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Víctima y victimizador o verdugo

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A todos nos resulta muy fácil vernos en el rol de la víctima. Lo duro y difícil es verse como el victimizador o verdugo. Sin embargo, el secreto último de la sanación es tomar contacto con el lado oscuro del alma, reconocerlo como propio, aceptarlo y abrazarlo perdonándolo y perdonándonos a nosotros mismos. Muchos de los mandatos que hemos listado tienen su origen en vidas como victimizador. Tal vez esa experiencia ocurrió hace miles de años, pero la culpa fue tan grande al darse cuenta del daño provocado que la persona en cuestión sintió que para ella no había perdón. Como para el alma el tiempo no existe, ese mandato está vigente todavía como si recién se acabara de emitir. Sin embargo, la persona puede llevar ya en su cuenta varias vidas de sufrimiento como víctima, incluyendo la vida presente, por haber sido el verdugo allá lejos y hace tiempo. Tomemos por ejemplo este mandato: “Ningún sufrimiento es suficiente para pagar todo el daño que hice”. Éste fue el pensamiento final de una mujer en el momento de morir en una vida en la que había abusado de su poder causando dolor y muerte a muchos de sus semejantes. Ahora bien, no fue fácil llegar a ese punto. Esto le llevó un buen tiempo y varias regresiones hasta que finalmente la experiencia surgió espontáneamente. Fue muy duro encontrarse a sí misma en ese papel, pero el alivio fue inmediato. Al permitirse vivenciar ese personaje pudo identificar y desactivar ese mandato terrible que la había colocado en situaciones de abuso y de sufrimiento en su vida actual.

Siempre que un paciente aparezca como víctima en una vida pasada hay que procurar que reviva la acción original que lo llevó a pasar por esa experiencia. Lo ideal es lograr esto en la misma sesión aunque no siempre esto es posible, en cuyo caso habrá que esperar la oportunidad propicia. Pero yo debo saber que el trabajo terapéutico y la sanación no estarán completos hasta que no se experimenten ambos lados de la moneda.

Veamos un ejemplo sencillo. Un hombre joven consulta porque en determinadas situaciones siente un profundo dolor en el estómago como si le clavaran un puñal. Generalmente esto ocurre cuando tiene un altercado con amigos o compañeros de trabajo con quienes discute acaloradamente o cuando su novia sale sola de vacaciones. En la primera experiencia de vida pasada se ve en una taberna en la que discute con un conocido por causa de una mujer. Los dos están ebrios y, de repente, el otro saca un cuchillo y se lo clava en el estómago. El hombre se desploma al piso con el cuchillo clavado en su estómago al mismo tiempo que siente dolor, sorpresa, rabia, impotencia y muere desangrado sintiendo que ha sido traicionado por la mujer y por el amigo. Aquí ya tenemos el porqué de su dolor de estómago cuando discute y cuando su novia sale sola. Terminada la experiencia de la muerte simplemente le pido al paciente:

—Contaré hasta tres y, al llegar a tres, irás al verdadero origen de esta experiencia. Al contar hasta tres irás al hecho original que te llevó a pasar por esta situación. Uno... dos... tres.

Entonces el paciente aparece de improviso en una vida en la que él es un señor feudal, y como codicia a la mujer de uno de sus vasallos lo manda matar a éste para quedarse con ella. Ahora el paciente puede entender toda la historia y comprender que no es una simple víctima del infortunio. Él ha creado con su propio accionar el escenario para la vida en la que fue muerto en la taberna. También comprende la desconfianza cuando su novia tiene que viajar sola porque él tiene experiencia en codiciar a la mujer del prójimo. Al vivenciar ambas existencias el paciente pudo desprenderse totalmente de las sensaciones y malestares involucrados en ambas experiencias.

Éste es un ejemplo breve y sencillo que además nos permite comprender que muchas de las dificultades y enfermedades que padecemos en esta vida no son kármicas, sino que son la consecuencia emocional del karma. Siguiendo con este ejemplo, la vida que originó el karma fue la vida en la que el paciente mandó matar a su vasallo. La vida en la que fue asesinado en la taberna es la vida kármica. Allí terminó con el karma generado en la vida anterior, pero se quedó con todas las reacciones físicas y emocionales en el momento de la muerte. Su dolor y sus emociones en su vida actual no son kármicos; son la secuela emocional de la vida kármica. Esto es muy importante porque muchas personas que padecen alguna enfermedad grave piensan o creen que están pagando un karma. Puede que sea así, pero también es posible que se trate de las secuelas emocionales de la vida en la que saldaron el karma por una acción anterior. Volveremos sobre el karma más adelante.

Terapia de vidas pasadas

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