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LA PROBLEMÁTICA DEL UNO
ОглавлениеHay que entender bien la palabra justificación, porque el sujeto puede mantenerse precisamente en una posición injustificada y con ello hacerse insoportable para el otro. Por eso dice Lacan que el neurótico rechaza con encarnizamiento sacrificar la diferencia, la suya, que es lo que le hace sufrir, y lo justifica por ser la única cosa que en realidad tiene: esa diferencia, esa alma. Su encarnizamiento es precisamente porque está justificado allí donde querría estar justificado, y no se produce sólo una vez en el análisis, sino que está presente en muchas ocasiones, pues para obtener del analista –que ocupa el lugar del gran Otro– la comprensión que está en el núcleo de la justificación, con lo único que cuenta el sujeto es con lo que, para él, vale más que todo y supone su diferencia. Esa es la razón por la que al Otro al que llama el neurótico lo podemos llamar el gran Uno, esto es: el Uno de la uniformidad, el Uno supuesto de la uniformidad, el Otro de todos. Todos parecidos excepto yo. Por esta razón, la problemática del Uno –es el tema de estudio este año en París– tiene una dialéctica con el concepto del Otro. En la pasión del neurótico confluyen la suma y la resta: el Otro que, normalmente, resta y el Uno que suma.
El neurótico se las apaña para hacer existir la creencia de que al Otro no le falta nada. Esto se ve muy bien en el obsesivo con su necesidad de Otro sin tacha y, por eso, cuando no lo tiene, se lo inventa. A todos nosotros nos ocurre, por ejemplo, con Lacan –nuestro Otro que es Lacan–, sobre el que hay montones de biografías en las cuales aparece sin tacha. ¡Qué ilusión, un Otro sin falta! En la experiencia analítica, generalmente, el sujeto tacha al analista porque éste le parece Uno y frente a él recela por su alteridad, por su diferencia alterna, por eso revela en el Otro su falta en ser –habitualmente culpabilizándolo con el propio dolor, como diciendo: «Usted no puede curarme»–; ésa es su falta. Pero esto no es un reproche ni una queja, sino la puntualización de que el sujeto está tratando de perforar; y cuando está tratando de perforar es porque supone al Otro sin tacha.
La problemática del Uno es también, en el análisis, la problemática de la identificación. ¿Qué hace que el Uno pueda ser memorable? Lacan, por ejemplo, cuya vida estudian ahora muchos, retomando esa problemática llegó al Parménides de Platón. El Parménides trata de la problemática de la jurisdicción entre el Uno y el ser. Lacan dijo que aunque sea difícil, debemos leerlo.
En análisis hay que distinguir entre identificación e imitación, que sigue siendo una buena palabra castellana, ya que imitación remite a parecido, a apariencia, cuestión toda del registro imaginario, es decir, de la imagen. Hay que decir que la identificación –en un análisis no se trata de imitación– apunta precisamente a aquello que no es imitable del otro y es lo que da la diferencia. En la identificación histérica, por ejemplo, no se trata de los fenómenos de moda, no se trata de que todas las mujeres empiezan a hacer lo mismo; además de que, generalmente, los que deciden la moda son algunos hombres. En un análisis no se trata de eso, de imitar a la otra, sino precisamente de la identificación con lo que la otra tiene de inimitable. Es decir, la identificación es siempre la diferencia de una a otra.