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Febrero 25
Hechos a la manera de Dios

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“porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras…..” (Efesios 2:10)

Mírate hoy por un momento frente al espejo. Lo que ves, no es obra de la casualidad, ni de una explosión, ni de una coincidencia de los elementos del mundo. De ninguna manera.

Lo que ves es nada menos y nada más que una creación divina.

El Señor se inspiró para hacerte y estuviste en las manos del Alfarero, quien planeó y moldeó cada parte de ti.

Pero no es solamente tu aspecto físico lo que responde a un modelo celestial. Es en realidad todo tu ser. La complejidad de un ser que tiene una imagen en los cielos, que tiene el aliento espiritual dado por Dios y que fue creado con un propósito específico.

Eres un milagro verdadero y tienes un camino por recorrer para dejar huellas de bendición sobre los que te rodean.

Pero Dios no ha dejado de crear en ti.

El empezó una buena obra y la va a perfeccionar hasta el día final.

Estás en un constante proceso de perfeccionamiento y hoy avanzarás un poco más en esos deseos celestiales.

Por eso, el día que tienes por delante no es un día cualquiera. No. En realidad es un paso más hacia la eternidad. Es una nueva oportunidad para crecer y convertirte en ese ser humano que El Señor tuvo en mente desde que te envió a este mundo.

Y los pensamientos de Dios para ti son de bien y no de mal para darte el fin que siempre has esperado. Por eso cuida cada paso que des hoy. Camina con la firmeza que pueden tener los que andan con la mirada puesta en el objetivo final.

Este es un día de victoria con Cristo. Día de misericordias que surgieron en los cielos para hacerse evidentes en la tierra. Día de grandes realizaciones que ya estaban en la mente de Dios para que se cumplieran en ti. Día de batallas ganadas y triunfos anhelados.

Eres una obra en construcción. Baja la velocidad, hay un obrero celestial que trabaja dentro de ti.

Oración:

Señor de los cielos, hoy puedo comprender la naturaleza de tu gran amor. Me has tenido en tus manos desde siempre. Te pertenezco y sé que tú estás haciendo lo mejor de mí cada día. Por eso ningún día es en vano. Hoy me acercaré más al objetivo propuesto, avanzaré en los propósitos divinos y seré guiado/a por tu mano para dar un paso más en mi destino eterno. Gracias por regalarme un nuevo día para cumplir con los propósitos por los cuales fui creado/a. Amén.

Una semilla para cada día

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