Читать книгу Una semilla para cada día - John Harold Caicedo - Страница 48
Febrero 10
Dime con quién andas……
Оглавление“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado” (Salmo 1:1)
Cada día es en realidad un precioso tesoro para disfrutarlo y vivirlo de la mejor manera.
Es un regalo divino para acercarnos a nuestros sueños, para regocijarnos con el esplendor de la creación de Dios, para dar una palabra al necesitado, alentar al que sufre, consolar al que llora, alimentar al hambriento, calmar la sed del sediento y llenar nuestras alforjas de preciosas perlas divinas a través de la Palabra de Dios.
Sin embargo hay tantos seres humanos que pierden su tiempo con personas que no los edifican, ni les ayudan, sino más bien los conducen por caminos equivocados que destruyen sus vidas.
También hay otros que escuchan las voces equivocadas que los invitan a hacer el mal, a sumergirse en vicios, a murmurar y criticar a otros, a quejarse por todo lo que pasa alrededor.
Pero cuando hacen eso están pisoteando el regalo de cada día que Dios les ha obsequiado para hacer cosas provechosas y crecer como seres humanos.
¿Para qué seguir el camino de los insensatos?
¿Por qué obedecer a aquellos que nos destruyen?
¿Qué beneficio tendremos si seguimos los consejos de quienes desperdician su tiempo en cosas vacías y equivocadas?
En realidad este es un día para deleitarte en El Señor y esperar que te conceda las peticiones de tu corazón.
Un día de bendición, de nuevos frutos, de alegrías y nuevas esperanzas.
Un día que irás más seguro/a escuchando el consejo de los que aman a Dios, caminarás por los lugares de los bendecidos y te sentarás con los sabios y entendidos en las cosas del Reino.
Y entonces sobre ti, será pronunciada una palabra divina: El Señor dirá de ti hoy: Eres bienaventurado/a y serás como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará.
Oración:
Dios mío, quiero caminar contigo y escucharte hablar. Tú eres la fuente de la sabiduría de donde vienen mis propósitos, mi libertad frente al pecado y al temor, mis alegrías, mis bendiciones y mi gozo. En tu Palabra está mi delicia, en ella medito de día y de noche y es por eso que sé que contigo voy por el camino perfecto hacia la eternidad, aquella que solo podemos tomar quienes hemos recibido a Cristo en nuestro corazón. Este es un día que me acerca más a tu presencia eterna, tú eres mi lugar seguro. Amén.