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LO QUE EL GENIO NO SABE
Оглавление¿Fue Freud un genio? Hay una noción que parece fundamental para decir de alguien que es un genio: la invención. El genio como invención encuentra su forma en la del juicio estético de Kant. No imita y, por eso, al mismo tiempo, es un ejemplo para los otros. Es lo que ocurre con Freud. Hay un momento en Freud, un antes y un después de este momento. Se han hecho esfuerzos para deducir a Freud del campo de la cultura de su tiempo, pero estos esfuerzos, creo, no pueden medir al genio. Vamos a aceptar que Freud es un genio.
Otra pregunta sería si Lacan fue o no un genio y si, pasada la relación entre Freud y Lacan, podemos decir ahora, tras su muerte, que fue un genio. Había gente, en vida de Lacan, que iba a decirle que era un genio. Tenemos su respuesta. Consideraba una injuria decir de él que era un genio. De entrada, Lacan nunca olvidó que él no era el inventor del psicoanálisis.
Pero hay más, con el concepto de genio del siglo XVIII, puede decirse que hay un inconsciente del genio –puede verse en la definición de Kant–, precisamente porque el genio no obedece a reglas previas. Es un inventor que no puede comentar cómo el genio produce su producto, lo cual corresponde al concepto mismo de genio. Dice Kant que un genio no sabe cómo encontrar en él las ideas.
Esto guarda relación con el inconsciente. Un genio no sabe cómo sus ideas se encuentran en él, es un lugar donde se producen cosas sin que el sujeto pueda decir cómo se producen. No es una definición del psicoanálisis, sino de la filosofía estética. Un genio no puede seguir un plan, no puede comunicar a los otros unas reglas que les permitan hacer cosas semejantes. Si Lacan consideraba una injuria que se dijera de él que era un genio era porque esto contradecía al movimiento propio de su investigación, es decir, al esfuerzo por saber, comunicar y enseñar cómo se producen las cosas en psicoanálisis.
La relación entre Freud y Lacan es como una relación entre el genio y el gusto en Kant. Lacan sería el gusto. La relación entre ellos, según Kant, consiste en que el gusto cepilla las desviaciones del genio, afina sus excesos. El mismo Lacan lo formula cuando dice que la teoría de Freud está construida año a año, como una jungla, y que su tarea –la de Lacan– es trabajar en esa jungla, meterse en ese lugar para desbrozar la jungla freudiana.
¿Freud es como Newton o más bien como Homero? O sea, ¿se puede aprender a partir de Freud, o bien es un poeta al que admirar sin estar seguros de hacer las mismas cosas que él? Ésta es una cuestión muy importante. El genio, en el sentido de Kant, tiene su valor en el arte pero no en la ciencia.
El de Lacan es un esfuerzo para comunicar el psicoanálisis, para enseñar lo que llama el «matema». Matema, en un primer sentido, significa lo que se puede enseñar, es decir, la dimensión no genial, no de invención sino de enseñanza. Por esto, precisamente, para Lacan es una injuria que se le llame genio. El genio no es el hombre del matema, para el genio el matema es imposible. Por esta razón Lacan, hacia el final de su vida, era un poco pesimista –en cuanto a transmitir el psicoanálisis como matema–, como puede leerse en las palabras de su última etapa, cuando decía que el trabajo de cada analista es el de reinventar el psicoanálisis. Esto puede significar que no hay otra salida para el psicoanalista que ser un genio.
Es un chiste. Es un chiste decir que un analista puede ser un genio. Es un hecho de experiencia –podemos decirlo con seguridad– que los analistas no son genios. En realidad, en el análisis es el analizante el que tiene vocación de genio.