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1.3 Las marcas, certificados y etiquetas
ОглавлениеOtra de las técnicas de autorregulación es la concerniente al marcado, certificación y etiquetado. Si por un lado las actividades de normalización y certificación de la calidad fijan unos parámetros, estándares o especificaciones voluntarias que regulan la composición y calidad de los productos, los procesos y los sistemas de fabricación, mediante esta técnica se expiden marcas, certificados o etiquetas que de forma simultánea atestiguan, acreditan y publicitan que un producto satisface dichos estándares.
Mediante esta técnica se procura cubrir varios objetivos; uno es el de la información (esto es, brindar información al consumidor, acerca de su origen, estándares de fabricación u otros aspectos), y otro el de la inducción (es decir, inducir a los consumidores a elegir los productos o servicios que exhiben el cumplimiento de dichos estándares o el compromiso con el medio ambiente). Entre ellas podemos señalar las de garantía de origen, que al igual que una denominación de origen da información al consumidor de la procedencia del producto. En la Unión Europea la marca CE alude a que el producto cumple con los estándares y normas comunitarias. Más aún, a través de certificados y etiquetas como la garantía de origen de la fuente energética renovable y de cogeneración, se suele brindar información a los consumidores acerca de la fuente de energía con la cual se ha fabricado un producto o producido un servicio5.
Otra tipología de marcado o etiquetado con un propósito muy parecido es el referido a las etiquetas sobre eficiencia energética. La etiqueta EnergyStar, por ejemplo, identifica aquellos medios informáticos con alta eficiencia energética. Otras son las etiquetas de clasificación de consumo energético en los electrodomésticos, o las certificaciones energéticas para construcciones y edificios.
En el plano social, igualmente, la autorregulación deja su impronta; primordialmente, en lo que respecta a la información, participación, representatividad y legitimidad.
En el modelo clásico de regulación las normas y su ejecución vienen dadas desde arriba, se trata de una regulación vertical. En el nuevo modelo regulatorio existe ya una tendencia o propósito hacia la horizontalidad en la formulación legislativa y reglamentaria, así como en la ejecución de sus contenidos, a través de la participación activa de todos los agentes.
Ahora bien, aun cuando este es el campo donde se espera que la autorregulación tenga sus más significativos logros, es también un campo en el cual las complejidades propias de los distintos intereses individuales y colectivos significa un enorme reto.
También en este plano existen algunas técnicas consecuentes con el espíritu de la autorregulación, y que además son las que vienen mostrando una cada vez mayor presencia en el mercado y el debate público de cara a las decisiones sociales. Entre las más resaltantes podemos hacer referencia al derecho de consulta, los estudios de impacto ambiental y social, así como la responsabilidad social.