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LA OTRA IDENTIFICACIÓN
ОглавлениеPensar que no habría sujeto en la psicosis es una ilusión. Por ejemplo, una frase como la propuesta por Gérard Miller en el Encuentro Internacional en París –«el psicótico no hace lapsus»– no deja ver que, aunque el sujeto psicótico no esté en el lugar del efecto de verdad, hay sin embargo efectos de verdad en la psicosis, ya que hay interpretación aunque ésta sea la del propio sujeto. Lo que ocurre es que en el lugar de la verdad se encuentra un saber. Pero en eso se funda la afinidad del discurso analítico con la psicosis, y por eso Lacan dijo que un análisis era una paranoia exitosa.
Llegado a este punto, podrían demostrarse las sucesivas transformaciones, en la enseñanza de Lacan, de su conocida metáfora paterna. Esta metáfora paterna –que fracasa en la psicosis– es correlativa de una identificación del sujeto que le permite sostener el deseo del Otro. No es suficiente suponer que en la psicosis el sujeto no accede a la identificación fálica. Hay que suponer, además, que el sujeto accede a otra identificación. De ahí que, por ejemplo, la psicosis de Schreber no se desencadene hasta los cincuenta y un años. Por lo demás, conocemos la otra identificación del sujeto paranoico, la identificación con la mujer, la mujer de Dios.
En la forma desarrollada de la psicosis paranoica, lo que adquiere significación para el sujeto es el «Tú eres la mujer», y el sujeto acaba por consentir, por aceptar esa identificación. Ahora bien, conviene diferenciar el «Tú eres “la” mujer» en la psicosis del «Tú eres una mujer» en la femineidad –basta con imaginar al presidente del tribunal vestido de mujer para ver la diferencia entre ese estilo de «la» mujer y una mujer–. Me parece que sólo hay una afinidad entre la posición psicótica y la femineidad, pero que esa afinidad no es de ninguna manera una identidad. La cuestión del éxito de la metáfora paterna, un éxito supuesto, es algo muy diferente de cómo se realizan las posiciones sexuales. Aquí puede verificarse ese dicho escandaloso de Lacan: «“La” mujer es uno de los Nombres del Padre». Eso es, precisamente, lo que se realiza en la estabilización de la metáfora delirante de Schreber. A través de ese efecto de significación de la metáfora delirante, Schreber fabrica un «símil» de Nombre-del-Padre y obtiene una estabilización de su posición.
Es decir que, con la significación que viene al lugar de la significación fálica falante, el sujeto produce un «símil» de Nombre-del-Padre, lo cual permite la estabilización de una metáfora delirante. Ahora le podemos dar una formulación precisa: lo que permite la estabilización del psicótico es poner, en el lugar del Nombre-del-Padre, el «Tú eres “la” mujer». En ese punto me parece que el síntoma psicótico es, finalmente, el fantasma del Otro.