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Febrero 6
Ay de mí si no anunciare el evangelio

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“….porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!”

(1 Corintios 9:16b)

Con toda seguridad que en nuestros tiempos los cristianos gozamos de más comodidades, de mayor educación, de medios de transporte, de tecnología avanzada, de grandes ventajas para comunicar el mensaje de salvación.

Pero la pregunta que debemos hacernos es: ¿Tenemos ese mismo espíritu de urgencia, esa convicción profunda que impulsaba a Pablo y a los discípulos de aquellos tiempos, para buscar la salvación de los perdidos?

¿Sentimos esa misma pasión de amor personal con relación a nuestro Señor y a la obra que nos encomendó a todos los creyentes?

Tal vez nuestra vida cristiana de hoy no está respondiendo adecuadamente a los desafíos que este mundo nos presenta.

Sin embargo, El Señor quiere despertar estos espíritus adormecidos y cómodos que se contentan únicamente con su propia salvación y que saben que el mismo sentido de urgencia que tenían aquellos discípulos debe caracterizar a los discípulos de todos los tiempos.

Hoy El Señor habla directamente a tu condición espiritual. ¿Eres salvo? ¿Has sido perdonado de tus pecados? Si es así, gloria a Dios.

Lo que recibiste de gracia ahora lo debes transmitir de la misma manera.

Es día de ponernos en la brecha. Es otro día para emprender nuevos desafíos en esta batalla espiritual. Es un día para que compartas, para que comuniques las verdades del evangelio que es poder de Dios para salvación.

Contágiate hoy de ese sentido de urgencia apostólico y Dios te usará como un instrumento eficaz para comunicar la salvación a quienes Él mismo te ponga por delante.

¡No vas solo, Dios va contigo!

Oración:

Amado Dios, sé que en este día tengo un desafío por delante. Sé que mi boca debe ser usada para compartir el mensaje de salvación y es eso lo que quiero hacer. Quiero ser como tus primeros discípulos, que a donde iban siempre llevaban el mensaje en sus labios y eran grandemente usados bajo el poder del Espíritu Santo. Tú estás conmigo, hoy anunciaré tus maravillas. Amén.

Una semilla para cada día

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