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Capítulo IV
Cómo funciona la TVP

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Por medio de la regresión, la persona revive los hechos traumáticos o significativos no resueltos, grabados y reprimidos en la memoria subconsciente, y cuya carga emocional aún está actuando, causando los disturbios psíquicos, psicosomáticos y de comportamiento.

Durante la regresión, la persona revive los acontecimientos originales, sintiendo en su cuerpo las sensaciones físicas, experimentando las emociones vividas y tomando conciencia de sus pensamientos en esos momentos. Esto es fundamental, porque no basta con recordar. Una regresión no es una regresión efectiva si no se vivencian los hechos del pasado como si se estuviera allí.

Durante este trabajo hay una gran liberación de energía emocional, lo que produce una reestructuración en los distintos niveles de conciencia. La regresión se desarrolla en el plano físico, mental, emocional y espiritual. Se trata de una experiencia personal y directa, donde el terapeuta no interpreta nada. Simplemente actúa como conductor de la experiencia, acompañando y asistiendo al paciente para que haga contacto con su verdad, ayudando a la persona a descubrir lo que tiene que descubrir.

La revivencia de los hechos originales proporciona a la persona el conocimiento subjetivo de su propia verdad. Hay un darse cuenta y un contacto íntimo en una experiencia netamente gestáltica. El paciente está experimentando su pasado aquí y ahora. No es necesario creer en la reencarnación.

Muchos se preguntarán si esto no es más que una fantasía. En verdad, podría ser una fantasía. Pero aun así, el efecto terapéutico se cumple igual. Porque la fantasía es propia de cada uno. Para el subconsciente, la fantasía es real. Una vez le escuché decir a Ernesto Sabato que el inconsciente es la realidad más verdadera que existe. Los maestros tibetanos nos enseñan que la experiencia absoluta de la ilusión es, ella misma, la experiencia de la no ilusión. Porque al vivenciar la ilusión, desaparece Ja dualidad. Lo único real es lo que sentimos y experimentamos. Ésa es nuestra verdad.

El recuerdo de una vida pasada podría ser una ilusión, pero si experimento las sensaciones de esa ilusión, significa que, en algún lugar de mi subconsciente, esa ilusión está afectando mi vida actual.

Sin embargo, la experiencia demuestra que en una regresión, se podrá comenzar fantaseando o inventando una historia, pero en algún momento, la fantasía escapa al control de la persona, y los hechos, las imágenes y las sensaciones comienzan a producirse y a surgir independientemente de lo que la persona crea, piense o imagine. Suele suceder que algunas personas, que comenzaron fantaseando una historia, de pronto se encuentran vivenciando una situación que no se esperaban, y entonces exclaman algo así:

—¡No puede ser que esto me esté pasando a mí!

—¡Esto es una locura!

—¡Esto no me puede estar pasando a mí!

Y, sin embargo, está pasando.

Las sensaciones son muy profundas, y hablamos de sensaciones físicas; hablamos de dolor, de frío, de angustia, de pánico, de llantos incontenibles; emociones y pensamientos tan intensos que la persona los vivencia como si realmente estuvieran ocurriendo aquí y ahora.

Éste es uno de los aspectos más importantes de la terapia. Cuanto más sensaciones se experimentan en el cuerpo, tanto más efectivo y espectacular es el resultado de la regresión. Estas sensaciones son tan vívidas, tan intensas, que la persona no tiene ninguna duda de lo que le está pasando, porque lo está viviendo. Recuerdo en este momento a un paciente que, durante la regresión, sintió que le clavaban una lanza en el estómago. Es frecuente sentir esos impactos. Pero además, en este caso, el paciente sintió que tocaba la lanza con las manos. Estaba clavado contra el piso, y con sus manos hizo el gesto de aferrar la lanza y exclamó: —¡Es impresionante! ¡La estoy tocando, y es de madera!

Tanto él como yo quedamos impresionados con su vivencia. Al terminar la regresión, la mayoría de las personas señalan lo mismo: “Yo nunca me hubiera imaginado una cosa así”.

En el 99% de los casos, las escenas que surgen durante la regresión no tienen nada que ver con lo que se pensaba antes de ésta.

Y llegamos así a otro aspecto particular de la TVP. La vivencia es tan profunda que la regresión se convierte en una experiencia vital, en una experiencia de vida, en la cual la persona incorpora esto a su historia como si realmente lo hubiese vivido. Es como si algo nos hubiera pasado ayer, o antes de ayer o la semana pasada. Como si algo nos hubiera ocurrido recientemente y nos hubiera conmovido profundamente, y a la par que nos conmovió, nos enriqueció con un aprendizaje, con una toma de conciencia. De la misma manera, las vivencias durante la regresión a vidas pasadas se incorporan como experiencias realmente vividas. Por eso son tan movilizadoras. Por eso se producen esos cambios. Es como si en el lapso que dura la regresión, hubiéramos tenido una experiencia de vida. Es como si hubiéramos madurado de improviso.

Muchas veces, lo que no se aprendió en muchos años de vida, se aprende en la regresión. ¿Por qué? Porque esta experiencia conmueve profundamente todas las estructuras psíquicas y emocionales de la persona. Se produce esto que se llama insight, la visión interior. Se produce esta iluminación, este conocimiento, esta maduración imprevista que hace que lo que parecía una fantasía, ahora se convierte en una experiencia vital. Y esto no puede proporcionarlo ninguna historia que imaginemos o inventemos. Porque lo que inventamos o fantaseamos pronto se olvida. En cambio, la regresión pasa a integrarse a nuestra memoria como una experiencia real, como algo que se vivió y podrán pasar los años, pero los detalles no se olvidan. Ahora, esto es incorporado como un recuerdo, de allí el gran valor de integración que posee, porque es integrar una parte de nuestra personalidad, una parte de nuestra historia que teníamos olvidada.

¿Cuál es el mecanismo intrínseco por el cual funciona la regresión?

Es difícil decirlo. A través de la experiencia recogida con los pacientes, he comprobado que lo más importante durante la regresión es que el paciente sienta y experimente las sensaciones en su cuerpo. Que experimente en el cuerpo lo que está pasando en la escena del pasado, ya sea en esta vida, en la primera infancia, dentro del vientre materno o en una existencia anterior.

Lo más importante de todo es experimentar las sensaciones y las emociones, y rescatar los pensamientos y las reacciones mentales que surgen cuando se tienen esas emociones y sensaciones. Es allí donde se originan los miedos, las culpas, los mandatos, las creencias y las pautas de conducta. No interesa lo que se haga después. Si la persona experimenta y siente con el cuerpo, el trabajo está hecho, porque se movilizó una energía, porque algo se desprendió o se transmutó, porque algo cambió en la organización psíquica emocional de esa persona.

Es como si las emociones y las sensaciones estuvieran todavía ancladas en algún lugar del alma, y el alma necesitara del cuerpo para desprenderse de esa energía. Es como si el cuerpo fuera la cloaca del espíritu, como si el cuerpo fuera el drenaje, a través del cual, el espíritu desechara esta energía que lo está perturbando.

De alguna manera podríamos ilustrar esto con el modelo de las estructuras disipativas elaborado por llya Prigogine, premio Nobel de Química 1977.1 Las estructuras disipativas son sistemas abiertos que intercambian energía, donde las formas y las estructuras son mantenidas por una disipación continua de energía. Las grandes fluctuaciones de energía producen una ruptura de la estructura antigua que se reorganiza entonces de una manera más compleja y elevada. De alguna manera, el sistema se escapa a un orden superior.

Parecería que con la estructura psíquica pasara algo similar. Durante la regresión, al traer un traumatismo antiguo a la conciencia y vivenciarlo en el cuerpo intensamente, se produce una gran catarsis emocional conocida como abreacción. Esta gran movilización de energía perturba la estructura correspondiente a este recuerdo y desencadena una reacción, creando una nueva estructura disipativa. Alcanzado el origen del trauma, la estructura de éste se resquebraja, se desintegra y desaparece. Al desaparecer la estructura del trauma, se modifica todo el sistema psíquico y la persona alcanza un estado de comprensión diferente y superior.

El cambio se produce prácticamente en forma espontánea. La persona no tiene que elaborar nada ni pensar en lo que va a hacer de ahora en adelante. Simplemente actúa de una manera diferente porque ya no está condicionada por la estructura emocional antigua. Es frecuente que, tiempo después, las personas digan algo como: “El cambio lo noto más por las cosas que dejé de hacer, que por lo que hago”.

Espontáneamente, la persona deja de hacer algunas cosas y puede hacer otras. Deja de tener ciertas reacciones porque ya no está la espina irritativa que, frente a determinados estímulos, provocaba esas reacciones.

“Ahora, puedo vivir el presente aquí y ahora, tal como es.”

1 Nous sommes tous inmortels (Somos todos inmortales), Patrick Drouot, Le Rocher, Mónaco, 1987. Traducido y editado por Edaf, Madrid, 1989.

Terapia de vidas pasadas

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