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BASUALDO: OBSERVACIONES, NOTAS Y REFERENCIAS CAPÍTULO I LA TOMA DE DECISIONES Y LA ORGANIZACIÓN ADMINISTRATIVA
Оглавление“Diez años no son un período largo en la historia de las ideas, pero la última década ha resultado poco corriente en este aspecto y no carece de importancia para un libro que lleva por subtítulo ‘Estudio de los procesos decisorios en la organización administrativa’. Supongo que podría alardear de cierto don profético por haber incorporado al título y al subtítulo tres de los conceptos que están más de moda en la ciencia social: ‘comportamiento’, ‘procesos decisorios o toma de decisiones’ y ‘organización’” (Simon, 1957.a).
“Don Quijote simboliza la forzosa y frecuentemente patética incapacidad del Hombre para comprender el mundo en el cual vive. Pero Don Quijote, al final, reconoce su propia locura y obtiene su libertad a partir de ello” (15) (Simon, 1968.b).
“Me gustaría trazar ahora una línea divisoria acerca de la toma de decisiones y hacer la declaración obvia de que, por supuesto, la toma de decisiones no es la historia completa del management, porque las decisiones deben ser implementadas” (Simon, 1993.b).
“Si usted está interesado en la toma de decisiones vaya a ciencias políticas, economía, teoría de la organización, ciencia (descubrimiento científico), las artes (composición musical y pintura) para observar este fenómeno relevante” (Simon, 1995.b).
“Una teoría de la organización con una función de utilidad no especificada no es una teoría en absoluto. Y una con una función de utilidad no realista no provee las bases para comprender las organizaciones reales” (Simon, 1997.d).
“La fuente de la simplicidad de una teoría es la existencia de patrones de detección de los fenómenos que la teoría describe y explica” (Simon, 2002.a).
01. El Capítulo I, conforme señalé en el Prefacio de esta edición, constituye el preludio de la obra, en el que Simon expuso el propósito de su investigación, describiéndola como el “proceso de elección que lleva a la acción”, a partir de la convicción de que el pragmatismo en la dirección de instituciones implicaba tanto las decisiones como las acciones.
En este primer capítulo, Simon realizó, a manera introductoria, un “paneo” de su teoría central del proceso de decisión, la elección y el comportamiento, la composición de los elementos de valor y hecho, los modos de influencia (como la autoridad y las lealtades organizacionales), las derivaciones de las teorías en el diseño de organizaciones (como la eficiencia y el equilibrio organizacional) y un sumario general de la obra, por capítulo.
En el Comentario al Capítulo I, Simon se explayó sobre el concepto de organización, vinculándolo con los conceptos de personalidad, mercados y las teorías acerca del fenómeno. Asimismo, expresó su visión sobre la anatomía del proceso de la adopción de decisiones y la utilización de los ordenadores.
Por tratarse del capítulo que el mismo Simon describe como una introducción a los temas a desarrollarse posteriormente, no se formularán observaciones, notas o referencias específicas referidas a cada uno de los temas expuestos de manera preliminar, reservándose estas para la oportunidad de cada tratamiento, en cada capítulo. Las observaciones se realizarán sobre temas considerados importantes para una visión preliminar.
Así, en esta sección, en primer lugar, se hará mención a las ediciones anteriores (Simon, 1957.a; 1976.a) a la cuarta edición en inglés. En ellas, en la sección respectiva (Introducción), Simon amplificó los conceptos vertidos y dio interpretaciones diferentes, así como anotició del cambio del contenido y forma de sus investigaciones. En segundo término, se establecerán las observaciones al proceso de decisión, con la visión renovada de sus escritos posteriores. En tercer lugar, se formulará la distinción entre el proceso de la toma de decisiones y el proceso de la creación de sentido, diferenciando sus raíces filosóficas. En cuarto lugar, se realizarán observaciones al Comentario de Simon al Capítulo I. Finalmente, se aconsejará una metodología de lectura de la obra.
02. En la Introducción a la segunda edición en inglés, Simon dijo: “Diez años no son un período largo en la historia de las ideas, pero la última década ha resultado poco corriente en este aspecto y no carece de importancia para un libro que lleva por subtítulo ‘Estudio de los procesos decisorios en la organización administrativa’. Supongo que podría alardear de cierto don profético por haber incorporado al título y al subtítulo tres de los conceptos que están más de moda en la ciencia social: ‘comportamiento’, ‘procesos decisorios o toma de decisiones’ y ‘organización’. Los progresos del saber humano proyectan ante sí, en mayor grado que otros acontecimientos, sombras muy largas; y había muchas razones para prever (ya en 1942, año en que se escribió por primera vez el cuerpo principal de este libro) algunas de las direcciones generales que seguirían dichos progresos. En realidad, el que muchos científicos hayan hecho predicciones parecidas, abordando, desde diversos ángulos, la misma línea general de problemas, ha constituido el factor principal en la realización de los extraordinarios avances que ahora estamos viendo en este campo del conocimiento” (Simon, 1957.a).
En la Introducción de la tercera edición, expresó Simon: “En esta tercera edición, como en la segunda, el texto del trabajo original (Capítulos I al XI) se mantiene intacto, ya que no hay nada especial en él de lo que desee retractarme. El Comportamiento Administrativo me ha servido como puerto de embarque útil y verídico para mis viajes de descubrimiento en la toma de decisiones humanas; la relación entre la estructura de la organización y la toma de decisiones; entre la investigación operativa de la toma de decisiones formalizada y las ciencias de la administración y, en estos últimos tiempos, entre el pensamiento y las actividades tendientes a resolver problemas de algunas personas” (Simon, 1976.a).
En ambas ediciones, incluyó una sección que denominó “Relación de la teoría formal de la toma de decisiones con los progresos actuales”, en la que detalló los avances habidos en variados campos. De estos, dos campos disciplinarios influenciaron notoriamente a Simon: la denominada teoría de los juegos (von Neumann & Morgenstern, 1944; Luce & Raiffa, 1954) y la llamada teoría estadística de la decisión (Neyman & Pearson, 1933; Wald, 1950; Savage, 1954; Edwards, 1954).
La teoría de los juegos influyó notablemente en la producción inicial de Simon y esto fue debido a la profunda admiración que sintió por von Neumann. (16) Respecto de la teoría, expresó: “Existen por lo menos cinco conceptos distintos independientes, todos ellos importantes, dentro de la estructura de la teoría de los juegos de von Neumann y Morgenstern acerca de los juegos:
(1) La idea de representar el posible comportamiento futuro como un ‘árbol’ en el que varias ramas nacen de cada punto de elección, de modo que el individuo tiene que seleccionar la rama apropiada a seguir, partiendo de cada uno de esos puntos. Este concepto es mucho más antiguo que la teoría moderna de los juegos, ya que aparece en publicaciones que datan de 1893. Es intuitivamente familiar para la mayoría de los ajedrecistas y los psicólogos que han experimentado con ratas que corren en un laberinto.
(2) La idea de tomar el minimax (seleccionar la rama que dará el mayor resultado frente a un adversario malintencionado) como definición de la elección racional en una situación de competencia. También este concepto tiene una larga historia. Es asimismo conocido intuitivamente por los jugadores de ajedrez y fue descripto formalmente en 1912 por el lógico Ernst Zermelo. (17)
(3) La idea de servirse de una estrategia mixta (es decir, de simular para confundir al adversario) dentro de una situación de competencia, para impedir que los movimientos propios sean descubiertos por el adversario. En 1928, (18) von Neumann demostró que siempre hay una estrategia ‘mejor’ en este sentido.
(4) La idea de definir la elección racional en las situaciones de competencia con más de dos jugadores, en relación con las posibilidades de formar coaliciones. Esta fue la nueva idea importante propuesta en 1945 con la publicación de Theory of Games and Economic Behavior. Hasta el presente, esta idea ha tenido algunas aplicaciones en las ciencias políticas, pero muy poca en economía o en la teoría de la organización.
(5) La demostración de que en presencia de elecciones inseguras, en las que únicamente se conoce la distribución de probabilidad de resultados, suponer una elección coherente equivale a admitir que quien toma las decisiones tiene una función de utilidad fundamental, y está eligiendo así para lograr el máximo del valor esperado. Esta idea puede encontrarse ya en los trabajos del filósofo inglés Frank Ramsey (1926), (19) pero fue retornada a la atención general por la teoría de los juegos.
La teoría de la elección racional de El Comportamiento Administrativo incorpora el punto (1) de esta lista, pero no es compatible con el punto (3). Los puntos restantes caracterizan más al hombre económico que al hombre administrativo y no son parte de este modelo utilizado aquí. Esta distinción vital ha sido pasada por alto por los críticos, quienes supusieron erróneamente que el concepto de ‘racional’ en El Comportamiento Administrativo tiene en esencia el mismo significado que para los economistas clásicos, los teóricos de los juegos de estrategia y los de las decisiones estadísticas” (Simon, 1957.a; 1976.a).
No quedan dudas de que el contenido de la obra de von Neumann y Morgenstern produjo en Simon un tremendo impacto que influyó en él notablemente, pero no al extremo de modificar su teoría preliminar. Manifestó Simon: “Uno no puede evitar sentirse impresionado por el virtuosismo que se exhibió durante la generación pasada en este campo, por la belleza de alguno de los resultados como reglas normativas para la toma de decisiones en ciertas circunstancias bastante restringidas. Sin embargo, es necesario poner en claro que las teorías de la elección humana y de la organización, desarrolladas en este libro, descansan sobre una descripción del hombre racional muy diferente de la que presentan la teoría de los juegos y la teoría de la decisión estadística. Si hemos de encontrar un techo conceptual común bajo el cual puedan vivir tanto el hombre económico como el hombre administrativo, este techo no solo puede incluir el punto (1) de la lista anterior: el esquema del ‘árbol’ de los posibles comportamientos futuros. Este esquema, vale la pena destacarlo, proporciona también el concepto central de otros desarrollos teóricos de la generación pasada, que atrajo ampliamente la atención: la teoría de la información selectiva, que se debe a Shannon, Wiener (20) y otros. Las llamadas teorías del aprendizaje fortuito en psicología emplean a su vez esta misma noción, derivada probablemente de Shannon. El hecho de que este concepto haya sido adaptado de manera independiente en tal variedad de contextos para suministrar el armazón a una teoría del comportamiento, sugiere que representa el verdadero núcleo de la nueva Zeitgeist del comportamiento” (21) (Simon, 1957.a; 1976.a).
A manera de conclusión de la Introducción en la tercera edición, Simon alegó: “Se ha avanzado mucho en el estudio de las organizaciones desde el momento en que se publicó por primera vez El Comportamiento Administrativo. Existe una enorme producción de trabajos escritos y de investigación sobre las relaciones humanas y se han cuestionado permanentemente los puntos de vista clásicos sobre el ejercicio de la autoridad en las organizaciones. Hay persistentes estudios del pensamiento humano y de los procesos de toma de decisiones y, como resultado, se obtuvo la provisión de bases empíricas firmes para la teoría de la racionalidad limitada. Apareció y se multiplicó el uso de la computadora en el mundo empresarial, lo que dio lugar a la formación de nuevos conceptos sobre la comunicación y el procesamiento de información. Ahora se está en la etapa de la investigación desde puntos de referencia diferentes de la dependencia entre la estructura de la organización y los procesos de transformación que esta sufre, teniendo en cuenta el medio en el que está ubicada y la tecnología de la que dispone. El Comportamiento Administrativo fue escrito para sustentar el principio de que los procesos de toma de decisiones son la clave para comprender los fenómenos de la formación de las organizaciones. Las pautas del desarrollo que hemos enumerado aquí hacen esta hipótesis más válida aún hoy que hace veinticinco años. Espero que este libro, enriquecido con sus capítulos nuevos, continúe siendo de ayuda para quienes deseen lograr una mejor comprensión de estos sistemas sociales complejos para manejar con mayor eficiencia las organizaciones en las que llevamos a cabo nuestra labor” (Simon, 1976.a).
De todas las ediciones en inglés de la obra, la más consultada es la segunda (Simon, 1957.a). Creo que la causa es que reflejó el abandono implícito de la investigación que había originalmente iniciado, trasuntó el cambio de sesgo en el trabajo de Simon (orientado a las ciencias cognitivas y a la inteligencia artificial) y estableció, con sus referencias, los principios de su teoría de la “racionalidad limitada” (bounded rationality).
Pese a que el propio Simon se encargó de afirmar que a partir de 1950 su vida cambió, así como el perfil y el contenido de sus investigaciones (Simon, 1991.a), esa variación, para algunos autores, no fue tal. Se afirma que el trabajo inicial de Simon para discernir el proceso de decisión se transformó, a partir de 1950, en el propósito de comprender la globalidad de la solución humana de problemas, como respuesta a los conflictos generados por la guerra fría, teniendo en cuenta el financiamiento persistente que los militares les dieron a sus investigaciones (Sent, 2000). Otra visión, sin embargo, da cuenta de que la variante del perfil de investigación hacia la psicología cognitiva y la inteligencia artificial no fue sino su manera de incorporar el estudio del proceso de decisión y el concepto de racionalidad limitada a otras áreas disciplinarias (economía, sociología, psicología, teoría de la organización y ciencias de la computación) intentando utilizar y vincular elementos y partes interdisciplinarias (Augier, 2000). Otra perspectiva es la que otorga otro autor (Crowther-Heyck, 2005), a partir de la investigación inicial de Simon al definir cómo las organizaciones afectan las elecciones de los miembros individuales y su preocupación posterior por descubrir la estructura mental de la solución de problemas. Dice el autor: “Con esta redefinición del problema de elección, vinieron otras clases de cambios, cada uno sutil, pero significativo. Esto incluye una inclinación de la teoría de la organización a las teorías de los complejos sistemas de procesamiento de información como foco de su trabajo, el correspondiente cambio de mayor énfasis en la psicología individual que en lo social, y un cambio de ‘proceso de decisión’ al interés en la solución de problemas. Simon también se movió de una ciencia cuyos modelos estaban encarnados en textos, testeados en entrevistas, encuestas y en la observación del comportamiento grupal preferiblemente en experimentos de campo, a una ciencia cuyos modelos fueron diseñados y testeados, en su consistencia interna, en computadoras, y en su consistencia externa, a través de experimentos de laboratorio controlados (Crowther-Heyck, 2005).
Todas estas visiones intentan convalidar que no hubo un cambio, sino una continuidad conceptual en las investigaciones que Simon realizó con posterioridad a la publicación de esta obra (Simon, 1947), consideraciones que, obviamente, no comparto.
Es necesario apuntar que muchas veces se hacen aseveraciones respecto de las investigaciones de Simon sin conocer fehacientemente toda su obra, ni las perspectivas que tuvieron ni la filosofía que en ellas subyace. Es inevitable, entonces, que los resultados lleven a conclusiones totalmente erróneas. En verdad, a partir de 1950, Simon dio un vuelco tremendo a sus investigaciones y, si se quiere, hizo “pívot” en la modificación de su visión de la racionalidad humana acotada para transformarla en su teoría de la “racionalidad limitada” (bounded rationality) y sus formalizaciones (Simon, 1955.a; 1956.a), sesgando sus investigaciones con ese marco. De esta manera, exaltó la cognición por sobre la acción, priorizó el conocimiento explícito por sobre el conocimiento tácito, les otorgó preponderancia a los mecanismos del procesamiento de información por sobre el juicio humano, les dio preeminencia a los medios por sobre los fines y enfatizó a los hechos más que a los valores. (22)
Por otra parte, Simon instó a los teóricos neoclásicos a fingir que el proceso de elección puede ser pronosticado a partir de los modelos teóricos de la elección óptima, al sostener que cualquier descripción adecuada del proceso de las decisiones humanas debe tomar en consideración el proceso psicológico que implica, por lo que se llegará, incuestionablemente, a que la ambición neoclásica de evitar las necesidades humanas se constituya en una pretensión irrealizable.
La contribución de Simon es indiscutible y el redescubrimiento que se está haciendo hoy de sus teorías es una demostración que constituye una de las columnas del estudio de la disciplina. Cuando se le preguntó a Henry Mintzberg a quién seleccionaría como el pensador de management más influyente en la historia de esa disciplina dijo: “Peter Drucker tiene muchas ideas y es indudable que ejerce una gran influencia. Pero yo también nombraría a Herbert Simon. No se habla mucho de él en la comunidad del management, pero ejerce una profunda influencia en la cuestión de cómo adoptan decisiones los directivos. Cambió la forma de contemplar las organizaciones. Desde una perspectiva histórica, citaría a Frederick Taylor como el más influyente. Todavía practicamos taylorismo a gran escala” (Brown, et al., 2002).
03. La década del treinta es señalada por Simon como aquella en la que comenzó su fascinación por el proceso de la toma de decisiones humana. Fue a los diecinueve años y así lo recordó: “Mi interés en cada persona comenzó en 1935 como un atractivo en la toma de decisión humana, especialmente en la adaptación de la gente a las complejidades, incertidumbres, conflictos de objetivos e inconmensurabilidades de la vida diaria personal y profesional. Ustedes me han visto seguir este interés en estas páginas por más de cincuenta años, que nunca abandoné. No me siento tan ignorante frente a las respuestas como me sentí en 1935. Otros y yo hemos hecho considerables progresos para comprender el conflicto y proveer soluciones. Pero la asignación de recursos individuales u organizacionales –cómo son hechos y cómo deberían ser hechos– constituye un problema central de la condición humana” (Simon, 1991.a).
En la década del cuarenta, consolidó su interés; ya con 26 años, llegó a la Cowles Commission en 1942, (23) donde tuvo oportunidad de interactuar con los genios e ideas que allí se congregaron: “La excitación de ese tiempo puede ser transportada –vuelta a evocar por aquellos de nosotros que sobrevivimos– por el listado de las constelaciones de ideas que allí nacieron: investigación operativa y ciencia de la administración, la teoría de los juegos, la teoría de la información, la teoría de la retroalimentación, servomecanismos, la teoría del control (estas y otras agrupadas bajo la bandera de la cibernética), la teoría estadística de la decisión, el programa de almacenamiento digital computarizado. Las ideas estaban todas entrelazadas con sus competencias y la toma de decisiones y rápidamente generaron una cultura científica –una red entrecruzada de científicos con sentido real de comunidad, los cuales eran independientes del área particular en la cual trabajaban e ignoraban la diversidad de sus estudios y entrenamientos–. Ellos venían de la física, estadística, economía, biología, matemáticas, ingeniería, filosofía y también unos pocos de psicología y ciencias políticas” (Simon, 1991.a).
En 1944, escribió un artículo en el que comienza a trabajar sobre el tema del proceso de decisión, las premisas de valor y de hecho y su correspondencia, alternativa y equivalencia con la cadena de medios-a-fines. Manifestó: “En este trabajo, la teoría administrativa será encarada desde este punto de partida: analizando la manera en la que las decisiones y el comportamiento de los empleados operativos son influenciados por la organización. […]. Cualquier decisión racional puede ser vista como una conclusión derivada de ciertas premisas. Estas premisas son de dos diferentes clases: premisas de valor y premisas fácticas, equivalentes de manera aproximada a fines y medios, respectivamente. Dado un conjunto completo de premisas de valor y fácticas, solo es posible una única decisión que es coherente con la racionalidad. Así, con un sistema dado de valores y un conjunto especificado de alternativas, solo hay una alternativa de ese conjunto que es preferible a otras. […]. Subdividir decisiones es mucho más complicado que subdividir desempeño; por lo que no es frecuentemente posible combinar el ojo perspicaz de un trabajador con la mano firme de otro para asegurar gran precisión en una situación particular. A menudo es posible agregar el conocimiento de un abogado al de un ingeniero para mejorar la calidad de una decisión determinada” (Simon, 1944).
En casi toda su obra posterior, en muchos de los artículos y obras que escribió, las decisiones ocuparon el foco principal, incluido, tácita o explícitamente, su modelo de racionalidad limitada. En las observaciones, notas y referencias de cada capítulo se señalarán esas contribuciones. Pero en este, siendo el capítulo que introduce el tema en la obra, las observaciones se formularán con relación al proceso y a las fases que involucra.
La idea de las fases del proceso de decisión tuvo su génesis en esta obra y se consolidó luego en una obra publicada en 1960 (Simon, 1960.b). En 1977, Simon hizo una adecuación temporal de ese documento en la que, advirtiendo que la elección entre posibles cursos de acción no era la totalidad del proceso, manifestó: “Implica, primero que todo, detectar la ocasión para decidir (el problema con el que se tiene que tratar) y dirigir toda la atención de la organización a él. Implica, en segundo término, desarrollar posibles soluciones al problema (cursos de acción), entre las cuales se debe realizar la elección final. Describir y definir el problema, elaborar cursos de acción y realizar la elección final son las fases del proceso de decisión” (Simon, 1977.a). Cualquiera que conozca la influencia que tuvo John Dewey en las ideas de Simon podrá reconocer inmediatamente los cuestionamientos que Dewey hizo para determinar los pasos en la adopción de decisiones: “Cuál es el problema”; “cuáles son las alternativas”; “cuál de ellas, la mejor” (Dewey, 1938).
En la referencia 12 del pie de página de sus comentarios al Capítulo I, Simon revaloriza la revisión mencionada (Simon, 1977.a). La descripción del proceso de decisión que realizó en esa obra constituye la esencia sobre la cual se enseña el tema en cualquier universidad del mundo y se aplica en la práctica del management. Expresó: “La toma de decisiones abarca cuatro fases principales: encontrar ocasiones para tomar una decisión, hallar posibles cursos de acción, elegir entre distintos cursos de acción y evaluar las selecciones pasadas. Estas cuatro actividades representan fracciones del todo diferentes de las previsiones de ocupación del tiempo de los ejecutivos. Si bien las fracciones varían en gran medida entre el nivel de una institución y otra y entre un ejecutivo y otro, podemos formular algunas generalizaciones al respecto, aun sobre la base de observaciones accidentales. Los ejecutivos y su personal invierten una gran parte de su tiempo revisando el ambiente económico, técnico, político y social para identificar nuevas condiciones que exigen nuevas acciones. Probablemente emplean aún más tiempo, individualmente o con sus asociados, tratando de inventar, diseñar y desarrollar posibles cursos de acción para manejar situaciones donde se necesita una decisión. Invierten una pequeña fracción de su tiempo en elegir entre acciones alternativas desarrolladas para enfrentar un problema identificado y ya analizado en función de sus consecuencias y una porción moderada de su tiempo evaluando los resultados de acciones pasadas como parte de un ciclo que se repite, que conduce una vez más a nuevas decisiones. Las cuatro fracciones sumadas representan la mayor parte de la tarea de los ejecutivos. Designaré a la primera fase del proceso de toma de decisiones (investigar el ambiente para encontrar las condiciones que exigen una decisión) como actividad de Inteligencia (tomando en préstamo el significado militar de la inteligencia). Llamaré a la segunda fase (invención, desarrollo y análisis de posibles cursos de acción) actividad de Diseño. Denominaré a la tercera fase (selección de un curso determinado de acción a partir de los cursos de los cuales se dispone) actividad de Elección. Designaré a la cuarta fase (evaluación de las elecciones pasadas) como actividad de Revisión” (Simon, 1977.a).
Las denominaciones de las fases del proceso, la síntesis de su contenido y las actividades que cada una involucra pueden esquematizarse, en la nomenclatura utilizada por Simon, de la siguiente manera:
No sería honesto de mi parte no aprovechar esta oportunidad para cumplir dos compromisos. El primero, con Herbert Simon, asumido cuando me comprometí a desarrollar las observaciones, referencias y notas de esta publicación. En una de las conversaciones que mantuvimos, le indiqué que la obra revisada (Simon, 1977.a) constituía el eje de la enseñanza del tema “decisiones” en nuestra universidad y que, en mis clases en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, no solo utilizaba esa fuente, sino que, además, había incorporado el análisis de las decisiones como sistema de procesamiento de información, vinculándolo con las observaciones generales de la solución humana de problemas (Newell & Simon, 1972). Cuando hice el diagrama, le encantó, y me hizo prometer que, si hacía las observaciones, lo incluiría. El segundo compromiso es, entonces, con quien ideó este esquema, el profesor Federico Frischknecht. En definitiva, creo que fue la sencillez de su metodología (Frischknecht, 1993) lo que cautivó a Simon y motivó su aprobación.
A continuación, con ambas deudas saldadas, se expondrá el proceso de decisión, basado principalmente en las obras citadas (Newell & Simon, 1972; Simon, 1977.a; Frischknecht, 1993); se incorpora a su análisis el concepto de sistema de procesamiento de información, que incluye las restricciones de los límites de acumulación y procesamiento y los límites de las capacidades humanas.
El concepto de sistema de procesamiento de información fue introducido por Newell y Simon (ver referencia 22') en la década del cincuenta; fue definido como un conjunto de memorias y procesos de información, consolidado luego por el trabajo de March y Simon, los primeros en considerar al proceso de decisión como un sistema de procesamiento de información (March & Simon, 1958; 1993.a; 1993.b). Otras publicaciones pueden ser consultadas para consolidar el concepto (Newell, 1955; Simon, 1955.a; 1956.a; 1995.g; Newell, et al., 1958; Shaw, et al. 1959). (24)
Entonces, el proceso de decisión puede ser observado como un sistema de procesamiento de información:
En el cursograma se han utilizado símbolos cuyos significados son los siguientes:
El cursograma se lee de la siguiente manera:
El sistema analizado se encuentra contextualizado entre dos sistemas: Procesador y Contexto. La interfaz entre ambos constituye el sistema de procesamiento de información que estamos analizando.
Al sistema se ingresa por dos vías: los generadores de Inteligencia y Retroalimentación.
El generador Inteligencia transforma el lenguaje del Input (actitudes, valores, ideas, propósitos) del Procesador (un individuo o un grupo) en el lenguaje del sistema analizado.
La salida del proceso de Inteligencia resulta un modelo que está en el lenguaje del sistema analizado, referido al lenguaje externo al sistema. El modelo representa el mundo exterior al Procesador, en su interpretación. Lo denominamos Modelo de Representación. Constituye el problema en el cual el Procesador cree estar: “Primero, antes de pensar un problema, debemos tener un modo de representarlo en nuestra mente” (Simon, 1995.e).
Por principio sistémico, ahora el transductor Diseño tiene como lenguaje de entrada el lenguaje de salida del Modelo de Representación. Este proceso es el que produce (inventa, crea o evoca, según la situación) las alternativas y consecuencias que pueden, en la racionalidad de este Procesador, solucionar el problema en el cual cree estar. La salida de este proceso también es un modelo que representa las posibles soluciones al problema: el Modelo de Resolución.
Este modelo se constituye ahora en el lenguaje de entrada del transductor Elección, que es el proceso que, con un determinado criterio y de acuerdo con el propósito del Procesador, selecciona el conjunto de alternativas y consecuencias que mejor satisface al problema en el cual el Procesador cree estar y considerando las alternativas y consecuencias que, por consiguiente, se han elaborado. La salida de este proceso también es un modelo que representa el comportamiento que adoptará el Procesador: el Modelo de Desempeño.
Este modelo constituye el lenguaje de entrada del generador Aplicación que traduce el lenguaje del Modelo de Desempeño al lenguaje del exterior del sistema. La salida de este proceso es el Output del sistema al Contexto.
Producidos los hechos, los resultados son reingresados al sistema mediante el generador Retroalimentación. Este procede de idéntica manera que el generador Inteligencia, respecto de los hechos. Traduce, entonces, el lenguaje de los hechos al lenguaje del sistema, generando un Modelo de Representación.
El lenguaje de este modelo constituye la entrada del aceptador que bifurca el proceso. Este proceso evalúa las elecciones pasadas con la reinterpretación de los hechos, generando oportunidades para volver a elegir, poniendo en funcionamiento el proceso de Elección, sin modificar las opciones del Modelo de Resolución. O, en su caso, la Motivación del Procesador impulsará la revisión del Modelo de Resolución, generándose un nuevo conjunto de alternativas y consecuencias.
Si no se logra el propósito, la lógica de satisfacción del Procesador y su Motivación, ante el fracaso, impulsará la revisión del mundo exterior y el reingreso al sistema para comenzar el cursograma nuevamente, produciendo un nuevo Modelo de Representación y, así, proceder en forma indefinida.
El proceso así descripto contiene las limitaciones de procesamiento de los humanos y la necesidad de determinar el foco de atención, a partir de las percepciones y el modelo de representación del mundo que el procesador realice. Simon lo afirmó de esta manera: “No podemos soportar vivir en un mundo que nos inunda con información (producida por la naturaleza o el hombre), pero podemos seleccionar para nuestro procesamiento de información aquello idóneo para ser utilizado e ignorar el resto. Nuestro conocimiento científico y tecnológico, nuestra adopción de decisiones y sistema de procesamiento de información son significativos para permitirnos la retrospección o contemplarla muy selectivamente, trayendo de ella las partes que realmente queremos” (Simon, 1997.e).
04. En la versión original de El Comportamiento Administrativo (Simon, 1947), Simon hizo referencia al proceso de elección de los cursos de acción, de un conjunto, sin importar la distinción entre el procesamiento consciente o inconsciente. Años más tarde, en cambio, distinguió los contrastes fenomenológicos de ambos rasgos (Simon, 1997.a.), haciéndolo como indica el cuadro siguiente:
(Simon, 1997.a)
Afirmó también que, cuando se toman decisiones o se realizan acciones, se ponen en funcionamiento dos visiones, una inmediata (el curso de acción seleccionado) y otra futura, las consecuencias de esa elección, que es construida a partir de la selección de alternativas y consecuencias disponibles: el proceso de decisión se refiere al futuro.
Teniendo en cuenta que en la literatura existen dos perspectivas, que no fueron explícitamente tratadas en la obra original (aunque sí subyace su contenido), en estas observaciones pretendo sugerir el tema de investigación para su vinculación a la obra. Estas dos perspectivas son:
el área cognitiva de consideración en el proceso de la toma de decisiones propiamente dicho;
el área cognitiva de otorgamiento de sentido en el proceso de crear conocimiento circunstancial y comprensión de la situación, por lo general, de alta complejidad y con escasa o nula información (sensemaking).
Para ayudar a su comprensión, se pueden esquematizar las dos perspectivas de la siguiente manera:
ÁREA COGNITIVA DE CONSIDERACIÓN EN EL PROCESO DE ADOPCIÓN DE DECISIONES
Las enunciaciones del original de esta obra y el cambio del sesgo de las investigaciones de Simon a partir de 1950, permitieron que en 1964, en conjunto con Newell, introdujera un modelo de decisión basado en una explícita analogía entre la operación de la mente y la operación de un computador (Newell & Simon, 1964.a). Mediante la aplicación de este modelo, el proceso de decisión puede verse como una instancia de la solución general de problemas que los humanos despliegan y la decisión se adopta en un determinado espacio representativo (Newell & Simon, 1972). La solución se representa como sucesivos movimientos de un nodo a otro en ese espacio representativo, en procesos de búsqueda (Simon, 1957.c; Newell & Simon, 1972). La decisión a adoptarse tendrá que ver con un determinado tiempo futuro y, por ello, la atención en el futuro debe ser completa. De hecho, puede considerarse falaz la consideración del pasado en el proceso de la toma de decisiones. Implica considerar qué cosa sucederá cuando nos movemos hacia adelante en un determinado punto en el eje del tiempo, es decir, qué ocurrirá en el momento de la decisión, tal como fue diagramado en la figura.
El proceso de otorgar sentido (sensemaking), concepto introducido por Karl Weick (Weick, 1969), influenciado por teorías fenomenológicas y sociológicas (Schultz, 1967), es aquel que crea conocimiento circunstancial que permita la comprensión de situaciones de alta complejidad con nula o muy poca información (Weick, 1995; 2001). Es un proceso activo de estructurar lo desconocido. Dice Weick: “El mundo de la toma de decisiones se refiere a una racionalidad estratégica y se construye por medio de preguntas y respuestas claras que intentan remover la ignorancia. El mundo del sensemaking es distinto. Se refiere a una racionalidad contextual construida por medio de preguntas vagas, respuestas confusas y acuerdos negociados. La tragedia deja enseñanzas para quienes deban encontrarle sentido a un medio que va repentinamente de lo esperado a lo inesperado, inconcebible o incomprensible” (Weick, 1996). Este proceso tiene características similares al anterior, pero mirando al pasado. Esta perspectiva involucra una atención diferente en el tiempo y el espacio. El foco está puesto en el momento presente, como en el proceso de toma de decisiones, pero la temporalidad es en la dirección contraria. (25)
ÁREA COGNITIVA DE OTORGAMIENTO DE SENTIDO
Estas dos perspectivas tienen fundamentos ontológicos y epistemológicos disímiles, de profundas diferencias en la historia del pensamiento humano, enraizadas en teorías tradicionales filosóficas y sociales que reflejan la manera en que el actor social aparece en tiempo y espacio. Así, quienes adoptan una perspectiva de dar sentido no incluyen el planeamiento de un análisis de la adopción de decisiones; y quienes adoptan esta última no discuten la perspectiva de otorgamiento de sentido en el marco de las decisiones.
Por otra parte, está claro que, al momento de escribir la edición original, Simon tuvo conocimiento de toda la obra de John Dewey escrita hasta 1947, que, como ya se dijo, influyó en él de manera trascendente. Simon reconoció reiteradamente ese efecto (Simon, 1947; 1991.a).
Vale recordar entonces que, en la búsqueda de la verdad, Dewey separó las instancias de las consecuencias no deseadas de aquellas propias de la acción. De esta manera, distinguió la tarea del científico o investigador de laboratorio que trabaja con el conocimiento puro, percibiéndolo más cercano a la verdad que aquel que lo hace actuando en el mundo, estableciendo la utilidad de las teorías al circunscribir su valor. Expresó: “Las teorías son herramientas. Como es el caso de todas las herramientas, su valor reside no en ellas mismas, sino en su capacidad para trabajar mostrando las consecuencias de su utilización” (Dewey, 1920).
Pero también Dewey estableció una conexión entre el momento concreto de la acción y el momento de la decisión de anticipación, creando mejores condiciones, estableciendo un modelo de investigación diferencial entre el pensamiento científico y el sentido común. Manifestó: “No es verdaderamente realista o científico tener visiones restringidas, sacrificar el futuro por la presión inmediata, ignorar hechos y fuerzas desagradables y magnificar la calidad duradera con la que se colman los deseos inmediatos. Es falso que los males de las situaciones surjan de la ausencia de ideales, dado que emergen de ideales equivocados” (Dewey, 1920).
En consecuencia, para Dewey, la caracterización de la verdad como una actividad objetiva desinteresada resultaba, en realidad, una tragedia que obligaba a trabajar para revertirla y tratar de cambiarla por un sentido de la verdad que fluya del compromiso con el mundo e involucrando en la tarea tanto al diseño como a la acción de decidir, disipando así la creencia persistente de que el observador pasivo está más cerca de la verdad que el actor (Dewey, 1938). De alguna manera, Dewey había distinguido el proceso de la adopción de decisiones del proceso de encontrar sentido. (26)
Al considerar varios aportes (y entre ellos los de Dewey), Simon realizó la diferenciación entre las decisiones orientadas a finalidades últimas (es decir, fines, lo que debe ser: un valor futuro) y las orientadas a lograr tales finalidades (medios, lo que es: un valor actual), estableciendo una jerarquía de las decisiones a partir del fundamento teleológico (27) de los humanos. Asimismo, formuló la distinción entre las enunciaciones acerca del mundo percibido (hechos) y las expresiones de nuestra actitud y motivación que forman parte de la construcción de las decisiones (valores). Pero cuando se enfrentan situaciones en un mundo que no se controla, se deben atribuir valores a los hechos, es decir, se deben interpretar los enunciados de nuestras percepciones en función de valores, pero a sabiendas de los límites de la capacidades humanas de procesamiento; de ahí el cuestionamiento formulado a los límites de la racionalidad que realizó Simon en la edición original de esta obra.
Es cierto que las teorías que tratan del proceso de decisión no tienen mucho que decir respecto de la generación de las alternativas. Se presume que deben ser determinadas. Las alternativas, en realidad, constituyen el objeto de nuestra contemplación, son preexistentes al momento de decisión, constituyendo una fase intermedia y no una salida. El proceso de dar o encontrar sentido, por el otro lado, enfatiza el halo de la acción por la inmediatez, caracterizando a la inmersión en la acción como la fuente de la verdad, algo así como la afirmación de Sartre de que la existencia precede a la esencia. (28)
Simon intentó, en su obra Ciencias de lo Artificial (Simon, 1969.a; 1981.g; 1996.g), enunciar esa complementariedad de ambas perspectivas, aunque sin rotularlas ni describirlas antagónicamente. Lo artificial es esencialmente diseño, proceso por el cual se otorga forma a una idea, en la que confluyen y se complementan el pensamiento referido al diseño y el acto de diseño. En dicha obra, Simon posibilitó la complementariedad de una actividad humana contenida en una disciplina objetiva y analítica, como el proceso de adopción de decisiones, con una actividad humana subjetiva de otorgamiento de forma, como el proceso de crear sentido.
En nuestros días, una aplicación de esa teoría puede percibirse en la adopción de las decisiones estratégicas de cualquier institución (situaciones nuevas en condiciones de ignorancia o incertidumbre) en las que ambas perspectivas pueden ser combinadas, lo que no implica ni integrarlas ni sintetizarlas la una en la otra, sino vincularlas en interrelación.
Dentro de la metodología de considerar a estas observaciones desde un principio académico y de investigación, y habiendo realizado la comprensión del marco del proceso de decisión (que se expandirá con el contenido del original de la obra y los comentarios y observaciones), resulta conveniente comprender ahora el marco del proceso de sensemaking.
Para ello, en primer lugar se deben discriminar los tipos de situaciones de ignorancia, de acuerdo con el siguiente cuadro:
TIPOS DE SITUACIONES DE IGNORANCIA
Luego, la complementariedad con el proceso de decisión, para determinar la interpretación de la realidad a fin de hacerla comprensible y con significado para un determinado procesador:
EL PROCESO CONCEPTUAL DEL SENSEMAKING
05. En el Comentario al Capítulo I, Simon se explayó sobre los roles de las instituciones sociales y los mercados y su influencia en el comportamiento de las sociedades modernas, resaltando el impacto que los ordenadores han tenido en su desarrollo. Analizó también la especialización vertical en la toma de decisiones y las líneas de investigaciones sobre el tema desde la publicación de la primera edición de la obra.
Simon desdeñó la falsa dicotomía de discernir acerca de la primacía en el análisis de los individuos o de la organización, considerando que la causa principal de esa anomalía era la deficiente interpretación del concepto de “organización”. Le atribuyó importancia a la organización, teniendo en cuenta el marco que conforma, por sobre la personalidad de los participantes (capítulos V y X), por la forma que toma la organización a través de la influencia y la autoridad (Capítulo VII) y los ambientes de información en los que se adoptan las decisiones (Capítulo VIII). Para Simon existió siempre una lógica común en los conceptos de “organización” y “dirección” (management), siendo significativos los aportes de las ciencias sociales y humanas, que él denominó “ciencias de lo artificial” (Simon, 1969.a; 1981.f; 1996.f).
Puede decirse, en realidad, que la Teoría de la Organización es una disciplina joven cuya génesis está enmarcada por la irrupción de obras seminales en la primera mitad del siglo XX: “La aparición de este campo, constituido por un grupo de investigaciones guiadas por intereses específicos y más o menos identificables, puede relacionarse con un grupo de libros escritos entre 1937 y 1947 (producidos por Barnard, (29) Roethlisberger y Dickinson, (30) y Simon” (31) (March, 1965). Yo agregaría, por su influencia, a Parsons, (32) de cuya obra un enorme pensador dijo: “Nadie entre los contemporáneos ha desarrollado una teoría comparable de la sociedad. La obra actualmente presente no tiene competencia en cuanto a la altura de abstracción y diferenciación, alcance teórico social y sistemático, con simultánea conexión con la literatura de diferentes áreas de investigación. Pese a que el interés en esta teoría ha disminuido desde mediados de los años sesenta y que el planteamiento de Parsons ha sido empujado hacia el trasfondo, momentáneamente, por planteamientos de investigación hermenéuticos y orientados hacia la crítica, actualmente no se puede tomar en serio ninguna teoría social que, por lo menos, no se refiera a la de Parsons. Quien se equivoca acerca de esta circunstancia se deja capturar por la actualidad, en vez de estar sensible frente a ella” (Habermas, 1981).
Se sugiere al lector que, además de las ya señaladas, analice las obras de March y, especialmente, las que realizó con Simon, Cohen, Olsen y Cyert (March 1955; March & Simon, 1958; Cyert & March, 1963; Cohen, et al., 1972: March & Simon, 1993.a; 1993.b).
Para Simon el concepto de “organización” implica el resultado de una actividad inteligente y volitiva, es decir, artificial, distanciándose claramente de la versión sociológica del término. Si bien no literalmente, deja implicada la evidente distinción entre el concepto de “institución social” (entidad) y el concepto de “organización”, al que define como:
1 Patrón de comunicaciones y relaciones entre los integrantes de un grupo de seres humanos.
2 Proceso de adopción e implementación de decisiones.
Años más tarde, purificará el concepto como “conocimiento compartido, pautas, normas y reglas de comunicación” (March & Simon, 1958).
La visión psicológica y la visión sociológica con las que puede analizarse la teoría y, en especial, el proceso de decisión como parte de la teoría de la solución humana de problemas fueron una de sus principales preocupaciones. La determinación de no considerar solo una parte (o psicológica o sociológica), sino al conjunto fue luego convalidada por una serie de trabajos de investigación que desarrolló a través de los años desde la publicación del texto original. En síntesis, la cuestión de si el proceso de la toma de decisión es un fenómeno psicológico o sociológico fue resuelta por Simon al indicar que, en realidad, son ambos y lo que los vincula es el fenómeno de identificación que posibilita la inclusión de las limitaciones de la racionalidad tal como se expresó en la edición original (capítulos IV y V) y la consideración de la denominada decisión compuesta (Capítulo XI). Así lo dijo: “Cuando una persona identificada con un grupo está tomando una decisión, evalúa las diferentes alternativas de elección en función de sus consecuencias para el grupo especificado. […]. Estamos cada vez más preocupados, por otro lado, con las nuevas ciencias del conocimiento y la comunicación originadas en el último medio siglo, que nos proveen de nuevos y más poderosos medios para conducir nuestras organizaciones y el proceso de decisión en ellas. […]. Las diferencias en las estrategias de solución de problemas entre individuos y grupos pueden ser explicadas por el fenómeno llamado identificación” (Simon, 1997.d).
El proceso al que alude Simon tiene la siguiente estructura:
IDENTIFICACIÓN
En referencia a la utilización del término “organización”, Simon dejó en claro que su idea fue establecer un modelo de comunicación e interrelaciones humanas en una institución, que contuviera los procesos de decisión, que incluyen la implementación, diferenciándolo del concepto de “sistemas de roles” de los sociólogos.
La supuesta controversia entre organizaciones y mercados fue analizada por Simon en el Comentario mediante una síntesis de un artículo que publicó en 1991 (Simon, 1991.n) y que, años más tarde, reeditó (Simon, 1997.h). También en ese caso, Simon otorgó preeminencia a las organizaciones por sobre los mercados. No obstante, en el año 2000 Simon desarrolló un trabajo (que no publicó) en el que planteó la disyuntiva de una economía basada en mercados o una economía basada en organizaciones (Simon, 2000.n) y al año siguiente, tomando parte de ese trabajo, publicó un artículo en el que describió la complejidad del sistema que implica la interrelación entre mercados y organizaciones en la sociedad contemporánea (Simon, 2001.g).
En las conclusiones respecto de la influencia de los ordenadores en el funcionamiento de las organizaciones, Simon se basó en la publicación revisada (Simon, 1977.a) de una obra (Simon, 1960.b) en la que realizó vaticinios y predicciones que luego, casi en su totalidad, se cumplieron. La vinculación de esa obra se especificará en las observaciones que se realizarán a los capítulos VII y VIII, señalando al procesamiento como el recurso escaso y no a la información.
La vinculación de estos temas (organizaciones, mercados y computadoras) puede analizarse en la revisión que Simon realizó de la obra de Peter Albin (Albin, 1998), en la que planteó las simulaciones de mercado y juegos en ordenadores (autómatas). Expresó: “Una sensitividad similar para detallar las comunicaciones entre actores se muestra en el Capítulo 5, en el cual se describen las simulaciones en autómatas de los agentes limitadamente racionales en las transacciones de mercados, en los que los costos de publicidad y el tamaño de la región varían. La simulación muestra, como lo hacen simulaciones de mercados de otras investigaciones (Gode & Sander, 1993), que los agentes, operando sobre principios mentales simples con muy poca información, pueden brindar equilibrio en los mercados. Uno puede concluir de esto, con el propósito de explicar el mercado real, que la economía puede prescindir de la asunción no realista de la SEU. La misma lección se aprende nuevamente en el capítulo sexto, en la utilización de autómatas celulares que simulan el juego del Dilema del Prisionero con múltiples personas como una repetición de un juego de N–personas. El uso del modelo autómata celular facilita, haciendo virtual la estructura de vecindarios en la red de jugadores, el control de la dimensión de complejidad que cada jugador pueda exhibir en sus estrategias” (Simon, 2000.b).
En referencia a la evolución de las ideas en el tiempo, divididas en rótulos denominados “escuelas”, en los términos de Simon es un procedimiento científico anacrónico que ha demostrado su inutilidad, especialmente en el management, para predecir o para explicar el fenómeno de la dirección de instituciones sociales, dado que las ideas no han evidenciado rivalidad, sino más bien complementariedad.
Simon fundamentó la crítica de la clasificación de las denominadas “escuelas” en los trabajos del profesor Steven Ott, de la University of Utah, y del profesor Jay Shafritz, de la University of Pittsburgh (Shafritz & Ott, 1980), otorgándole, a mi criterio, demasiada entidad al producido como libro de texto. (33)
En el mismo sentido, otra de las referencias bibliográficas de Simon en el Comentario se relaciona también con compilaciones desarrolladas por los editores Edward Bowman y Bruce Kogut, ambos profesores de Wharton School of Management (University of Pennsylvania), y la profesora Denise Rousseau, de la Carnegie Mellon University. En esos compendios de diferentes autores, se analizan las tenues fronteras de las redes y los nuevos requerimientos del control corporativo; la rapidez y la variedad como características esenciales de las instituciones de esta nueva conformación del mundo; los diseños y rediseños que se requieren, que deben basarse en los nuevos conceptos de forma, espacio y tiempo, a partir de la modularidad y la permeabilidad de los principios de diseño (Bowman & Kogut, 1995); o la necesidad del cambio de foco en el desarrollo de las investigaciones que genera esta nueva era, tales como los nuevos modos de empleos y de relaciones trabajo/no trabajo, los procesos discontinuos de información, el cambio y el aprendizaje organizacional y los procesos de transición que atraviesan los seres humanos en las instituciones sociales (Rousseau, 1997).
06. Finalmente, en este capítulo preliminar, quiero destacar que el contenido de esta obra la transforma en incunable. Tiene un valor precioso para quienes son actores en la disciplina.
La particular manera en que esta edición ha sido compaginada ya ha merecido su explicación en el Prefacio. Ahora es menester aprovechar al máximo su contenido. Por esa razón, me permitiré sugerir al lector un itinerario de lectura de la obra, siguiendo estos pasos:
Sitúese en 1935. Imagine un eje de tiempo y verifique qué pasaba en el mundo, en esos años (hechos, teorías, personalidades, etc.).
Recuerde que, entonces, Simon tenía diecinueve años. Recorra pasajes de su vida entre su graduación en Chicago y la edición del original de esta obra. Si necesita ayuda, puede echar una ojeada al Prefacio. Si quiere profundizar, consulte la bibliografía (Simon, 1991.a; Basualdo, 1999).
Verifique que ha podido comprender no solo el título de la obra, sino también el subtítulo, que, por regla general, no es recordado. Note y anote de qué manera se anticipó Simon en el tiempo.
Lea el Preámbulo completo. En primer lugar, el Prefacio lo ayudará a entender el propósito del modo en que fue compaginada la obra en esta edición. En segundo lugar, los Prólogos lo llevarán a comprender la magnitud de su contenido, afianzado por los dichos de personalidades notables.
Lea la Introducción completa. Analice la forma en que Simon presentó la cuarta edición y los agradecimientos que formuló, tomando nota de las personalidades a las que alude.
Haga una lectura rápida del Índice para saber con qué se va a encontrar. Vuelva ahora al Prefacio y analice la estructura que tiene la obra.
Comience con la lectura del texto original de la obra. Le pido que lea primero el Prefacio a la primera edición escrito por Simon y, luego, el Prólogo que elaboró Chester Barnard.
Ahora comience con el texto original de cada capítulo. En la primera lectura, no se detenga ni en los Comentarios de Simon ni en las Observaciones, notas y referencias que he realizado.
Cuando finalice todos los capítulos originales, lea el Apéndice. Puede decir, ahora, que usted conoce el original de la obra.
Comience entonces a comprender la obra. Lea los Suplementos (especialmente el Suplemento I, para entender las diferentes variaciones de forma que tuvo la obra).
Es hora de disfrutar la obra. Lea nuevamente cada capítulo, con el Comentario de Simon (tenga en cuenta los Suplementos). Lea luego las Observaciones, notas y referencias que he formulado.
Indague todo lo posible en los originales de las obras de Simon. Para ello le sugiero recurrir a la base de datos habilitada totalmente en 2009 en la Carnegie Mellon University, que puede consultar de manera virtual: http://diva.library.cmu.edu/Simon/ access.html
Cuando termine, vuelva a leer detenidamente los capítulos IV y V, los Comentarios de Simon y las Observaciones, notas y referencias a esos capítulos.
Si en algún momento de su lectura completa considera usted que se encuentra frente a una de las personalidades más sobresalientes en las ciencias sociales del siglo pasado, estará en lo cierto. Si usted está estudiando Management o quiere enseñarlo, deje a mano esta obra: la consultará siempre.
15. Simon y Borges leyeron Don Quijote con una particular similitud cruzada: Borges lo leyó por primera vez en inglés; Simon, por primera vez, en español. Ambos fueron luego a sus respectivas lenguas maternas para convalidar la lectura. Ambos notaron la misma cosa: la absoluta pérdida del sentido de las sutilezas del humor de Don Quijote que ocurren en la traducción (Simon, 1991.a).
16. El nombre húngaro de John von Neumann es Margittai Neumann János Lajos.
17. Ernst Friedrich Ferdinand Zermelo, lógico y matemático alemán (1871-1953), fundador de la denominada teoría axiomática de conjuntos. Simon se refiere al axioma de elección que formuló en 1904 (Monsterín, 2004).
18. Se refiere a la obra publicada por von Neumann en 1928, en la que introduce el Teorema Minimax, que le dio su lugar como fundador de la teoría de los juegos. El principio minimax establece una solución racional para un conflicto definido con exactitud en el sentido de que ambas partes pueden convencerse a sí mismas de que no podrían hacer nada mejor, dada la propia naturaleza del conflicto. Hay que recordar que von Neumann era un consuetudinario jugador de póquer y de ajedrez. Demostró con su teoría que existe siempre una forma “correcta” u “óptima” de tomar parte en este tipo de juegos.
19. Se refiere a la obra escrita en 1926 y publicada en 1931 (Ramsey, 1926). Ramsey desarrolló la Teoría Bayesiana de la decisión, tratando dos de los tres aspectos intencionales de la racionalidad que parecen fundamentales: creencia y deseo. La elección de un curso de acción sobre otro, o la preferencia que se le otorgue a un estado de cosas mejor que otro, es el producto de dos consideraciones: el valor que se coloca en las distintas consecuencias posibles y cómo se juzga que serán esas consecuencias, suponiendo que la acción se realice o el estado de cosas llegue a darse (Ramsey, 1926).
20. Se refiere a las obras más notorias (Shannon, 1948; Shannon & Weaver, 1949; Wiener, 1948).
21. Simon sugirió la consulta adicional (Newell & Simon, 1972, páginas 874-888).
22. El paradigma de los sistemas de procesamiento de información (IPS) fue introducido como concepto por Newell y Simon, y trató de separar los hechos de los valores (Newell & Simon, 1956). Esto no es casual, porque los problemas derivados del tratamiento de los valores son obvios y por ello en los trabajos científicos se evita su consideración: esto es así porque la ciencia debe basarse en hechos. Si bien en su fuente principal (Barnard, 1938) el libro culmina con el tratamiento de los valores, la ética y la moral como una atención inherente a la función ejecutiva, Simon consideró a los valores como términos primitivos sobre los que debe discutirse, al menos racionalmente: “No podemos decir dónde vamos; a lo sumo podemos decir cómo llegar allí” (Simon, 1983.c).
22'. El paradigma de los sistemas de procesamiento de información (IPS) fue introducido como concepto por Newell y Simon, y trató de separar los hechos de los valores (Newell & Simon, 1956). Esto no es casual, porque los problemas derivados del tratamiento de los valores son obvios y por ello en los trabajos científicos se evita su consideración: esto es así porque la ciencia debe basarse en hechos. Si bien en su fuente principal (Barnard, 1938) el libro culmina con el tratamiento de los valores, la ética y la moral como una atención inherente a la función ejecutiva, Simon consideró a los valores como términos primitivos sobre los que debe discutirse, al menos racionalmente: “No podemos decir dónde vamos; a lo sumo podemos decir cómo llegar allí” (Simon, 1983.c).
23. Se recomienda remitirse al Prefacio de esta edición (Basualdo) y la bibliografía (Simon, 1991.a; Basualdo, 1999).
24. Para ampliar en detalle se recomienda leer las Observaciones, notas y referencias al Capítulo V.
25. Escapa al propósito de estas observaciones realizar una descripción de la teoría del profesor Weick, pero se recomienda muy enfáticamente la lectura de sus obras más renombradas (Weick, 1969; 1995; 2001; 2009).
26. Se sugiere consultar toda la obra de John Dewey que estaba en conocimiento de Simon al momento de escribir el original de El Comportamiento Administrativo (Dewey, 1920; 1927; 1930; 1931; 1938).
27. El vocablo “teleología” proviene de la conjunción de dos vocablos griegos: τέλεος (teleos: fin) y λογία (logia: estudio, ciencia). Se atribuye al filósofo alemán Christian von Wolff (1679-1754) haber introducido el término (Wolff, 1728).
28. Hay que tener presente que, al momento de la edición original, Simon conocía muy bien la obra Tractatus Logico Philosophicus, de Wittgenstein, publicada en 1921 (Wittgenstein, 1921), a la que accedió recién en 1933, en una traducción de la obra. En ella, Wittgenstein reflexionó acerca del giro dramático de la esperanza de encontrar la verdad como la esencia de un ideal, demostrando de manera rigurosa que lo que se puede decir con la lógica formal es verdad. En un trabajo posterior enfatizó la ineludible multiplicidad de significados de las situaciones y la importancia del lenguaje que es el juego que jugamos como una forma de vida (Wittgenstein, 1953). El original fue escrito en alemán, pero no estaba listo cuando murió Wittgenstein (1951), así que se hizo la traducción al inglés y se incorporó en alguna edición el texto en alemán (1999).
29. Se refiere a la obra seminal (Barnard, 1938).
30. La referencia es la obra publicada en 1939 (Roethlisberger & Dickinson, 1939).
31. El libro es el original de esta obra (Simon, 1947).
32. La cita es para la obra más influyente del autor (Parsons, 1937).
33. La referencia de Simon es al texto de recopilación y síntesis de los clásicos, de la edición de 1992. Este texto fue publicado por primera vez en 1980 (Shafritz & Ott, 1980); luego, en 1987, se publicó la segunda edición y, en 1992, la tercera edición, que es la que fue consultada por Simon. La edición que yo consulté es la que incluye una revisión actualizada y que incorporó a un nuevo autor, Jong Sun Jang, de la Universidad de Corea (Shafritz, et al., 2007), constituyendo la sexta edición de la obra. Siendo un texto de estudio, consulté otras publicaciones de los editores (Ott, 1989; Ott & Shafritz, 1994; Ott, et al., 1996), y confirmé mi presunción de que no tenía mucha entidad la cita de este texto por parte de Simon.