Читать книгу Elecciones del sexo - Joaquín Caretti - Страница 9

CAPITALISMO HASTA EN EL SEXO

Оглавление

por

MARTA BERENGUER

Capitalismo hasta en la sopa. El capitalismo parece haberse introducido ya en cualquier esfera de la subjetividad humana y, evidentemente, no se ha olvidado del sexo. En realidad, este «capitalismo hasta en el sexo» no es nuevo: la prostitución, las alianzas matrimoniales o los regalos para las amantes los vemos ya desde hace varios siglos. La historia de la cultura da buena cuenta de ello. Encontraríamos numerosos casos en la literatura y las artes, por ejemplo.

Pero situémonos en el siglo XXI. ¿Qué hay de nuevo entre sexo y capitalismo? ¿Existen nuevos fenómenos en lo social que anudan sexualidad y discurso capitalista? Intentaremos esbozar si no la respuesta, al menos la dirección de una búsqueda.

EL (DES)ENCUENTRO ENTRE LOS CUERPOS

«El Imperio de los sin sexo»1 es un documental del programa Documentos TV de TVE que nos relata el hecho de que Japón tiene el récord mundial de abstinencia sexual, pero la industria pornográfica es muy lucrativa. Fumiyo es un hombre de cuarenta años que lleva tres sin mantener relaciones sexuales con su novia. Según relata él mismo: «Cuando empecé a salir con mi novia hacíamos el amor todos los días pero después, cuando terminó la pasión, no me atrevía a contarle mis fantasías sexuales. Entonces me di cuenta de que las películas porno eran más divertidas y que los sex shops eran más prácticos».

Que este hombre no haga el amor con su novia no quiere decir que haya renunciado al sexo. Acude a menudo a lo que en Japón se conocen como video box para ver, en una sala solitaria, películas porno y desplegar ahí su actividad sexual. No es el único. En Tokio hay casi 500 cabinas de este tipo a las que acuden hombres a diario. Fumiyo cuenta algo más: «Para obtener placer no tengo que hacer el amor. Me basta con eyacular. Si me preguntan por qué se me hace tan pesado tener que hacer el amor quizá sea porque, cuando hago el amor a una chica, no puedo evitar pensar en su placer. Al final, me pasa como con mi novia».

Jacques-Alain Miller nos presenta una posible orientación sobre el tema del porno en su texto «El inconsciente y el cuerpo hablante»:2 «¿Qué es el porno sino un fantasma filmado con la variedad apropiada para satisfacer los apetitos perversos en su diversidad? No hay mejor muestra de la ausencia de relación sexual en lo real que la profusión imaginaria de cuerpos entregados a darse y a aferrarse. [...] De vuelta de Italia, tras una gira por las iglesias que Lacan llamaba bellamente una orgía, advertía en su Seminario Aún: “Todo es exhibición de cuerpos que evocan el goce” —este es el punto en que nos encontramos en el porno—. Sin embargo, la exhibición religiosa de los cuerpos extasiados deja siempre fuera de su campo la copulación misma, del mismo modo que la copulación está fuera de campo, dice Lacan, en la realidad humana». En el testimonio de Fumiyo vislumbramos algo de la angustia que supone encontrarse con el otro cuerpo y su goce. Según parece, para él es «más cómodo» pagar para entrar en un video box y satisfacerse con un goce autoerótico centrado en la pornografía que encontrarse con el cuerpo y el goce femenino. El imperativo de la imagen gana la partida.

CAPITALISMO DE LOS AFECTOS

Sin movernos de Japón seguimos en Tokio para hablar ahora de otro documental. «Alquila una familia, S.A.»,3 nos presenta la historia de Ryuichi Ichinokawa y su curiosa forma de vida. Ryuichi es un hombre japonés de cuarenta y cuatro años. Está casado, es padre de dos hijos y todos los días va a trabajar a la oficina de correos. Desde fuera, la familia Ichinokawa parece llevar una vida aparentemente «normal». Sin embargo, hay un lado secreto de Ryuichi incluso desconocido para su familia: posee una empresa llamada Hagemashi Tai («quiero levantarte el ánimo»), uno de los negocios más peculiares de Japón, dedicado al alquiler de parientes, amigos, colegas o parejas falsas. A lo largo del documental se van desgranando varios temas: los sujetos alquilan los servicios de la empresa para esconder un secreto, o bien para mantener un simulacro que les ayudará a conseguir algo que supuestamente quieren, y no tienen en la realidad. El dinero es el vehículo para conseguirlo. Si no se tiene una familia estereotipadamente feliz, se puede comprar.

Además de empresas como las de Ryuichi, en Japón existe también un negocio paralelo a la industria del sexo.4 Se ofrecen servicios como Moedate, que asegura proporcionar experiencias emocionales de romance real donde las relaciones sexuales quedan prohibidas.

En Estados Unidos existen los denominados cuddlers o abrazadores profesionales. Es el caso de Samantha Hess, que ofrece contacto físico a 45 euros la hora. Las personas que pagan por los servicios de la empresa Cuddle Up to Me priorizan los mimos y el cariño a las relaciones sexuales.

¿Ante una sociedad donde el sexo está presente y ofertado como mercancía por todos lados qué ocurre con los afectos? Afectados están, por supuesto. Sigmund Freud nos habla en su texto Tres ensayos sobre teoría sexual5 de la inhibición, por ejemplo. ¿Qué ocurre con esos diques de contención (el asco, la vergüenza, la moral) de los que nos habla Freud ya en los inicios del año 1900? ¿Han desaparecido estos diques en la actualidad? ¿Se trataría más bien de un desplazamiento que se enlaza por el lado de lo afectivo? Sea como sea, de esto se aprovecha también el capitalismo. No todos los sujetos están dispuestos a consumir el sexo como mercancía. Algunos estarían dispuestos a pagar para que los abracen como a un bebé. Algunos. He ahí lo que vengo a llamar el capitalismo de los afectos.

Volviendo al testimonio de Ryuichi, vemos que esconde en su síntoma en forma de empresa que «levanta el ánimo» un secreto para su propia familia. Según él, sus servicios tienen el objetivo de «ayudar a sus clientes para que se acerquen a la felicidad». ¿Vendría el dinero a tapar esa falta en ser de la que nos habla Lacan? En cualquier caso se impone un segundo imperativo de la época: el de la felicidad o del todo es posible.

LA DIMENSIÓN DE LA PREVISIÓN Y EL CÁLCULO

Un estudio6 asegura que correlacionando datos de usuarios de redes sociales su algoritmo puede llegar a predecir la «orientación sexual» de un sujeto. Junto al capitalismo encontramos hoy el denominado big data, o el análisis de datos, supuestamente capaz de predecirlo todo. Todo. Incluso las «preferencias sexuales». Pero el reduccionismo tecnológico se extiende también a otros campos. La genética sería otro de ellos. Singldout7 es una página web de citas que ofrece la promesa de encontrar al «partenaire perfecto» mediante una prueba de ADN.

Aseguran que se puede encontrar pareja mediante lo que ellos denominan «compatibilidad biológica». Hecho y pagado el test, en una semana los resultados aparecen en el perfil del usuario y pueden ser comparados con los resultados de otros, con la finalidad de garantizar el «encuentro perfecto». La página, obviamente, está patrocinada por unos laboratorios químicos que se encargan de elaborar la prueba genética con la máxima celeridad posible.

En Silicon Valley encontramos otro ejemplo de la dimensión de la previsión y el cálculo. Apple y Facebook pagarán la congelación de óvulos a las empleadas que lo soliciten.8 Según las dos empresas, la medida tiene el objetivo de aumentar la presencia de las mujeres en Silicon Valley. Bajo esta idea falsa de supuesta igualdad podríamos debatir varios puntos. El que interesa destacar es cómo el capitalismo invade la esfera de la maternidad queriendo controlar también la vida de los sujetos. ¿También cuándo van a tener hijos?

En el artículo «El porvenir de una ilusión: el culto de la previsión»,9 Éric Laurent nos orienta sobre esta dimensión del cálculo y la previsión: «Los algoritmos del cálculo masivo de lo íntimo [...] matan al sujeto porque ya no le dejan ningún lugar para una angustia integrante de la soledad del acto. [...] Algunos están encantados de una manera casi maníaca por el reacomodamiento de la gestión de las poblaciones debido a un futuro eternamente previsible. Estaríamos finalmente en condiciones de evacuar el problema de los futuros contingentes».

Los algoritmos del big data o la genética como promesas para encontrar al «partenaire perfecto» nos hablan de un tercer imperativo contemporáneo ligado al neocapitalismo: el del cientificismo.

Oscar Masotta en su libro Lecciones de introducción al psicoanálisis10 escribe una frase que nos sitúa en un punto clave para entender la problemática que para el sujeto supone el sexo. Casi a modo de trabalenguas dice así: «El sujeto no sabe sobre aquello que está en el origen de los síntomas que soporta (he ahí al inconsciente) porque nada quiere saber de que no puede saber que no hay Saber sobre lo sexual».

Masotta nos presenta aquí, de una manera muy clara, la dimensión enigmática del sexo. A ese respecto sigue su exposición diciendo: «O bien las cosas sexuales deben ser incluidas en la clase de las cosas ininteligibles, o bien hay cosas sexuales que nos introducen a la idea de que son enigmáticas. Pero un enigma no es un ininteligible, sino algo que plantea una cuestión y exige una respuesta».

Llegados a este punto y volviendo a la pregunta del inicio: «¿Qué hay de nuevo entre sexo y discurso capitalista?». Hemos visto a lo largo de este recorrido en lo social la presencia de tres imperativos: el de la imagen, el de la felicidad y del todo es posible y el del cientificismo. ¿Nos hablan estos tres imperativos del binomio sexo y capitalismo de hoy? Probablemente, pero no únicamente. Los tres tienen en común la insistencia ilusoria que la relación entre los sexos fuera posible, armónica, placentera. Ignoran también la dimensión enigmática del sexo y con ello al inconsciente. Pero el enigma del sexo persiste. ¿O acaso Fumiyo, Ryuichi y otros tantos testimonios que podríamos citar saben algo de este enigma? Dicho enigma persiste en el hombre, persiste también en la mujer que, como diría Oscar Masotta: «Es más recóndita que el camino por donde en el agua pasa el pez».11 El enigma del sexo tiene también algo de recóndito, aunque el discurso capitalista y sus nuevas eróticas e imperativos se empeñen en ignorarlo. Pero no podemos precipitarnos porque, aunque en lo social observemos que el capitalismo y con él el dinero pareciese invadirlo todo, habría que desmenuzar qué significación tiene la palabra «dinero» para cada uno de los sujetos citados. Su historia, seguramente, nos daría algunas de las coordenadas para encontrar una respuesta.

Elecciones del sexo

Подняться наверх