Читать книгу Un policía del sur - John McMahon - Страница 18
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ОглавлениеEl chico tenía ambos brazos atados a la espalda, y le metieron la cara en el agua por la fuerza.
—No tiene por qué hacer esto —farfulló el muchacho pese al dolor. Estaba tendido boca abajo—. Puede dejar que me vaya. No le he visto la cara.
—Bueno, entonces, ¿por qué no te enseño la cara, Kendrick? —respondió.
El hombre sabía cómo se llamaba.
—No —suplicó Kendrick.
Pero el hombre lo rodeó hasta ponerse delante y le levantó la cabeza.
Kendrick notó una punzada de dolor en el hombro que le recorrió todo el brazo.
Le vio los ojos al hombre. De la comisura del labio le colgaba un hilillo de baba blanca.
El hombre volvió a meter la cabeza de Kendrick en el agua, y se tumbó encima de él.
Los dos estaban vestidos, pero el hombre empezó a olisquearle el cuello. Murmuraba palabras extrañas, mezcladas con el inglés. Acariciaba y frotaba la cabeza del chico.
—Levanta —dijo el hombre entre palabras que parecían provenientes de otro mundo.
Le sacó la cabeza del agua a Kendrick, que tomó aire a bocanadas.
Escupía agua. Gritaba.
—¡Déjeme en paz!
—Arder —repitió entonces el hombre, al tiempo que volvía a hundirle la cabeza en el agua.
Kendrick tragó agua fangosa mientras forcejeaba con el hombre, lo que le provocó sacudidas de dolor desde la muñeca hasta el codo.
Kendrick casi se había quedado sin fuerzas cuando el hombre le levantó la cabeza por última vez.
—Llévatelo —le dijo el hombre a alguien que esperaba en la oscuridad.
Kendrick exhaló. ¿Se había terminado?
Pero entonces notó que tiraban de él hacia atrás.
Lo arrastraron por un suelo áspero.
Luego, lo levantaron por la cuerda con la que tenía atadas las manos a la espalda y sus dos brazos, como de gelatina, sostuvieron todo su peso. Y gritó como no había gritado nunca.
Pero estuviera donde estuviese..., al parecer nadie lo oyó.