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SUPONER AL SUJETO
ОглавлениеYo pienso –como todos los que trabajamos en la Sección Clínica– que es posible hablar de sujeto en la psicosis. Es posible porque hablar de sujeto siempre es, tanto en el neurótico como en el psicótico, un asunto de suposición. Y nos interesa suponer al sujeto en la psicosis.
El trabajo de nuestros amigos Rosine y Robert Lefort es precisamente estudiar esta cuestión en el tiempo de la causación primera del sujeto, cuando se juega si el sujeto va a quedarse petrificado por el significante o si va a surgir como efecto de verdad; momento en que existiría la tentación de decir que no hay, en ese punto, sujeto. Esto corresponde a un punto muy preciso en la fórmula lacaniana de la metáfora paterna: Nombre-del-Padre, Deseo-de-la-Madre –metaforizado– y, bajo ese lugar, escribimos una x para señalar el eventual efecto de sujeto. Me parece que los estudios de los Lefort tratan precisamente sobre qué pasa en ese lugar de la x cuando hay un problema de metaforización, qué pasa en el momento mismo de la causación originaria del sujeto.
En todo caso –y por una posición ética–, para nosotros se trata siempre de suponer al sujeto en la psicosis. Es suficiente que en el mundo exterior se hable, con eso basta para suponer a un sujeto, no es necesario que el sujeto mismo hable. Porque es posible, con un mutismo completo, tener un pensamiento muy articulado. Es la demostración del caso Schreber: un período de mutismo ocupado por un pensamiento completamente articulado. Así, para hablar de clínica es necesario hablar también del autista –que realmente me parece un «Otrista»–. ¿Por qué? Porque eso habla de él.
Aunque es verdad que el sujeto psicótico no puede acceder a la tranquilidad del yo no pienso, no tiene esa posibilidad que le da su falso ser al sujeto. El sujeto psicótico no puede permitirse ocupar ese lugar que es la base de nuestra tranquilidad. Se puede ver en Schreber, donde encontramos esa posición denominada nichtdenken, precisamente, pensar en nada; pero cuando Schreber está en la posición nichtdenken es una completa catástrofe.
Todos esos elementos me parecen razón suficiente para retomar las cosas que Lacan expone en su texto sobre la psicosis, porque todo indica que ese texto –clásico para los lacanianos– tiene recursos teóricos no explorados todavía y que pueden explotarse en el futuro.
Pero hay algo más en el desarrollo de la enseñanza de Lacan. Y es que, para nosotros, esa enseñanza no es dogmática. En su interior asistimos a un progreso, por ejemplo, en esa famosa cuestión del goce –famosa, ahora–. Por ejemplo, en el texto clásico de los Escritos hay muy pocas referencias al goce, hay solamente la referencia al goce imaginario del sujeto Schreber frente a su imagen, o la anotación sobre el goce de su práctica transexual cuando se viste de mujer. Sin embargo, hace varios años, cuando la Sección Clínica inició la tentativa de leer el texto de Lacan a partir de su nueva teoría del objeto a, se encontró que, para ello, una aproximación sencilla al texto de Lacan era la función del liegen lassen, del «dejado caer» del sujeto que aparece en Schreber. Podemos decir que este «dejado caer» es un primer estatuto del psicótico, un objeto perdido por el Otro. Me parece que esta construcción es muy próxima al texto de Schreber y a las anotaciones de Freud.