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UNA ESTUDIANTE CON AMPLIOS INTERESES

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Frente a las numerosas dificultades encontradas, prevalecen el empeño constante, la fe inalterable y la brillante inteligencia de Maria. En el cuarto año obtiene un premio de mil liras de la Fundación Rolli por un trabajo de patología general.14 En 1895 su padre registra en sus notas que «en un concurso con estudiantes de sexto y licenciados obtiene el puesto de “adjunta en Medicina”» de los hospitales, con el derecho a entrar en la Sociedad Lancisiana, «reservada a los profesores y doctores de los hospitales de Roma».

Para librar su batalla personal contra los prejuicios masculinos se apoya en una evidente voluntad de afirmación y en actitudes como la solidaridad, la perseverancia y la intuición; su currículum es excelente, sobre todo en materias que se encontrarán en la base de sus dedicaciones posteriores: higiene, psiquiatría y pediatría.

Durante el tiempo que precede a la licenciatura, sus inclinaciones académicas se orientan cada vez más hacia investigaciones de tipo experimental en el laboratorio y de observación en las desoladas salas del hospital psiquiátrico provincial de «Santa Maria della Pietà» en Monte Mario. El hospital está dirigido por Clodomiro Bonfigli, que en 1894-95 es también docente en la Regia Clínica Pediátrica de la Universidad. Maria casi no tuvo tiempo de seguir sus clases porque al año siguiente, al ser elegido diputado por el distrito de Camerino, Bonfigli renuncia a su trabajo en la facultad. Como otros muchos médicos ilustres que tomaron la misma decisión, actúa, más que por ambición personal, con la esperanza de poner remedio a la trágica situación de la sanidad pública en la Italia postunitaria. De sus labios la joven estudiante oye hablar de responsabilidad social y de políticas dirigidas a sanear las condiciones de miseria en las que se ve inmersa una amplia franja de la población, pero también de la relación entre los diferentes factores sociales, la alienación y la educación infantil. Se trata de un tema que importa especialmente a Bonfigli, quien, en absoluto desacuerdo con Cesare Lombroso, reconocida autoridad en aquella época, no considera la enfermedad mental como una mera fatalidad, sino como el posible producto de un ambiente deprimido bajo varios puntos de vista. Más allá de la solidez científica de tal posición, es importante entender los cambios de pensamiento que revelan la rápida difusión de nuevos ideales de justicia social.

Cuando Bonfigli entra en el Parlamento, Ezio Sciamanna lo sustituye en la cátedra de Clínica Psiquiátrica; con él Maria discutirá sobre su tesis. Mientras la prepara, se apasiona con las clases de Antropología Humana impartidas por Guiuseppe Sergi y, mientras tanto, participa junto con algunos compañeros de curso –Sante De Sanctis15 y Giuseppe Ferruccio Montesano–16 en investigaciones sobre enfermedades mentales.

Montessori atiende nueve casos entre los ingresados en el Manicomio de Roma, «por una gentil concesión del señor director y de los señores médicos de atención primaria». Se trata de mujeres y hombres afectados por «alucinaciones antagonistas»: algunas son de tipo auditivo, con voces tranquilizadoras que se alternan con otras amenazadoras; otras son de tipo visual, pero de carácter igualmente antagónico (santos y demonios, individuos vestidos de negro y de blanco). En ambos tipos, tales síntomas inducen, de modo diverso, comportamientos delirantes persecutorios y estados de confusión de varias clases.

La tesis que defenderá el 10 de julio de 1896 es de carácter marcadamente experimental: casi cien páginas escritas a mano que llevan el título de Contributo clinico allo studio delle allucinazioni a contenuto antagonistico y que De Sanctis incluirá en una comunicación presentada en Florencia el octubre siguiente en el IX Congreso de la Sociedad Freniátrica. Maria no participa en este encuentro, dado el ambiente rigurosamente masculino, pero el trabajo saldrá publicado con el nombre de ambos en 1897.

Por fin consigue el diploma con una votación de 104 sobre 110, a pesar de haber realizado una tesis óptima.17 Inmediatamente después de la licenciatura publica otras dos comunicaciones científicas: una, todavía en 1896, Sul significato dei cristalli del Leyden nell’asma bronchiale;18 la otra, titulada Ricerche batteriologiche sul liquido cefalo-rachidiano dei dementi paralitici,19 es de 1897 y fue preparada en colaboración con Montesano, con quien trabaja desde hace tiempo en el Instituto de Higiene dirigido por Celli.

Maria demuestra una gran habilidad en el laboratorio, hasta el punto de que, tal como está anotado en el manuscrito de Alessandro Montessori, «algunos profesores le aconsejan ir desde marzo de 1897 a un curso de perfeccionamiento en Berlín con el profesor Robert Koch».20 Proseguir los estudios con un docente de tal fama no carece de importancia.

Muchos años antes –en 1876 para ser exactos–, Alessandro se había enterado de que un cierto Carlo Montessori de Módena había dispuesto en su testamento la institución de una obra de beneficencia «para la educación e instrucción de los hijos de familias con su mismo apellido, descendientes de su ramo». Pensando en el futuro de Maria, había buscado información al respecto, pero después –temiendo que le pidiesen que la metiera en un colegio– renunció, ya que no soportaba la idea de separarse de su hija.

Veinte años después, ante la propuesta de realizar una estancia de estudio en Berlín para la cual, ahora que es pensionista, no está en situación de ofrecer el apoyo económico necesario, recuerda aquella posibilidad. Así pues, rellena una solicitud de ayuda económica, una tantum, dirigida a los abogados de la obra instituida por Carlo Montessori en la que habla con orgullo de su hija: «La niña de entonces se ha hecho mujer, y una mujer poco común». Describe su evolución en los estudios hasta la licenciatura y las recientes comunicaciones científicas, y concluye relatando las noticias de carácter genealógico ya expuestas en el capítulo anterior.

El texto que nos ha llegado es solo un borrador de la carta, una mala copia. No sabemos si la envió alguna vez. En cualquier caso, el proyecto de la estancia en Berlín no resultará. Finalmente, Maria no emprendió el camino de la investigación bacteriológica, sino otro igualmente complejo, el de la exploración de la salud mental, bien por el interés nacido en ella a partir de las observaciones en el manicomio, bien por la complicidad intelectual ya establecido con sus colegas de trabajo.

No obstante, el documento es interesante porque permite entender las condiciones de la familia y, al mismo tiempo, la estima, la admiración, el afecto del padre hacia la hija. Alessandro ha intuido que se abre ante Maria la posibilidad de una carrera llena de éxitos y está dispuesto a mandarla a Alemania, aunque sea durante un periodo breve e incluso desviviéndose para procurarle los medios necesarios con tal de facilitarle el crecimiento profesional.

Maria Montessori, una historia actual

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