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Capítulo 1
Voy a ir a las catacumbas
ОглавлениеJueves 23 de mayo de 1991. 11:15 horas
Aquella mañana, Luisa (54 años), llegó al consultorio un poco antes de lo habitual. Apenas me vio me dijo:
—Descubrí que tengo claustrofobia. Me di cuenta el sábado, cuando salí con unos amigos. Íbamos dos parejas en el auto cuando subieron dos personas más. De pronto, me sentí apretada entre dos personas y me ahogué. Tuve una sensación de muerte y comencé a gritar: “¡Así no viajo!”.
Esto era algo que nunca antes le había ocurrido. Ocasionalmente, experimentaba cierto malestar dentro de ascensores con puertas blindadas, pero esto no le impedía utilizarlos. Antes de comenzar con la regresión, le sugerí que fuera al toilette y entonces susurró:
—Voy a ir a las catacumbas.
Sin saberlo, Luisa ya estaba en regresión. Cuando volvió, le pedí que se acostara sobre la alfombra, que cerrara los ojos y que volviera a la situación del auto, sin ningún tipo de preparación previa. Luisa venía trabajando con TVP desde hacía un tiempo y le resultaba muy fácil entrar en regresión.
Terapeuta: Muy bien, cierra los ojos. Ahora ... quiero que me relates la situación del auto desde el principio, paso a paso.
Luisa: Llegamos a la casa de mi amiga. Yo estoy sentada en el asiento de atrás con mi marido. Adelante no pueden ir tres, así que los dos suben atrás. Yo le cedo mi lugar a mi amiga, pero con su cuerpo aprieta el mío contra el asiento. Quería moverme, pero no podía porque estaba aprisionada de ambos lados. No me podía mover ni podía respirar. Pensé que me moría.
T: Muy bien, ahora deja salir todo lo que sientas en ese momento.
L: ¡Salgan de acá! ¡Déjenme salir! ¡No puedo respirar! (Luisa no lo sabe, pero esta reacción no se debe a lo que está sucediendo en el auto, sino a otra realidad, de otro momento, que dejó una impronta emocional muy fuerte, y que está reverberando en el nivel subconsciente de su memoria. La situación en el auto sólo es un eco del pasado.)
T: Ahora cuento hasta tres, y ve directamente al origen de esta emoción. Uno... dos... tres. ¿Qué está pasando?
L: La gente grita... es una calle de tierra... con puentes... vamos caminando unos detrás de otros... tengo mucho miedo... nos llevan. ¿Adónde nos llevan? ¡Ay! No entiendo bien lo que pasa.
T: Fíjate cómo eres allí. ¿Qué llevas puesto?
L: Tengo el pelo largo, negro. (En su vida actual es rubia de pelo corto.) Llevo un abrigo marrón, sin mangas, tipo túnica o poncho. Tengo unas sandalias con tiras atadas a la pierna y llevo una canasta con frutas.
T: Eso es. Ahora, sigue adelante. ¿Qué está pasando?
L: La gente corre y corre. Hay soldados por todas partes... no nos dejan pasar... se los van a llevar a todos... nadie se va a salvar. ¡Ay! Yo también voy a correr, pero adelante hay una barrera de soldados con caballos. No podemos escapar, y de atrás también vienen corriéndonos.
T: ¿Qué estás sintiendo en esos momentos?
L: Me ahogo, quiero escapar y no puedo... la gente me arrastra porque los soldados nos empujan.
T: ¿Cómo son los soldados?
L: Son enormes, son malos. Tienen un casco y nos llevan por un camino de tierra. Ahora caminamos sin que nos empujen, pero nos guardan de ambos lados de la columna. No hay manera de escapar.
T: Sigue un poco más.
L: Llegamos a un lugar donde hay unos túneles. Arriba hay un parque. Tenemos que entrar ahí. Son prisiones, son oscuras... Quiero mirar el sol por última vez... Hay puertas de rejas... Ya no vemos nada más; estamos debajo de la tierra, hablando en un susurro. Esto es la muerte... No podemos respirar. ¡La tierra nos tapa y estamos vivos! ¡Dios! ¡Me falta el aire! (la misma sensación que en el auto). Nos dejan ahí. ¡Qué espanto! Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre... (reza el Padrenuestro).¡Ayúdanos Señor! ¡Ayúdanos a morir en paz! Ven a recoger mi espíritu.
T: Sigue adelante.
L: Así, despacito, nos fuimos yendo. El maestro está acá. Yo voy a dejar este lugar. Mi cuerpo se queda y yo me elevo. Es como que el techo se abre y por allá nos vamos. Siento que salgo de ahí pero hay muchos que no saben que tienen que salir. Tengo que ayudarlos.
T: Y entonces ¿qué haces?
L: Me voy al espacio, tengo que pedir que me dejen volver.
T: Y... ¿cómo vas a volver?
L: Con otro cuerpo. Tengo que volver a salvarlos. Tengo que volver como soldado para defenderlos.
T: Ahora quiero que veas, ¿cuál fue el momento más difícil de esta experiencia?
L: Fueron dos: cuando la gente me apretaba y cuando entramos en ese lugar.
T. Ve al momento cuando la gente te apretaba y deja salir todo lo que sientas para agotar esa emoción. ¿Qué estás sintiendo?
L: ¡Me ahogo! ¡Me van a matar! ¡Me aprietan! Es mucha gente encima de mí. (Las mismas emociones que experimentó en el auto.)
T: Ahora ve al episodio bajo tierra.
L: Eso es entrar en una tumba. Eso es saber que no se sale más. Es despedirse de la luz del sol. Estamos debajo de la tierra. Es la muerte.
T: Ahora... ya puedes dejar ese cuerpo. Quiero que tomes conciencia de que ya no estás ahí. Nada de eso te pertenece. Ese cuerpo se murió, y al morir ese cuerpo terminaron todas esas sensaciones. Ahora puedes liberarte para siempre de todo eso que ya no te pertenece.
L: Vino el Maestro y yo me elevo y se abre la tierra y por ahí salgo. Subo como si fuera un globo.
¿Qué es todo esto?
¿Fantasía? ¿Realidad? ¿Dramatización? ¿Hemos vivido otras vidas antes de ésta? ¿Es posible que hoy, en nuestra vida cotidiana, reaccionemos sin saberlo al influjo de antiguas emociones no resueltas? ¿De qué manera y hasta dónde, nuestras vidas pasadas condicionan nuestra forma de vida actual? ¿Es posible recordar nuestras existencias anteriores? Y si podemos recordar, ¿por qué nos olvidamos?
Al igual que Luisa, muchas personas que atravesaron por esta experiencia, descubrieron que los síntomas y conflictos que los perturbaban desaparecían o se resolvían al revivir escenas de otras vidas.
Como terapeuta, no estoy interesado en probar la existencia de las vidas pasadas. Personalmente no tengo dudas al respecto. De modo que yo parto de la aceptación de la reencarnación como un hecho natural y desde allí ejerzo el acto médico.
Lo que veremos aquí es cómo funciona la Terapia de Vidas Pasadas (TVP). Asistiremos al desarrollo de una técnica clara, precisa y segura, fruto de la experiencia obtenida en más de 1.200 regresiones individuales. Fiel a las enseñanzas de mis maestros, “curar cuando se puede, aliviar a veces, y consolar siempre”, es como abordo mi trabajo con la TVP.