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Durante los siguientes meses de segundo año J.C. y Pedrito sufrieron muchos casos de abusos, acosos, actos intimidantes y crueles, por parte de Andrés y sus amigos agresores.

Les pusieron apodos por su apariencia física o su estado mental, llamándoles nerds, gordos fofos, chanchitos, mentirosos, bola ocho, y muchos otros apodos dolientes.

Una vez, al formar un grupo de trabajo para realizar una tarea diaria, todos sus compañeros los dejaron solos, sin incluirlos en los grupos formados por los demás alumnos. De ahí en más éste hecho se repitió siempre por lo que ellos optaron por formar un grupo de dos.

Muchas veces les escondieron la mochila con todas sus pertenencias, y a veces las encontraban llenas de agua o de basura. Incluso en una ocasión, Pedrito encontró en la suya una rata muerta. Esa noche le costó dormir.

Lo peor y más desagradable era cuando le sumergían las cabezas en el retrete del baño o cuando le rompían la ropa. Una vez los dejaron sólo con su ropa interior. Pudieron salir de la escuela sin que sus madres lo supieran gracias al señor que limpiaba el colegio, que los descubrió en ese estado dentro del baño, por lo que les dio ropa que en su momento alguien había olvidado en la escuela y que se amontonaba en los armarios de cosas perdidas.

También se comenzó a esparcir el rumor acerca de la actividad sexual de Pedrito, denigrándolo hasta lo más bajo que una persona puede caer.

El despertar de un asesino

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