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II. Aranjuez, tercer paisaje y espacios en transformación

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En los momentos presentes, en Aranjuez no solo se ha consolidado el modelo de producción capitalista, completamente dominante, sino que ha ido acompañado de la aparición y consolidación de un sector de corte monopolista (aunque persistan aún dentro del mismo las pequeñas empresas, no como algo marginal, sino como algo funcional a la estructura del conjunto). Esto supone la posición de dominación de una capa social surgida del capital financiero, y estrechamente vinculada al mismo. De hecho, la transformación del sector no puede interpretarse, únicamente, a través de la evolución del mercado, pues ha requerido la puesta en marcha de otros mecanismos exógenos a la dinámica interna de aquel, desempeñando un papel fundamental los poderes públicos (en nuestro caso concreto, la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de Aranjuez, entre otros). Éstos no se han limitado a intervenir directamente en la producción de viviendas, sino que, a través de las políticas económicas, por una parte, y la de vivienda y planeamiento, por otra, han generado un proceso marcado por la transformación del modo de producir la vivienda, y marcando la dirección en las formas de consumirla, por otra. Así, pues, los poderes públicos (el Estado, la Comunidad de Madrid, el Ayuntamiento de Aranjuez…) no se han limitado a tener una posición neutral como gestor del “bien común”, sino que se han convertido en directores o, en su caso, mediadores de intereses diversos (han marcado tanto “ex ante”, como “ex post” las líneas directrices que rigen el sector inmobiliario).

Y es que en ésta, como en el resto de las ciudades de Madrid, el crecimiento urbano está configurado por la localización de las viviendas, en relación con la crisis de la industria; éstas no sólo constituyen, como suelo residencial e industrial, el principal componente de la ocupación de suelo en el proceso de crecimiento urbano, sino que su papel preponderante está reforzado por el protagonismo cobrado en las últimas décadas, por la edificación masiva, y su papel en el propio crecimiento de la ciudad (de hecho, el sector inmobiliario ha cobrado una importancia calificable de excepcional, en su sistema económico de desarrolla “tardío”, unido al acelerado crecimiento urbano que se ha producido en ciudades como Aranjuez). Todo ello acompañado de los problemas inherentes a la necesidad de vivienda en un modelo de crecimiento económico que provocó y genera una importantísima y creciente concentración demográfica en ciudades como la estudiada.

El crecimiento urbano de esta ciudad está directamente unido a los mecanismos que operan en el sector inmobiliario, generando procesos consecuencia de su actuación. De hecho, cuando las condiciones de rentabilidad del mercado no son las esperadas por el sector inmobiliario, no se producirán las inversiones necesarias, y el crecimiento urbano o no se dará o se generará a través de otros mecanismos (bien por la acción de los poderes públicos, cuando éstos asumen directamente la edificación de la ciudad y de sus áreas de influencia, bien mediante procesos de urbanización que de forma genérica podríamos calificar de urbanización marginal, relacionada con la recalificación de suelo, generalmente industrial). De esta forma, nos encontramos con el Tercer paisaje, con la tierra de nadie a lo largo de los bordes de las autovías, de cuya conservación nadie se ocupa, y que nadie usa. Son también los frentes litorales abandonados, las playas de vías de ferrocarril que rodean a la estación de Aranjuez, los recintos militares abandonados, los complejos industriales que se han trasladado a los suburbios para tener mejores accesos e impuestos más bajos, o simplemente han desaparecido, quedando los restos de sus infraestructuras. Son los terrenos vacantes en los centros urbanos, resultantes de las demoliciones que, por diversas razones, nunca fueron reconstruidos. Su estudio y valoración parte de lo que hoy se conoce como Análisis Territorial, en relación en este caso con el medio ambiente y la sostenibilidad (ver Figura 1).

Figura 1. Metodología de análisis.


Fuente: Elaboración propia.

Las consecuencias del tratamiento de los procesos recogidos en la figura anterior, es que, en los terrenos en los que se va a desarrollar el futuro crecimiento de Aranjuez, encontramos una gran cantidad de elementos componentes de lo que el profesor Javier Pérez Igualada en un magnífico trabajo publicado en 2018 (“Los nombres de los lugares sin nombre.” ACE: Architecture, City and Environment = Arquitectura, Ciudad y Entorno, 13 (38): 129-150), califica como Tercer Paisaje (Lost spaces; Non-lieux; Junkspaces; Shadowed Places; Terrain vague; SLOAP; Drosscapes; Spazi rifiuto, spazi scoria, spazi-scarto; Tiers Paysage; Hyper-lieux; Non-place urban realm. Estas denominaciones, que se suman a las más genéricas de terrenos baldíos, descampados, vacíos urbanos, suelos vacantes o espacios residuales, van asociados a diferentes lecturas y valoraciones de los lugares que designan, realizadas desde paradigmas diversos –formal, socio-funcional o medioambiental–, y también a diferentes propuestas de estrategias de intervención –o de no intervención– en los mismos). De hecho, tal y como podemos comprobar en las variables integrantes de la susodicha Metodología al uso, los espacios residuales que forman parte de los Lost spaces (los antiespacios sin forma y sin uso), predominan en el espacio geográfico de Aranjuez.

No debemos olvidarnos de que la interpretación de los espacios estudiados está marcada por el hecho de que alrededor de los años treinta del siglo pasado Aranjuez empezaría a denotar las primeras consecuencias de la ausencia de una planificación urbanística que permitiera ordenar las diversas localizaciones de las actividades urbanas que se estaban desarrollando en su suelo. Las pautas referidas a la ordenación mediante la cuadrícula ortogonal para el núcleo urbano de la ciudad madrileña serían manifiestamente superadas cuando en estos años empezarían a enclavarse distintos núcleos industriales individuales, alrededor de la zona en la que se situaba la estructura ferroviaria de la ciudad. La rotura de la coherencia en la ordenación espacial, vino de la mano de la ausencia de un planeamiento general aplicable a esta circunstancias, ya que la aparición de estas industrias no se vería acompañada por ningún tipo de regulación urbanística, que marcase las relaciones urbanísticas entre ellas y los centros industriales con el resto del núcleo urbano, desarrollado como lo habían diseñado los pensadores ilustrados (tal y como recoge en un excelente artículo el profesor Julio García Lanza, “Aranjuez ciudad planeada: Del Plan de Bonavía de 1747 al Plan General de 1996”).

A esta eventual particularidad, hay que añadirle el hecho de que en la segunda mitad del pasado siglo, el crecimiento de la capital de España (esto es, de la ciudad de Madrid), influyera de manera significativa en el conjunto de la provincia, transformado su estructura y morfología y modificando en cierto modo las diferentes ocupaciones profesionales de una parte considerable de sus núcleos de población, y en donde la ciudad de Aranjuez no iba a encontrarse ajena a esa realidad (siendo a la larga absorbida por la influencia de la capital, como ya le ocurriera a los núcleos rurales y de pequeña entidad próximos a la urbe de Madrid). De hecho, a estos contextos históricos, se le añade que por aquellos años cincuenta del susodicho siglo, Aranjuez tenía unas funciones económicas primordialmente agrarias, mezclada con una enorme cantidad de población activa dedicada a este sector agrario y también al industrial, lo que sumado al hecho de que la ciudad careciera de una reglamentación urbanística adecuada, pondría de manifiesto el paso de una etapa en que la ciudad estaba regida por un planeamiento ordenado y determinado, a otra etapa en la que el desorden urbanístico y territorial iba a empezar a predominar en la escena urbana de la Aranjuez, lo que afectaba, principalmente, al entorno que rodeaban a la malla ortogonal, entendida como el modelo de ordenación de la ciudad primigenia.

Por otra parte, cómo entender, por ejemplo, que en Aranjuez, donde todo es historia viva, los espacios residuales con los que nos encontramos, no expresan el poder, ni la sumisión al poder. En los casos tratados se yuxtaponen, como no puede ser de otra manera, en espacios culturales, una gran cantidad de espacios residuales rurales, rururbanos, urbanos, industriales, turísticos…). Gracias a la sistematización de la información recogida en la referida tabla podemos no sólo interpretarlos, sino también señalar una gran cantidad de relaciones causa-efecto, y lo que es más importante, transformar la información en conocimiento. Todo ello sin olvidarnos del valor que tiene la realidad (rural, urbana…) en la que se ubican y desarrollan los espacios, la valoración que de ellos se realiza, y las hipotéticas actuaciones que sobre ellos se pueden llevar a cabo.

Planificación regional: paisaje y patrimonio

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