica» –lo que suscita en ella mucha gratitud– porque la acompaña «todas las noches, incluso los días de fiesta».10 Los docentes de la escuela se congratulan de su trabajo.

Comenzaron a seducirme, haciéndome ver que tendría un grandioso futuro de gloria en el teatro. Pero yo también lo sentía: había nacido para aquello y aquella era mi pasión. A los doce años había hecho tales progresos que estaba lista para el debut en teatro en una primera parte. Los profesores rondaban ansiosos a mi alrededor, las compañeras de la escuela estaban admiradas: era el centro de sus afectos […]. Esta compleja seducción de alabanzas y éxitos tuvo en mi alma un efecto extraño: fue solo un momento y vi que realmente iba hacia la gloria, a cambio de renunciar a la seducción del teatro.

Así, de un día para otro, renuncia a todo, a sus amigas, a los viejos sueños, y se consagra «a los estudios severos», comenzando por la aritmética. Ella misma reconoce como característica suya

la capacidad de abandonar de repente las cosas a las que parecía más unida –por las que había hecho sacrificios incluso heroicos […], adioses improvisados, fugas repentinas, cambios instantáneos, verdaderas rupturas completas, fatales destrucciones que nadie ni nada podía remediar […] parecía que cualquier comunicación mía con los otros humanos se hubiese suspendido, aunque fuesen las personas más cercanas de la familia, las más amadas […]. Pero ¿por qué reacciono así –creándome enemigos, haciéndome detestar–, mientras todos tienden a acercarse a mí, a amarme y yo siento un amor tan profundo e inmenso que podría abrazar a toda la humanidad?

En febrero de 1884 se abre en Roma una escuela estatal femenina, la Regia Scuola Tecnica «Michelangelo Buonarrotti»: Maria está entre las primeras diez alumnas que entran y al parecer se apasiona sobre todo por las letras. Asiste a dicha escuela hasta 1886, cuando obtiene, con una calificación de 137 sobre 160,11 «el diploma y el premio de primer grado».

En otro de sus raros escritos autobiográficos, titulado por ella La historia,12 se lee:

Hacia los 14 años, [fui] a una escuela secundaria masculina, precisamente porque las mujeres no tenían otras vías abiertas más que aquellas de la educación que no me atraían. De ese modo, trepando por caminos inciertos, comencé mis estudios de matemáticas, con la intención inicial de convertirme en ingeniera, después en bióloga y finalmente me centré en los estudios de medicina.

A los dieciséis años «habría deseado –anota el padre– entrar en la Escuela Superior de Magisterio femenina para profundizar en la literatura», pero por la normativa del momento solo pueden acceder las jóvenes provenientes de la llamada escuela normal o aquellas que superan una prueba específica de admisión. Se ve obligada a conformarse con el «Instituto Técnico Masculino “Pietro [sic] da Vinci”»,13 al que asiste desde 1886 hasta 1890.

Los buenos resultados obtenidos animan a Maria a proseguir los estudios y a matricularse, el otoño siguiente, en el curso de licenciatura en Ciencias Naturales de la Facultad de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales. Es bastante probable que aquella elección estuviese ya orientada a los proyectos futuros de la joven universitaria, que debía de conocer la correspondencia del plan de estudios del bienio con el de Medicina y el hecho de que otras mujeres, antes que ella, se habían pasado de una facultad a otra. De hecho, una vez conseguido el diploma de licenciatura en este lugar, en 1892 pide y obtiene la inscripción en Medicina y Cirugía.

De los años de juventud no sabemos mucho salvo algún detalle de su vida sentimental. El padre menciona a un joven estudiante más mayor que Maria que va a su mismo instituto y que empieza a interesarse por ella «siguiéndola de lejos». Después de cierto tiempo se presenta a los Montessori manifestando intenciones serias de matrimonio que habrían podido concretarse «al final próximo de los estudios y después del año de voluntariado militar». Se le consiente visitar su casa una vez por semana, el domingo. Al final del año académico, Maria aprueba, mientras que el joven, suspendido en una materia, regresa a su pueblo, en el sur de Italia, para pedir la aprobación de su familia para la boda. Sin embargo, su madre considera que es demasiado pronto para un compromiso así, lo que desagrada a Renilde, que aprecia al joven, pero para alivio de Alessandro, que, a pesar de reconocerle buenas cualidades, estaba preocupado por su carácter «demasiado taciturno y melancólico […] demasiado diferente del carácter vivaz y expansivo de la joven». Tal contraste no puede presagiar «un matrimonio feliz entre seres tan diferentes. ¡Fuego al profeta!», concluye Alessandro. La historia acaba aquí sin dejar rastro. Pero ella, Maria, ¿qué sintió o experimentó? En aquellos años, la opinión de una hija, incluso en una familia abierta y atenta como la suya, era absolutamente secundaria. Por otra parte, la perspectiva de los estudios debía parecerle cautivadora, llena de incógnitas y de sorpresas: el tiempo del amor todavía está lejos para ella.

1 Manuscrito que data de 1896. Actualmente hay una copia en el Archivo M. Montessori de la AMI.

2 Renilde había nacido en Monsanvito (ahora Monte Sanvito), en la provincia de Ancona, el 25 de abril de 1840; Alessandro en Ferrara el 2 de agosto de 1832. Se casaron el 7 de abril de 1866 por el doble rito: civil en el municipio de Monsanvito y eclesiástico en Chiaravalle. Sus retratos están reproducidos en Maria Montessori. A Centenary Anthology 1870-1970, Ámsterdam, AMI, 1970, p. 4. Los dos murieron en Roma, ella el 20 de diciembre de 1912, y él, el 25 de noviembre de 1915. Su tumba se encuentra en Verano.

3 Habla con emoción de este encuentro a la madre en una carta del 15 de marzo de 1879, reproducida en el prefacio que Antonio Malladra añade a la tercera edición del ensayo que se titulará Acqua e Aria. La purezza del mare e dell’atmosfera fin dai primordi del mondo animato, Milán, Cogliati, 1898, pp. 27-28.

4 La purezza del mare e dell’atmosfera fin dai primordi del mondo animato, Hoepli. Este texto, el único de Stoppani al que Maria Montessori hizo referencia, es muy poco conocido.

5 Lo escribe Alessandro Malladra, naturalista, profesor del Colegio «Rosmini» de Domodossola, en su prefacio a la tercera edición del volumen, publicado con el nuevo título Acqua ed aria, ossia la purezza del mare e dell’atmosfera fin dai primordi del mondo animato. Conferenze, Turín, SEI, 1898, p. 10.

6 Hoy casi nadie recuerda ya al célebre geólogo. Hasta hace pocos años, su imagen afable se encontraba en el conocido queso «Bel Paese», producido y exportado por Galbani a todo el mundo. En 1991, la revista Il Quaderno Montesssori preguntó a dicha empresa el motivo de aquella combinación. Recibió una inmediata y cortés respuesta que sintetizamos aquí. En marzo de 1907, cuando comenzaba su actividad, Davide Galbani quiso lanzar desde su quesería de Ballabio, en la provincia de Como, un nuevo tipo de queso blando. Quería relacionarlo con una obra célebre –exactamente Bel paese–, así que pidió la aprobación a los dos sobrinos del abad, que no solo aceptaron de buen grado (y de forma gratuita), sino que enviaron «un retrato de nuestro Tío Abad Stoppani, para que vuestro litógrafo lleve a cabo la semejanza justa al representarlo». Cf. G. Honegger Fresco: «El abad Antonio Stoppani», Il Quaderno Montessori, XXXII, n.º 127, 2015, pp. 55-63, doc. LXXXIII.

7 V. P. Babini y L. Lama: Una «Donna Nuova». Il femminismo scientifico di Maria Montessori, Milán, Franco Angeli, 2000, pp. 35 y 78-79.

8 Cf. M. Schwegman: Maria Montessori, Bolonia, Il Mulino, 1999, p. 15.

9 La vacunación contra la viruela fue experimentada por primera vez en 1796 por el médico inglés Edward Jenner.

10 Curiosamente, Alessando, en sus notas, no menciona nunca esta pasión de la hija.

11 La foto del expediente con el que es admitida a la segunda clase se encuentra en A Centenary Anthology, op. cit., p. 7.

12 La Storia, texto mecanografiado inédito de Maria Montessori, reunido por Lina Olivero, llegó a mis manos gracias a la amiga Costanza Buttafava Maggi, alumna de Giuliana Sorge y de Sofia Cavalletti, responsable de la Escuela Montessori de Como y hoy codirectora de la de via Milazzo en Milán.

13 Este instituto, inaugurado en 1871, tenía su sede en Villa Cesarini en el Esquilino. En 1884 permitió el acceso a las chicas. Parece ser que Maria fue la primera alumna. Debo esta información a Renilde Montessori.

Maria Montessori, una historia actual

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